Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Xavier Carreto A

 ¿Algo qué celebrar?

 Trascendió, como ahora se dice en los medios, que algo peor que ser priísta en este país, es serlo en el Distrito Federal. Y yo le agregaría que también en Acapulco, pues en este municipio el Revolucionario Institucional ha dejado de ganar elecciones. En un recuento rápido tenemos que ésta es la tercera elección federal de diputados consecutiva que no gana en el distrito décimo y sería también la tercera que no triunfa en el distrito noveno, de no ser porque la candidata perredista en esta demarcación hace tres años le vendió su alma al diablo.

El municipio de Acapulco es hoy un territorio adverso a los afanes de victoria partidista y de carreras políticas individuales de los priístas, aquí han tenido su Waterloo, el diputado Efrén Leyva, coordinador de la primera campaña que por la presidencia tuvo Ernesto Rodríguez; el senador Héctor Astudillo, en el segundo intento del mismo aspirante, además de haber perdido todas las posiciones en juego en ese proceso electoral del 6 de octubre del 2002; y el senador Héctor Vicario, quien también sufrió una rotunda derrota este pasado 6 de julio, además de que el candidato del décimo distrito sólo pudo conseguir la medalla de bronce.

Por eso resulta falso el trono triunfalista que los dirigentes de este partido a nivel nacional, Roberto Madrazo, y estatal, Héctor Apreza, vienen haciendo en los anuncios dirigidos a los mexicanos a través del radio y la televisión. En el caso de Apreza, este señala que el PRI logró la mayoría de las diputaciones, cuando en verdad tuvo un retroceso de tres diputaciones, ya que sus candidatos mantuvieron seis de las nueve posiciones que tenían.

A nivel municipal, el PRI sigue gobernando 40 de los 77 municipios, pero no gobierna a la mayoría de sus habitantes, pues el Partido de la Revolución Democrática lo hace en 30 municipios en los que viven un millón 705 mil 686 guerrerenses, de los 3 millones 79 mil 649 personas que tiene como población el estado de Guerrero. Asimismo, de los 117 mil 792 guerrerenses gobernados por el Partido Acción Nacional, en los cinco municipios en los cuales ganó las elecciones el 6 de octubre del 2002.

La tendencia de los resultados de los comicios celebrados en nuestra entidad, en los últimos años, tanto locales como federales, para el PRI es a la baja. Y los resultados favorables obtenidos por esta organización política son, en buena medida, producto de seguir utilizando los recursos públicos para la compra del voto y otras mañas igualmente desdeñables. Bueno sería, y podríamos celebrar que el PRI está de regreso.

Si sus éxitos fueren producto de un trabajo serio y responsable que convenciera al electorado por el cumplimiento de sus propuestas y no resultado de engañar a la gente con slogans tan demagógicos como el que dice: Veré siempre por ti o que El PRI está de tú lado.

Los priístas antes de ponerse a festinar, deberían recordar las palabras de Luis Felipe Bravo Mena, dirigente nacional del PAN, quien, en la presentación de la Plataforma Electoral 2003 de su partido, les expreso: “El PRI es irresponsable, porque no se hace cargo de los rezagos del legado de su desastre que entregó en materia social –como la quiebra del Sistema Nacional de Seguridad Social–, en materia política y en muchos otros terrenos de la vida de la sociedad mexicana. Para el PRI pareciera que todos los problemas de México son de generación espontánea, que surgieron de la nada o que simplemente se generaron en los últimos meses o en los últimos años como si no estuviera atrás una historia de 70 años de corrupción, de abusos de poder, en el que utilizo éste solo para reciclarse, pasando por encima de los intereses del país”.

Si, como lo dice el dirigente estatal priísta, en sus anuncios por radio y prensa: “En el Congreso de la Unión vamos a hacer realidad los compromisos de campaña”. Habría que recordarle que antes sus legisladores, en este caso los locales, deben empezar a cumplir con la sociedad guerrerense, ya que, hasta ahora, se han caracterizado en el Congreso local por continuar solapando al Ejecutivo en sus nocivas prácticas de desviar los recursos del erario a fines ajenos a procurar el bienestar de los guerrerenses. Asimismo, cuando se ha cumplido un año de trabajo de la actual legislatura, el segundo periodo ordinario de sesiones concluyó el pasado 30 de junio, la actitud esencial de los diputados tricolores ha sido la misma de siempre, es decir, estamos a sus órdenes señor gobernador para lo que guste y mande. Aunque la mayoría de los guerrerenses sigan viviendo en el rezago absoluto como lo indican los indicadores del desarrollo nacional.

En este contexto, en el estado de Guerrero seguimos viviendo una gubernatura absoluta, en donde el Ejecutivo puede hacer y disponer sin que nadie se lo impida, pues no existen contrapesos a su poder.

Por lo demás, este proceso electoral ha sido de reprobación para todos los actores políticos de México, empezando por los gobernantes, pero igual no escapan los partidos, candidatos, campañas y todo lo que rodeo a este proceso electoral.

La semana pasada, en su colaboración semanal en el periódico Reforma, el doctor Lorenzo Meyer nos recordó a los teóricos italianos Mosca y Pareto, quienes pusieron de manifiesto la existencia en cualquier sociedad de un grupo de políticos profesionales que, aunque divididos internamente y en lucha constante, en conjunto conforma una clase con intereses comunes frente al resto de la sociedad.

Nuestra clase política guerrerense, mayoritariamente priísta, debe empezar a reflexionar que ya es tiempo de empezar a ver menos por sus intereses y dedicarse a trabajar por este sufrido pueblo que tanto les ha tolerado.

Finalmente y pasando a otra cosa, deseo sumarme a la iniciativa de Martínez Nateras, respaldada por Rafael Aréstegui, para que El Sur tenga su equipo propio de producción del diario. Se merece esto y más por sus valiosos servicios al pueblo de Guerrero.

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