Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Rafael Aréstegui

 El optimismo del PRI

 A raíz de los resultados electorales del 6 de julio, en nuestro estado se percibe un optimismo desmedido de parte del PRI, que considera que los resultados del proceso electoral le aseguran la continuidad en el gobierno otros seis años, y algunos afirman incluso que ganarán en cinco de las regiones del estado.

Est actitud nos hace recordar la fábula de la campesina, que después de ordeñar a una vaca se dirige a su casa haciendo planes: “¡Con lo que venda de la leche compraré unos pollos, que cuando crezcan, me permitirán tener una granja de gallinas, cuando las gallinas tengan suficiente producción de pollos, me permitirán comprarme otra vaca y me voy a volver muy rica!”. Y al decir esto brincó de alegría y derramó la leche y con la leche derramó sus sueños.

Ya es un lugar común decir que el alto grado de abstencionismo no es otra cosa que una crisis de credibilidad del incipiente régimen de partidos que tenemos, y a ello se agrega que la elección de diputados no concitó gran expectativa. Pero cuando estuvo en juego además la elección de autoridades locales los niveles de participación se incrementaron, tal es el caso de los estados donde estuvieron en juego las gubernaturas y el del Distrito Federal, en que también estuvieron en juego las delegaciones políticas.

Existe un comportamiento del electorado que indica que cuando se trata de elegir a una autoridad con la que se tendrá una relación directa, el grado de participación aumenta significativamente y otro elemento que no se puede soslayar es el hecho de que a mayor votación, más votos adversos al PRI son emitidos.

Seguramente la votación en 2005 se va a incrementar y la mayoría de esa alza se orientará a partidos diferentes al PRI, de manera que es previsible una derrota de este partido, a menos claro que la principal fuerza (PRD) que le va a disputar el poder, cometa tantos errores que con ellos se autoderrote, lo cual se antoja difícil pero no imposible.

Por lo pronto es interesante ver la carrera por la candidatura en las filas del tricolor. El grupo Huitzuco tiene como candidato a Héctor Vicario, las familias Vicario y Figueroa se encuentran ligadas desde tiempos de la revolución en la que jugaron el papel de contenedores de la fuerza del zapatismo y al final de la contienda se convirtieron en los principales beneficiarios de los “logros” de la revolución. Cuentan en esta disputa con el control mayoritario del partido, con el respaldo de Madrazo su dirigente nacional con recursos económicos suficientes y con rudos métodos de convencimiento. En su contra tienen el señalamiento de caciques que ya algunas voces al seno de su partido lo señalan y a los que se les pretende aplicar la ley mordaza, además su responsabilidad en el caso de la matanza de Aguas Blancas los cubre de ignominia en el ámbito nacional y se sabe incluso de un sector importante de miembros del PRI que saldrían del partido si el candidato fuera Héctor Vicario. Paradójicamente es el partido al interior del PRI más fuerte y al exterior el más vulnerable.

El segundo aspirante es el ex gobernador Angel Aguirre, que se posicionó favorablemente en el reciente proceso por haber obtenido la votación más alta en los distritos ganados por el tricolor. Cuenta en su haber con hábiles operadores políticos, identificados como afines al ex gobernador Alejandro Cervantes, de quién se decía que saldría del PRI junto con Cárdenas para formar la Corriente Democrática y con un importante capital incrementado exageradamente en su periodo de gobernador. En su contra está el ánimo de Figueroa, resentido porque se le destituyó como gobernador y porque sus intereses económicos se confrontan; también se le acusa de cacique y se le señala que cuando se presentó el huracán Paulina se preocupó más por sus cabezas de ganado que por los habitantes de las zonas marginadas de Acapulco.

Un tercer aspirante es el delfín del gobernador, el diputado Carlos Sánchez Barrios, que debido a un accidente parece estarse relegando en la carrera por la candidatura y que si bien cuenta al seno del PRI con el respaldo del primer guerrerense de la entidad, lo cual es importante, no se puede perder de vista que la candidatura de René Juárez se logró a base de negociaciones con los principales grupos de poder, léase con el figueroísmo y esos compromisos el hombre de Huitzuco los sabe cobrar llegado el momento. Como además el actual gobernador sabe que posiblemente será el último gobernador priísta, es posible que esté mas preocupado en asegurar una transición pactada, misma que le asegure vía una futura senaduría inmunidad en el futuro, que en disputar una incierta sucesión en el gobierno.

Finalmente, un cuarto precandidato es el senador Héctor Astudillo, quien cuenta entre sus simpatizantes a otro sector del grupo del ex gobernador Cervantes Delgado e incluso se le considera el heredero político de tal grupo, con una imagen deslindada de los grupos caciquiles. Cuenta en su favor con la opinión de Enrique Jackson, representante del sector priísta que señala una dura autocrítica a su partido y la necesidad de una reestructuración profunda del mismo. Algunos de los exponentes de ese sector han expresado disculpas a la sociedad por haber fallado y solicitan una nueva oportunidad a la ciudadanía. Pero ese lenguaje aún no ha llegado a Guerrero; el senador tiene en su contra el veto de Figueroa, que lo rechaza por representar el lado opuesto de los valores que ostenta el priísmo tradicional.

El mismo senador se sabe que en sus círculos muy cercanos ha expresado sus dudas de buscar la candidatura por el temor de pasar a la historia como el primer candidato priísta guerrerense que pierda una elección a gobernador. Su candidatura es la otra paradoja: siendo el más débil al interior de las filas del PRI, sería el menos vulnerable en el seno de la sociedad.

Como se puede ver, el panorama no parece nada favorable al PRI, los tiempos políticos en Guerrero no soplan a su favor y su optimismo anuncia serias fracturas y una inminente derrota.

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