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Destacan especialistas la relevancia comercial del puerto en el siglo XVII

 Raquel Santiago Maganda * La presentación del libro de Ostwald Sales titulado El movimiento portuario de Acapulco se convirtió en un recordatorio de la relevancia comercial que en el siglo XVII tuvo Acapulco y que resultó clave para la simbiosis entre la cultura occidental y la oriental que tres siglos después, aún perdura.

A la presentación de la obra, editada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes  y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, acudieron unos 40 asistentes a una de las salas de ese museo.

Por medio de su trabajo, el autor logró despertar el interés de los asistentes al dar datos acerca del intercambio comercial, social, político y cultural entre los pobladores de Acapulco y Filipinas.

El libro se divide en tres partes: la primera es la visión general del origen del barco de aviso; la segunda –la que más impactó a los asistentes– es un análisis de las mercancía enviadas de Nueva España al imperio en Europa; por último se realiza el análisis del movimiento portuario de 1613 a 1614, de 1635 a 1640 y de 1646 a 1648.

Para Sales Colin, el puerto tuvo la suerte de no convertirse en un astillero para la construcción de barcos, aunque tiene registro de que la zona ahora conocida como Caleta y Caletilla se reparaban algunos galeones, pero por la calidad de la madera de Filipinas se convirtió en un real astillero español.

En el acto fungió como moderador el director del Museo Naval, Marcelo Adano. La directora del museo Julieta Gil Elorduy comentó la importancia del libro en el aspecto de iniciar un archivo de los datos históricos del puerto, sobretodo de conocer el intercambio cultural, incluso allí anunció que el museo considera montar una exposición del Istmo de Tehuantepec en donde existe una gran influencia del oriente.

Otro de los comentaristas fue el investigador de la Universidad Iberoamericana, Alexis Herrera Moreno, quien mencionó la importancia del vínculo social, político, económico y cultural que fungió la Nueva España para el país europeo en pleno siglo XVII. Dijo que el puerto de Acapulco representó un sitio estratégico por el aspecto comercial y político, y por eso “es valiosa la construcción de las relaciones que se establecieron para fortalecer el imperio español”.

El especialista en la relaciones México-Filipinas, Javier Loyzaga, reiteró los fuertes vínculos de intercambio de ambas culturas. Como restaurador de algunas obras en Filipinas, mencionó las cosas similares tanto en lenguaje como las palabras tianguis, jícama, atrios y el uso de la palapa, el ceviche, el pambazo, la tuba, la veneración a la Virgen de Guadalupe, y por eso definió a Filipinas como un país de latinoasia.

Así mismo dijo que existe un 70 por ciento del folcklore mexicano tiene influencia de Asia como es la China Poblana y las tehuanas.

Recalcó que la importancia de la obra es “que no se pierde la memoria”, porque Acapulco llegó a ser el “ombligo del mundo” para el oriente y el occidente.

En su turno, la antropóloga Rosa Ortiz Paz realizó un análisis de la metodología y el marco teórico para la realización de la obra.

El autor dejó el puerto con un grato sabor de boca, debido a la aceptación y valor histórico de su obra; eso se reflejó en que la presentación que duró dos horas y en la que los asistentes que realizaron preguntas del intercambio cultural entre los pueblos y la influencia actual.

Incluso un guía de turistas solicitó a los organizadores mantener contacto directo con ellos para que asistan a esos eventos “importantes porque nuestros clientes quieren saber más del puerto”.

Al final, algunos de los asistentes adquirieron el libro que seguirá ofreciéndose en el museo y solicitaron al autor que lo autografiara.

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