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Eugi Loeza Cruz, de El Embarcadero, estuvo con el Ejército de EU en Irak

 Raquel Santiago Maganda * A los miembros de la familia guerrerense Loeza Cruz, el ataque bélico de Estados Unidos a Irak los sumió en la incertidumbre, porque con las tropas que invadieron estaba Eugi Loeza Cruz, uno de los mexicanos incorporado al Ejército estadunidense.

Después de tres meses resurgió el contacto del soldado con su familia con una breve llamada telefónica a principios de mayo. Posteriormente el soldado Eugui Loeza regresó en julio a Estados Unidos de la invasión de Irak, y se reunió con su esposa e hijos radicados en Georgia, en donde se encuentra la base de militar estadunidense y en donde tiene su casa como parte de las prestaciones a los efectivos del Ejército.

Hasta julio no había ido a visitar a sus padres que viven en la ciudad de San Diego, California, pero entre los paisanos y sus familiares había más tranquilidad por tener noticias del guerrerense. La vida ahora es más llevadera tanto para sus padres, hermanos, esposa, hijos y también para sus parientes que radican en El Embarcadero, municipio de Coyuca de Benítez.

Entrevistados en San Diego, puerto de embarque de las flotas estadounidenses, los padres de Eugi, Agustín Loeza Galeana y Miriam Cruz de Loeza, recuerdan la incertidumbre y la alegría que representa el tener noticias de su hijo vivo.

Esta historia de migrantes en busca de una mejor calidad de vida, comienza en 1985, cuando los padres deciden aventurarse y dejar a su familia y casa en El Embarcadero, para llegar al condado de San Diego, en el estado de California, destino con alto porcentaje de preferencia de los migrantes mexicanos.

El padre de familia recordó que el hambre era más fuerte que los temores: “Queríamos superarnos y seguir adelante por nuestros hijos, y el hambre nos estaba matando”.

Primero se aventuraron como ilegales en la frontera de Tijuana localizada a unos 15 minutos del puerto de San Diego. Al poco tiempo mandaron a traer a sus hijos Eugi de ahora 25 años y Emir de 21 años, y después procrearon a Agustín que tiene ahora 12 años.

Al reflexionar si después de 18 años han logrado sus objetivos, aseguran que lo han hecho, uno de ellos es lograr ser residentes legales desde 1988 aunque esto no implica dejar de ser mexicanos y menos guerrerenses.

De hecho, cada año regresan a su pueblo durante las fiestas decembrinas, en donde radican los padres de Agustín Loeza y allí también es donde han decidido celebrar eventos importantes como las fiesta de 15 años de su hija, y la boda del hijo mayor.

Agustín y Miriam recuerdan que solamente en diciembre del 2001 no pudieron regresar a su tierra, debido a los ataques terroristas en Nueva York que devino en una crisis económica.

–¿Pero qué fue lo que motivó al ahora sargento Eugi Loeza reclutarse en la Armada de Estados Unidos?

–Los deseos de continuar los estudios universitarios –contesta Miriam Loeza.

El 13 de mayo de 1997, el guerrerense decide incorporarse a la milicia para seguir sus estudios universitarios en Estados Unidos, pues el cursar una carrera resulta ser una inversión muy cara principalmente para los migrantes.

Eugi Loeza como cientos de mexicanos encuentran en las filas del Ejército, opciones de desarrollo y prestaciones como casas, estudios y un excelente salario que les permite mantener la calidad de vida en ese país, aunque eso implique pelear en la guerra. Por diversos medios se motiva a los jóvenes a reclutarse con la frase: “I´m the Army” (Yo soy el Ejército).

Miriam Loeza relató que el 3 de enero de 2003, su hijo fue enlistado para ser transferido a Georgia, lugar en donde se encuentra su base militar. El 17 de enero de este año, antes de empezar la guerra habló por teléfono con sus familiares unos cuantos minutos, y dos días después Estados Unidos oficializó los ataques y con ello se perdió el contacto de los soldados con sus familias.

Durante más de tres meses la familia no recibió noticias del soldado guerrerense.

El recordar la ausencia provoca una mezcla de emociones a los padres. Para Agustín Loeza el saber que su hijo estaba en la guerra fue una situación “indescriptible porque no teníamos noticias”, tanto que evitaban escuchar la radio y ver televisión porque temían que en cualquier momento nombrarán a su hijo dentro de la lista de hispanos muertos en la guerra.

“Yo no quería sentir orgullo de que mi hijo estuviera en el campo de batalla, yo quería a mi hijo. Cuando uno está aquí piensa en la guerra como una situación lejana, pero esto cambia cuando alguien muy cercano a ti se encuentra allá entre la vida y la muere”, dijo la madre.

Sobre todo, dijo, cuando en México esa violencia bélica no existe, y todo se ve por televisión como si no fuera parte de este mundo.

Una llamada de cinco minutos

En la primera semana de mayo, después de tres meses de silencio finalmente Eugi Loeza se comunicó durante 5 minutos con su esposa Ana, y sus hijos Jaime y Angel que viven en Georgia.

“Sólo pudo hablar 5 minutos porque no le permiten hablar más tiempo, y nos dijo que estaba bien en Irak, de ahí iba a ser trasladado a Kuwait y después lo iban a remitir a Georgia, y en la primera semana de julio hay posibilidades que durante 20 días esté a su familia”, dijo emocionada Miriam.

Para el reencuentro con la familia, terapeutas en casos de guerra están preparando a los familiares para la recepción del soldado, aunado a que Eugi será sometido a una terapia para contrarrestar los efectos emocionales de la guerra.

Las mismas autoridades después de la llamada recomendaron a la familia mantener contacto con el soldado por medio de cartas y fotografías para estimularlo a regresar.

Para los guerrerenses la mejor terapia para su hijo es estar rodeado de la gente que lo quiere y estima, y por eso ahora le organizan una fiesta para celebrar su regreso con los suyos.

El Embarcadero, comunidad expulsora de migrantes

La comunidad de El Embarcadero se localiza en el municipio de Coyuca de Benítez, en el kilómetro 21 de la carretera federal. Sólo este año se han marchado 25 personas en busca de trabajo a Estados Unidos.

El pueblo tiene como principal actividad la pesca, sin embargo, por la contaminación y los bajos precios del pescado, ya no es una forma sustentable de vida.

Ahora los jóvenes han desarrollado la tendencia a irse a Estados Unidos, principalmente a San Diego, en donde se ha formado una comunidad de red de amigos y parientes, en donde los paisanos ayudan al migrante a pasar de manera ilegal la frontera de Tijuana.

A pesar de que en El Embarcadero hay un jardín de niños, una primaria y una secundaria pesquera, los estudios han pasado a segundo plano para los jóvenes cuya aspiración principal es ir a Estados Unidos y probar suerte para tener dólares en cualquier tipo de trabajo.

Hay muchas casas de migrantes, algunas abandonadas, pero en diciembre cuando se celebra a la Virgen de Guadalupe como patrona del lugar con una feria, decenas de migrantes llegan de vacaciones, y ante la ausencia de otros más los familiares esperan dinero o regalos.

En El Embarcadero, las remesas son una importante fuente de ingresos para los pobladores, e incluso llegan a mantener la actividad de la pesca y han permitido que algunos tengan pequeños negocios en la comunidad.

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