Abelardo Martín M.

La seguridad, guerra perdida ¡con seguridad!

Para muy pocos es un secreto que los funcionarios viven atrapados por “la coyuntura” y difícilmente tienen tiempo o, en la mayoría de los casos, capacidad para ver a más distancia, con mejor perspectiva. El tema de gobernabilidad o gobernanza más difícil en los últimos años es, precisamente, el de la seguridad.
Lejos de acercarse a una solución, el efecto de tantas estrategias, acciones y recursos para este propósito es, irremediablemente, lo contrario: un clima de violencia e inseguridad generalizada. Queriendo frenar la acción de la delincuencia, el manejo político y mediático equivocado produce resultados contraproducentes.
Proliferan los delitos y los delincuentes, la violencia y el miedo campea y se apodera de cada vez más zonas, ciudades o estados.
Pero los gobernantes no se dan cuenta por incapacidad o porque creen que este tema, esta política pública es la que les reivindicará con la sociedad y no ven el contundente fracaso federal, estatal y municipal que esta equivocación produce. En Guerrero la clase política pretende convencer de que “no pasa nada”, mientras el estado cada vez se introduce al proceso de sucesión gubernamental.
El procurador general de Justicia, Iñaki Blanco Cabrera informó que durante los primeros seis meses del 2014 se logró reducir en 48 por ciento el índice de secuestros en la entidad.
Si va tan bien, ¿por qué la gente siente que está muy mal? Cosa de la percepción que la gran mayoría de los políticos no acaba de entender. Confunden fama por gobernabilidad.
Para prueba de la violencia e inseguridad, basta un ejemplo: el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), Javier Saldaña Almazán, confirmó que personas armadas ingresaron a la Rectoría y se llevaron por unas horas a Abraham Garay Velázquez, director de Adquisiciones y le exigieron una cuota (un derecho de piso, extorsión o cohecho) advirtiéndole que cada mes pasarían por la misma cantidad para un grupo de la delincuencia organizada.
Sin embargo, desde la perspectiva del gobierno, las cosas “van bien”.
Mientras, católicos vestidos de blanco marcharon en la cabecera municipal de? Zumpango para exigir “paz”, ante los últimos acontecimientos violentos que han tenido como escenario esa región. Hay toque de queda en Chilapa, empresarios son secuestrados y asesinados….
¿Y la autoridad? ¡Bien, gracias!
El gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero debe dedicar cada vez más tiempo y ánimo a contener a la clase política que ya ansía entrar de lleno al proceso electoral. De “clase”, obvio, hay poco. Por el momento, amarra acuerdos con el senador Armando Ríos Piter, quien puntea las encuestas para sucederlo en casa de gobierno.
En el campus universitario, después de lo sucedido, Saldaña Almazán se reunió con el gobernador y con el procurador a propósito de acordar los mecanismos de investigación sobre los hechos, y las cámaras de seguridad de la Rectoría ya se encuentran intervenidas por la Procuraduría.
Sin mencionar los montos de lo pagado para que Garay Velázquez fuese devuelto con sus familiares, ni el monto de la cuota mensual exigida por los presuntos delincuentes, por el momento quedaron suspendidas las actividades en el área financiera, hasta que se restablezca el mecanismo y no se ponga en riesgo la integridad de los trabajadores, ya en lo inmediato no se tiene considerada alguna seguridad privada.
Lo cierto es que la delincuencia organizada ingresó al edificio de la Rectoría y exigió una cuota para garantizar la seguridad de los funcionarios de la Universidad.
Desde el análisis actual, puede pensarse que la delincuencia organizada o informal, se amplía y abre un nuevo nicho de mercado.
Sin duda alguna la seguridad es el mejor camino al fracaso gubernamental y la ruta más fluida al cambio de partido en el gobierno. Pero nadie experimenta en cabeza ajena. Es muy difícil aceptar que tanto hablar de progresos en seguridad, produce lo contrario y alienta todo tipo de actividades ilícitas. Esa es la realidad, que nadie ve aunque sea del tamaño de una catedral. Al tiempo.