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El hotel Caleta, del pasado glamoroso de los cincuentas al ocaso en el presente siglo

 Xavier Rosado * Enclavado en la falda del cerro de Caleta, desde el auge turístico de Acapulco que comenzó en 1950, el hotel Caleta ha sido testigo silente de medio siglo de turismo de una zona que de glamorosa se ha convertido hoy en un balneario popular.

Con su majestuosa construcción, el hotel Caleta fue uno de los estandartes de la creciente demanda del puerto a mitad del siglo pasado, cuando Acapulco era sinónimo de la riqueza y el glamour de reyes, príncipes, y millonarios de distintas partes del mundo.

Hoy en día, después de pasar por las manos de varias empresas turísticas, este símbolo del puerto parece destinado al olvido pues, no se trata más que de un hotel de lujo en una playa para pobres.

Visitar esta construcción es como estar en una película de Arturo de Córdova.

Sus enormes terrazas y altas columnas, suntuosos salones con techos a la francesa y candiles de vidrio, amplios corredores y pisos de mármol en el lobby.

Sobre todo destaca su vista, una vista única hacia el oceáno Pacífico.

Precisamente toda esa amplitud y lujo ha resultado como un anzuelo para los inversionistas, quienes han puesto sus manos (y sus recursos), en este hotel con muy poca fortuna.

El anterior propietario, el corporativo Meigas, le dio el nombre de Grand Meigas hotel, sin embargo, su estadía en el puerto duró muy poco, menos de dos años, debido a los gastos que representa un hotel con 250 habitaciones, dos restaurantes, enormes áreas verdes y alberca, requiere de un personal mínimo de 160 personas.

A partir de octubre del 2002, el corporativo Neptune, propietario también de hoteles de tres y cuatro estrellas como el Maralisa, Los Pericos y el Panoramic, se convirtió en su nuevo dueño.

Con el fin de combatir el alto costo de su mantenimiento, se han tomado medidas administrativas como la liquidación de todo el personal anterior y la contratación de nuevos colaboradores, reduciendo su planta laboral a 90 personas.

Coloso de la época dorada

La construcción del hotel Caleta fue concluida después de cinco años, a principios de 1950, bajo la dirección del ingeniero Max Gloor, quien diseñó y concretó la primera etapa del hotel con 14 habitaciones y seis bungalows, de madera y teja, con baño privado y una alberca.

El ingeniero Galarza comenzó la segunda etapa del hotel en 1953, aumentando cuatro pisos y un ala nueva, concluida en 1957, quedando el inventario de cuartos en 240 habitaciones.

Dichas adiciones incluyen la primera suite presidencial del hotel, bar y cocineta para todos los nuevos cuartos.

Durante esta ampliación se incluyeron en todos los cuartos aire acondicionado y servicio de agua caliente.

Uno de los principales atractivos de dicha hospedería era su ubicación privilegiada, sobre la playa de Caleta así como la cercanía de la isla de la Roqueta.

Además contaba con su propio muelle, donde los huéspedes tomaban diversas embarcaciones para visitar otras playas como Icacos, Hornos, Revolcadero, Puerto Marqués y Pie de la Cuesta, así como para salir a altamar a pescar o a abordar yates privados.

Debido a lo anterior, el hotel Caleta se convirtió en la década de los cincuentas, en el lugar mejor equipado y más vanguardista de Acapulco y del país.

También fue pionero de las promociones por correo directo masivo a todos sus clientes, ya que contaba con un historial de huéspedes a quienes se les enviaba folletos y fotografías de sus estancias pasadas.

Por este medio se les hacía ofertas de alojamiento a los clientes, así como precios especiales para las temporadas bajas.

Locación para el cine internacional

El hotel Caleta fue escenario de varias películas extranjeras, en las que participaron artistas como Sofía Loren, Gary Cooper, Susan Hayworth, Orson Wells y Richard Windmark, cuyos directores aprovecharon la suntuosidad y el inigualable paisaje que servía de fondo para sus tomas.

Así como artistas, productores y directores llegaron al hotel Caleta a trabajar y a descansar, también se contaron entre sus huéspedes, toda una gama de personajes de la industria, la política, el arte y el cine nacional.

Sin embargo su declive comenzó debido a que los socios propietarios, no previeron la premisa mercadológica de que los gustos y las necesidades de los clientes cambian, y fuera de las áreas de recreo naturales, además de los elementos de la época, con buena comida, servicio de alberca, bares y música para bailar, no tuvo espacio para expanderse y crear canchas de tenis, sauna, gimnasio, campo de golf y demás que los nuevos hoteles ya ofrecían.

Asimismo, el equipo administrativo del hotel incurrió en gastos superfluos y exceso de cortesías, lo que causó la desconfianza de los socios mayoritarios. Así firman un contrato de renta con la Western International Hotels.

Esto causó que los empleados de la administración anterior se fueran a huelga con el fin de que la nueva operadora no los desplazara, conflicto que terminó con el despido y la liquidación de todos los empleados.

Cuando la Western concluyó su contrato como operador del hotel, no lo renovó, lo que causó que pasara de un administrador a otro, lo que causó que comenzara a decaer cada vez más a falta de mantenimiento y renovación de sistemas.

Hoy en día queda como una muestra de la arquitectura y el esplendor de mediados del siglo pasado que continúa su lucha por mantenerse en pie.

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