Arturo Martínez Nateras

Fábrica de Letras

 Roberto Camps Cortés / y II

La esperanza muere al último. Escribo sobre Acapulco y su gobierno motivado por la ilusión de que López Rosas le cumpla a la sociedad los compromisos de un gobierno democrático, con la propuesta de Programa y el Plan Municipal. Cuando deje de confiar así lo expresaré.

Las respuestas de Roberto Camps a Citlali Guerrero en La Neta son muy ilustrativas. El director de Comunicación Social de Alberto López Rosas –deliberadamente no digo de Acapulco, ni del Ayuntamiento– muestra un acentuado autoritarismo al declarar que con la fuerza del dinero público “mete a chaleco” en las primeras planas, la información que él califica del siguiente modo: “He mandado información de calidad y me la dejan fuera”. Esto además de una muy clara defensa de las gacetillas y de las fotos de culto al personaje, expresa una total falta de respeto a la libertad de prensa y una intromisión en la vida de los medios, en la facultad de optar y privilegiar. Los criterios de calificación que usan son positivo –para las gacetillas–, de opinión, de seguimiento, de atención y cualquier crítica es calificada de impacto negativo. La llamada Síntesis Ejecutiva de Impacto, además del irracional desperdicio cotidiano de la mitad del papel, nunca incluyen artículos ni notas completas de modo que constituyen un intento de manipulación de los funcionarios y ediles que no leen a los medios completos… Por supuesto, cuando incluyen alguna parte de Fábrica de Letras normalmente aparece como impacto negativo lo cual me honra sobremanera…

Camps aparenta generosidad con El Sur a pesar de que “la calidad de su trabajo periodístico ha decaído mucho en estos meses” y como señor de la horca, no tiene menos que reconocer que “es la empresa periodística que nos da mayor imparcialidad a la hora que publica su información y creo que sí vale la pena seguirlo apoyando”. De nuevo el patrimonialismo burocrático de viejo signo.  El funcionario quien se siente dueño de las finanzas públicas, que da y quita discrecionalmente reproduciendo los vicios del anciano régimen del diazordazato. Roberto Camps es un clon malogrado de Francisco Galindo Ochoa. Estas son las consecuencias de ejercicios presupuestales sin programa y sin definiciones del Ayuntamiento. Por cierto el Cabildo nunca ha discutido los temas de transparencia, el programa anticorrupción, ni el de comunicación que deben ser materia de la máxima autoridad municipal.

Independientemente de si el fanfarrón de Roberto Camps luce la convicción de que le tengo miedo y envidia –pues no entro y salgo como él del claustro del Papagayo– y de las acusaciones personales encaminadas a desprestigiar al modo de la derecha tradicional, el comunicador del alcalde se erige en acusador, juez y magistrado interviniendo en la vida interna de El Sur mostrando de paso que él es una de las fuentes de propagación de juicios sobre el presunto desprecio de la dirección y de la administración del diario a los derechos labortales, a la dignidad de los trabajadores. ¿Qué es Camps? ¿Líder sindical de trabajadores inconformes o comunicador del alcalde? Nos califica de “falsos profetas y Maquiavelos reprimidos” que “se estrellan con el silencio de parte del Príncipe ante sus líneas que tiran, no tienen mayor efecto en las decisiones de gobierno”

Yo tengo la idea de que vivimos en un régimen republicano democrático. Varias generaciones hemos dedicado muchos años de nuestra vida y pagado con cárcel la conquista del derecho a opinar, a modificar las políticas públicas que apreciamos equivocadas, pero ya Camps nos anuncia que en Acapulco manda una autoridad que no lee, no ve y no escucha a las voces disidentes, a sus críticos y menos a opositores. Eso que nosotros, en todo caso, proponemos para mejorar intentando hacer valer el voto que es la transferencia de soberanía y de confianza… Muy mal servicio le prestan al monarca lacayos de tal estirpe…

Me parecen muy divertidas  sus afirmaciones sobre mi ya fallida propuesta de taller para El Sur. Primero inventa un debate con Juan Angulo; después responde a la pregunta de si el Ayuntamiento le entraría a la vaquita

—Yo no y mi alcalde tampoco…

¿Le tomó parecer al alcalde? Insisto en que él no está facultado para responder a nombre del Ayuntamiento, su cargo es dependiente sólo del presidente municipal y según me parece el Ayuntamiento opina mediante acuerdos de Cabildo. Por desgracia los compañeros de El Sur han optado por otra vía de solución que respeto, pero de ser el caso de una empresa social y de un proyecto de interés público podríamos presentarlo a una plenaria del Cabildo para recibir los estímulos a que tiene derecho legal una inversión en Acapulco de tanta trascendencia…

Discutí con Roberto Camps pues él ha tenido el valor de descarar sus ideas. No soslayo que él cumple órdenes y directivas de su jefe, el presidente Alberto López Rosas quien lo designó y ejerciendo sus facultades le dicta el sentido, el contenido y quizá hasta la forma de las prácticas de comunicación social.

Apenas a los siete meses, esta administración ya se ve envuelta en escándalos, aparenta disidencias por la falta de voluntad colectiva para integrar un verdadero equipo unido en torno a un programa de desarrollo de Acapulco, aparecen signos de malos manejos, de corrupción y el comunicador del alcalde combate a quienes han sido los mejores aliados del gobierno democrático desde la prensa escrita.

Con defensores así para qué quiere enemigos el presidente López Rosas

Cajita de Olinalá

www.Acapulco.gob.mx/ El portal del Ayuntamiento de Acapulco sigue en construcción. De paso como medida inicial de transparencia pregunto y espero que ellos respondan: ¿la reconstrucción la hizo personal interno o adjudicaron el contrato?

Lectura. Me permito sugerir la lectura de los magníficos artículos publicados ayer en estas páginas. Me refiero a los textos de Xavier Carreto A. y el de Jaime Salazar Adame son magníficos. Por eso El Sur es El Sur. Registro un paso adelante en la página editorial de Milenio de Guerrero. Roberto Camps ya aparece identificado con su cargo y su tema es el de la política de comunicación…

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