Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Juan Angulo Osorio

QUINTO MUNDO

  Duelo de anacronismos

 En las trayectorias del director de Comunicación Social del gobierno del estado y el del ayuntamiento de Acapulco prácticamente no hay nada en común. El primero, César Bajos Valverde, es un empresario que no sabe nada de medios de comunicación; y el segundo, Roberto Camps Cortés, es un periodista que ha trabajado aquí y allá, alternando la práctica de su oficio con el trabajo al servicio de políticos.

Ayer, sin embargo, periódicos locales publicaron en su primera plana sendas fotografías y sendas notas aparentemente informativas sobre las actividades de sus respectivos jefes, René Juárez Cisneros y Alberto López Rosas, que acercan a Bajos y a Camps al punto en que nada los diferencia en su labor.

En ambos casos se trata de gacetillas; es decir, de publicidad pagada que se pretende hacer pasar como información periodística. Esta primera similitud no es, con mucho, la más grave. Claro que uno quisiera que la gacetilla desapareciera, al menos de las prácticas de (in)comunicación de los gobiernos no priístas.

Pero no. A esta simulación que de por sí es la gacetilla se agrega el hecho de que la reunión en la que antiguos opositores al gobierno aparecen en Casa Guerrero diciendo que René Juárez es ejemplo de apertura al diálogo, ocurrió el martes pasado, y no el miércoles como se pretende sugerir.

En la misma tesitura de simulación, el recorrido del alcalde López Rosas por Ciudad Renacimiento, del que da cuenta la gacetilla del ayuntamiento, se efectuó asimismo el martes y no el miércoles, como cualquier lector pudiera colegir pues está leyendo un diario.

El razonamiento es el mismo en Casa Guerrero y en el palacio del parque Papagayo: el gobernador y el alcalde deben aparecer todos los días en la primera plana de los periódicos, no importa que sea con seudoinformación pagada ni, tampoco, que se haga referencia a hechos que sucedieron cualquier día.

La simulación llega al extremo de que los jefes de comunicación social, al evaluar la información publicada en el día, colocan una palomita de “favorable” a textos y fotografías mandados por ellos mismos a los periódicos y que éstos los publican no por su valor periodístico, sino porque son pagados.

Hace no mucho el alcalde preguntó extrañado ante un grupo más o menos amplio por qué tal actividad de él apareció publicada en la primera plana de tres de los principales periódicos locales, menos en El Sur. Al reportero que me lo contó le respondí que el presidente municipal estaba equivocado. Que esos periódicos solamente publicaron lo que les pagó el ayuntamiento, mientras que El Sur incluyó en su primera plana dos informaciones relativas a las actividades del alcalde que, en todo caso, nos parecieron de más valor informativo.

Aparentemente, este duelo de anacronismos y simulaciones que sitúa a nuestros políticos y a nuestro periodismo con 30 años de retraso del resto del país, nada tiene que ver con los resultados electorales del domingo pasado en los que sólo tres de cada diez electores acudieron a las urnas. ¿O sí?

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