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Una marcha con música y baile hasta la madrugada en las calles de Tlapa

De la corresponsalía, Tlapa * Luego de que supo que las tendencias electorales a su favor eran irreversibles, el perredista Javier Manzano Salazar festejó con música, una marcha, baile y chilenas, acompañado de aproximadamente 400 personas que llegaron a la casa de campaña. Después todo fue fiesta.

Eran las 11 de la noche. Doña Lela, mujer de edad que había visto llegar a su casa a muchas personas importantes de la izquierda mexicana en los últimos 24 años, estuvo a punto de derramar lágrimas a pesar de su duro semblante. En su casa vio llegar a Othón Salazar, Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Miguel Angel Velazco, conocido como el Ratón Velazco, Rolando Cordera, Arturo Whaley, Roberto Zamarripa (hoy subdirector de Reforma), Ramón Sosamontes, Pablo Gómez y otros tantos, venidos del PCM que en su momento la otra izquierda radical que llamaba no a las elecciones los llamaba los “pescados”.

En la misma casa en la calle Guerrero, Javier Manzano, pegado la teléfono recibía informes y datos que le reportaban de las comunidades más alejadas de La Montaña. Cada vez que sabía de una casilla a favor del PRD lo anunciaba en voz alta. Los presentes aplaudían jubilosos.

Unos minutos después llegó la noticia del IFE local. Las tendencias electorales favorables y con un margen de alrededor de 3 mil votos para el PRD. Javier Manzano gritó entusiasmado: “¡Ya ganamos!”.

Todos se pusieron eufóricos. Todos eran uno solo. Los talacheros, los del equipo de campaña, seguidores, simpatizantes y militantes de su partido lanzaron vivas para festejar e inmediatamente salieron a la calle para gritar el triunfo.

Las dos bandas de música que se encontraban en el lugar  empezaron a tocar.

Las vivas y consignas como “ya ganamos”, “sí se pudo”, “viva Javier Manzano”, “Viva el PRD” se empezaron a escuchar y de manera inesperada un contingente se arremolinó en torno a su candidato para festejar el triunfo. 

El contingente iba encabezado por un maestro bilingüe que agitaba con entusiasmo la bandera de México, y atrás de él un joven con una bandera del PRD.

Metros atrás, Javier Manzano, vistiendo una camisa amarilla caminaba al lado de su esposa, su suplente Víctor Aguirre Alcaide, la esposa de éste; y su equipo de campaña, entre los que se encontraban Reyna Mejía, Maximino Ureiro, y otros integrantes del PRD municipal empezaron a marchar por la calles de la ciudad de Tlapa. Pasaron por el local del PRD, a esas horas lleno de gente a la expectativa de los datos electorales. Allí se les unió otro contingente.

Alrededor de 400 personas, militantes, simpatizantes del PRD, maestros, indígenas, comerciantes, mujeres, niños, ancianos y varias familias caminaron por la avenida Colegio Militar hasta la terminal de autobuses. 

Al paso del contingente por la calles Guerrero y Morelos, muchos vecinos salieron a la puerta de sus casas  desconcertados para verlos pasar, unos aplaudían otros no sabían qué hacer.

No es costumbre hacer una manifestación ya casi a media noche. Parecía una revuelta o motín indígena. Parecía San Miguel Canoa. Al parecer era tocarle al corazón de la ciudad. El corazón de La Montaña.

La euforia se escuchaba y despertó a muchos que dormían. Las consignas de “Manzano ya ganó”, “Javier amigo, el pueblo está contigo”, “sí se pudo”, “el PRI no se la cree”. Le ganaron al PRI en una región considerada como su duro bastión electoral.

Iban caminando lanzando consignas desde viejos comunistas que habían estado al lado de Othón Salazar, también del ya desaparecido PSUM y miembros del PRD; lo que algunos llaman el viejo y el nuevo PRD, maestros bilingües, profesionistas, mujeres de las colonias de Tlapa, miembros de organizaciones sociales de la región, sociedad civil, comerciantes de la ciudad, y varios priístas que se incorporaron durante la campaña para apoyar a Javier Manzano.

El grueso del contingente lo conformaban indígenas ñuu savi (mixtecos), me’phaa (tlapanecos) y nahuas de distintos pueblos de La  Montaña.

Algunos llevaban mochilas en la espalda, otros cargaban con sus morrales. Vestían camisas y pantalones desgastados, con sombrero y huaraches. Avanzaban con el puño en alto lanzando vivas al PRD, a Javier Manzano.

Parecía una revuelta nocturna en el pueblo del río lodoso (ita Nda’yi) como le llaman los ñuu savi de la región. Uno de los que marchaban mencionó en su lengua materna tu’un savi (mixteco): “Ya estamos cansados de tantos robos, de tantas falsedades, ya despertamos ahora, ya despertamos”. Y es que en muchas comunidades y pueblos indígenas consideradas priístas ganó ampliamente el PRD.

El contingente al pasar por el Zócalo de la ciudad lanzó consignas como el “PRI no se la cree”, allí Javier Manzano dudó en pronunciar un discurso en el kiosco y enfiló con sus acompañantes, por la calle Guerrero rumbo al local del PRD donde algunos miembros de su equipo de campaña querían escucharlo.

Pero Fermín Arriaga propuso: “Dejen de hablar ya, la gente quiere bailar”. Las bandas empezaron a tocar las chilenas, Javier Manzano bailó con su esposa en plena calle donde se encontraba la mayoría de la gente. Víctor Aguirre hizo lo mismo, el gusto con que bailaba no le cabía en el cuerpo. Ahí bailaron doña Meche, Alejandrino, Reyna, Jando, y tantos otros, bajo una llovizna tranquila. Y la fiesta se prolongó durante varias horas hasta la madrugada.

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