Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Humberto Musacchio

LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS

El Libro, Texcoco y la alcaldesa

El viernes, en la Feria del Libro de Texcoco, el autor de esta columna participó en una mesa redonda en la que estuvieron los escritores Sanjuana Martínez, Fabrizio Mejía Madrid y Delfina Gómez Álvarez, alcaldesa del citado municipio mexiquense. Se habló de la situación del estado de México, de cómo la ven escritores como los mencionados y de las posibles tendencias que es posible observar o prever. La maestra Gómez Álvarez, quien llegó a la presidencia municipal como candidata independiente de varios partidos, refirió con toda naturalidad que ella vive a dos cuadras de la plaza principal y que la escuela en la que ha servido durante décadas está a unos metros. Mujer de admirable sencillez, refirió en su intervención los problemas de su jurisdicción. Lo hizo con convicción, sin el menor indicio de triunfalismo, poniendo el énfasis en las tareas pendientes. Hubo varias intervenciones del público, algunas de ellas de tono crítico, y a todas respondió con mesura e incluso con cierta humildad. Invitó a dialogar con ella a dos de las personas que tomaron el micrófono y al dejar el estrado fue rodeada por un grupo de ciudadanos que le plantearon problemas o aventuraron soluciones. A todos los escuchó y no se retiró del lugar hasta que atendió al último de los ciudadanos. Sin proponérselo, nos dio una lección de democracia viva, una demostración de que es posible y provechoso el diálogo entre el gobernante y los gobernados.

Murió en España Dolores Pla

La historiadora Dolores Pla Brugat, nacida hace 60 años en Vilasacra, Gerona, murió sorpresivamente en Barcelona. Profesora de la UNAM e investigadora del Instituto Nacio-nal de Antropología e Historia, donde coordinó el Seminario Inmi-grantes en la Historia de México y desarrolló el proyecto de historia oral Refugiados Españoles en México. A ella le debemos ese libro espléndido y por momentos doloroso Los niños de Morelia que, hasta donde sabemos, impulsó a Felipe Cazals a realizar su película sobre estos migrantes, en su mayoría huérfanos de guerra. Otras obras de su autoría fueron Els exiliats catalans, Ya aquí terminó todo. Testimonios de la guerra civil española y El aroma del recuerdo. Narraciones de españoles republicanos refugiados en México. Recientemente trabajó con el etnólogo Sergio Raúl Arroyo en la preparación de la muestra El exilio español en la ciudad de México, exposición que puede verse en el Museo de la Ciudad de México.

Se despidió Túumben Pax

Ayer domingo, en la sala Ponce del Palacio de Bellas Artes, el emsamble vocal Túumben Pax ofreció un concierto con música de Alberto Balzanelli, Óscar Escalada, Jean Angelus Pichardo, Gonzalo Macías, María Granillo, Lilia Vázquez Kuntze, Diana Syrse y Jorge Córdoba, quien es director musical del conjunto que tiene como integrantes a las sopranos Lucía Olmos (también directora general), Liliana Montiel y Lilia Gómez; y las mezzosopranos Norma Vargas, Sandra Olivas e Itzel Servín. El grupo se despidió en Bellas Artes porque emprende una larga gira, primero por China y Corea y al final por Argentina. Que haya mucho éxito.

Una novela de Kyra Galván

La conocíamos como una reconocida poeta, pero Kyra Galván es también una muy solvente narradora. Lo prueba con su novela Corazón de plata, que en buena hora informa de la provechosa vida del platero William Spratling, quien difundió internacionalmente el arte y las artesanías mexicanas. Tenaz coleccionista de piezas prehispánicas que ahora están en el museo taxqueño que lleva su nombre, organizó una gran exposición de arte mexicano en Estados Unidos, promovió a Diego Rivera y otros pintores en el país del norte y fue autor de libros que inexplicablemente no están en las librerías de hoy. Ni más ni menos que con William Faulkner escribió Figures in a Mexican Reinassance, Little Mexico, obra de 1926 republicada 40 años después como A Small Mexican World; y de 1930 data The frescoes of Diego Rivera. La vida de Spratling, de suyo fascinante, se mezcló con un poco conocido incidente en el que estuvo involucrado John F. Kennedy y la protagonista de Corazón de plata, esa novela que se lee en una sentada.

¿Cuál es la lengua nciwa?

Un tabloide capitalino publicó recientemente que un policía, originario de San Felipe Oclaltepec, en el sur de Puebla, escribió una canción en “lengua nciwa”. ¿Cuál es ésa lengua? ¿Cómo se pronuncia en español su nombre: encigua o nocigua? ¿Se trata acaso del tlapaneco, que en 2000 tenía casi cien mil hablantes mayores de cinco años? ¿Es la lengua que habla el pueblo tlapaneco también conocido como yopime? ¿Y qué podemos decir de la grafía hñähñus, que supuestamente se refiere a los otomís u otomíes, según el gusto? ¿Y que tal llamar ikojts a los huaves? Hay, por supuesto, antropólogos y lingüistas que están empeñados en imponer esas extrañas grafías a lo que tiene un nombre en la lengua común de todos los mexicanos. Cuando sepamos qué apodo le pondrán al maya o al náhuatl daremos parte a los lectores de esta columna.

Efraín Huerta, prematura muerte

Ahora que celebramos el centenario de Efraín Huerta, cabe recordar que el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México lo mató en su edición de 1971, lo que dio pie a varios artículos del Gran Cocodrilo en los que se burlaba de su muerte, del citado diccionario y del editor del mismo. Al respecto escribió Efraín: “En la ficha, señoras, señores y compañeros de lote del Panteón Jardín, se me da por fallecido en 1968, ignoro si antes, el o después del 2 de octubre”. Los editores por supuesto se disculparon mediante una carta con el poeta, aunque deslizaron una leve pero perceptible ironía “por el prematuro artículo dedicado a usted”. Pero Efraín como buen saurio seguía vivito y coleando, por lo que respondió: “He esperado en vano el Juicio Final, que San Juan el teólogo dijo que se anunciaría con eclipses de la luna y el sol, aberraciones atmosféricas (y) visita de Gabriel García Márquez… que sobrevivió a los tacos de maciza, cuajar y nenepile, y a un programa de televisión” y después de la inútil espera, agregaba, “ahora soy yo, señores de Porrúa, quien públicamente pide disculpas por tener todavía la canallesca satisfacción de vivir”. Así era el maestro de Silao.

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