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Sergio Tavira Román

 Otro polo político del PRD en Guerrero

Tras el proceso para designar candidatos a diputados federales para Guerrero, los descontentos afloran. Hay razón, el método no puede tener como criterio único la confianza a la presidenta nacional del PRD para creerle, sólo porque ella lo diga, el resultado de la encuesta con que se designó a los candidatos.

Este método golpeó grupos y personas que, a pocos días de las elecciones, seguían haciendo señalamientos contra la dirigente nacional y su operador en Guerrero, Ramón Sosamontes. Algunos agraviados se fueron del partido, otros se quedaron con llamados a recuperar su institucionalidad.

Lo que sucedió en las federales sucedió en las locales. También en ese proceso se golpeó a grupos y personas, algunos se fueron, otros se quedaron llamando a recuperar la institucionalidad, etc. La misma película. El reclamo, que es correcto, no se ha hecho en el momento oportuno. Ahora, pasadas las elecciones, es la hora de una amplia discusión sobre esos asuntos del PRD.

El reflejo de ambos procesos es el de dos fuerzas que monopolizan en diferentes niveles las decisiones, los recursos y la responsabilidad de lo que sucede en los resultados electorales tomando acuerdos, haciendo alianzas, violando estatutos cuando ha sido necesario, y creando escenarios de falso triunfalismo como el de los resultados locales, en los que no somos mayoría en el Congreso resultado de la política en cuestión. O dígase si no hubiésemos triunfado en Coyuca de Catalán con los votos de Leo Román, que se fue de candidato del PAN con más de 4 mil votos, o en el distrito 2 de Arcelia donde perdimos por once votos y se nos fueron mas de mil con Convergencia; o en el hecho donde nos gana por 380 votos una candidata del PRI desconocida e inexperta políticamente, por los problemas generados en Apaxtla y Teloloapan.

Los métodos denunciados y publicitados son los recursos de dos fuerzas que buscan la gubernatura del estado: una desde el interior del partido en Guerrero, tomando su control a cualquier costo; otra, desde la dirección nacional, también tomando el control del proceso a cualquier costo, apoyando un proyecto sostenido hacia fuera del partido, con frentes cívicos como estructura paralela a la del PRD y muy lejano ideológicamente a éste. Hubo, o tal vez hay aún, otro proyecto que parece perdió su oportunidad histórica, pues quien lo encabeza priorizó el celuloide y la cantada descuidando la fuerza que construyó, hoy mermada y dividida.

Esas son las opciones que hoy tiene el PRD, lo que no quiere decir que no puedan construirse más escenarios, o que dichos proyectos no tengan para donde avanzar. Este es precisamente el momento de las búsquedas y las proyecciones. Sería de un simplismo fatal apoyar un proyecto o una precandidatura, por estar en contra de otra. Este es el momento de hacerlos crecer, y buscar otros, para ofrecer la mejor opción.

No es fácil, para ello hay que romper los controles en el partido, dejar que las fuerzas se expresen, avancen y compitan con reglas, hay que acercarlas política e ideológicamente al partido y hacerlas recuperar la convicción de poder, para retomar el proyecto político original.

El abuso del aparato del partido genera crecientes oposiciones, las distancias con el partido distancias de éste con los aspirantes, las frivolidades, vacíos en la convicción de poder. Y lo peor que puede suceder es que, quienes se mantienen sin ataduras de ninguna naturaleza, no seamos capaces de reaccionar ni de inventar nuevas búsquedas o fortalecer las existentes.

La confrontación interna nos ha heredado un partido de control unipolar. Ese polo enfrentado al que controla la dirección nacional y a un conjunto de fuerzas dispersas en Guerrero que en conjunto son mayoría, no es capaz de exigirse a sí mismo más que el cumplimiento de sus propósitos de grupo, y en su confrontación por la gubernatura tampoco es capaz de imponer condiciones a otros proyectos más allá de sus intereses de grupo también. El otro proyecto, distante del partido, apenas voltea a verlo como algo del que nada importa más allá de sus siglas. Esta circunstancia es la que obliga al resto del partido a construir otro polo político.

Esta fuerza que puede construirse sobre la base de una estructura y una denominación, o tan sólo con una denominación sin la necesidad de una estructura orgánica o con las variantes que se quieran, debe tener como eje motor dos propósitos que le den identidad: democracia interna, y programa de gobierno. La primera para dirimir con reglas y sin conflictos sus asuntos internos, el segundo para tener qué ofrecer al pueblo de Guerrero como partido y qué reclamar al gobernador.

La democracia interna demanda la reestructuración total del partido y para esto es necesario un padrón confiable que hoy no existe; el programa de gobierno requiere de una respuesta a los problemas más sentidos del pueblo de Guerrero, que tampoco se tiene porque hasta ahora las respuestas son para las corrientes del partido, o para los grupos empresariales.

Madero y su partido proclamó la necesidad de derrocar a Díaz, que llevaba en el poder treinta años, y siendo éste aparentemente el problema principal, no hacía más compromisos que el de derrocar al porfirismo. Zapata, con otra visión, se comprometió a entregar su apoyo a Madero demandando la restitución de las tierras de los campesinos moralenses, despojados por los terratenientes de ese lugar. Madero accedió a la demanda de Zapata insertándola en el Plan de San Luis, sin cumplirla jamás, lo que valió que el héroe suriano le llamara seis veces traidor en la segunda versión del Plan de Ayala, siguiendo su lucha tras la caída del porfirismo.

En Guerrero, la consigna no puede ser exclusivamente el relevo de gobierno, esto tiene que acompañarse de una respuesta a la pregunta de para qué. Quien sea gobernador, debe tener una respuesta a los problemas fundamentales como el de educación, el campo, la salud, la inseguridad pública, el desarrollo sustentable, el empleo, etc. El PRD no puede ser un partido que vaya detrás de un candidato, como si éste le hiciera un favor.  Debe tener candidatos, miembros o no del partido, con compromisos mínimos, para que cuando sean gobernantes cuando menos algo tenga que reclamarle a favor del pueblo de Guerrero. No hacerlo, es dejarlo vacío de contenido social.

Por todo esto es necesaria la conformación de otro polo político del PRD en Guerrero. Si esto se acepta lo que queda es la iniciativa, la búsqueda de acuerdos, las reglas del juego, la convocatoria, los espacios de encuentros necesarios para devolver al PRD todo lo que va perdiendo en cada gobierno donde sólo se discute cómo lo ganamos, más no para qué lo queremos. Pero no sólo eso debe hacerse, porque con un partido como el que hoy tenemos, a nivel local y nacional, con el candidato que sea, será muy difícil ganar el gobierno del estado.

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