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Acapulco: urnas vacías e incidentes que involucran a todos los partidos

 Aurelio Peláez * Una de las primeras cuentas sacadas en los cuarteles de campaña de los partidos en Acapulco, a eso de la una de la tarde, fue la alta abstención electoral que se estaba registrando. Iban ya las primeras cinco horas de votación y en las urnas apenas había el voto de un 25 por ciento de boletas emitidas.

En La Progreso, en Mozimba, en las casillas del centro de la ciudad, a eso del mediodía la presencia de votantes era escasa. Dos o tres haciendo cola, a veces nadie. Quedaban cinco horas para el cierre de las mesas de votación y no se veía un ánimo favorable a que mejorara la asistencia a las urnas.

Pero a esa hora también, no se tenía información de incidentes electorales. El esperado choque entre los cazamapaches perredistas y los caza zorrillos amarillos priístas, se había quedado en amago. Quizá porque a diferencia de otros procesos electorales, el PRI ya no cuenta con el respaldo de las despensas, pacas de lámina y bultos de cemento que financiaban con recursos del erario y con lo que premiaba la fidelidad del votante popular. Las bodegas y los operativos de entrega de esos recursos, fueron el blanco de los cazamapaches, que ahora son gobierno, en anteriores elecciones, registrándose enfrentamientos que terminaron ante alguna oficina del Ministerio Público.

En el PRI, que va otra vez a una elección en su papel de partido político de oposición, las brigadas caza zorrillos amarillos descansaban, a le espera de movilizarse ante algún desmán de las cazamapaches. Vestidos de blanco, un grupo se aburría debajo de un árbol, cubriéndose del fuerte sol.

A diferencia de otras elecciones, cuando cualquier movimiento suyo despertaba la suspicacia perredista, los priístas se movieron a sus anchas por la ciudad, aunque sin los llamados “operativos” de antes. A mediodía el senador Héctor Vicario, coordinador de la campaña del PRI en Acapulco, comía relleno en el barrio del Pozo de la Nación, acompañado del presidente del PRI en el municipio, Oscar Hernández Salgado, a escasos diez metros de una mesa de votaciones.

Durante la media hora que estuvo ahí el senador, la casilla fue visitada apenas por una veintena de ciudadanos, entre ellos la directora de Atención a Grupos Vulnerables, Esmeralda Hernández, que estuvo en actos de campaña de la candidata del PRD a la diputación por el distrito 10, Irma Figueroa Romero.

En ese distrito encuestas daban ventaja a la candidata perredista, aunque Vicario confiaba en que “la imposición” de Irma Figueroa en ese distrito por el alcalde Alberto López Rosas, provocaría un voto de castigo. Pero, en todo caso, el voto a favor del candidato priísta Jorge Ochoa Jiménez aún no llegaba.

Ahí, Vicario conoció, en plática con reporteros, que las primeras acusaciones de irregularidades electorales no venían en contra del PRI, sino de Convergencia, que tuvo como candidato en el distrito 10 a Luis Walton. Apenas una hora antes, la dirigente del PRD municipal, Beatriz González Hurtado, había dicho en la radio que el empresario estaba promoviendo el acarreo de votantes y la compra del voto.

Incluso, frente a la casa de campaña de Walton se apostó el yerno de Irma Figueroa, un hijo del notario Jesús Aguirre, como para observar el movimiento del equipo de campaña del candidato de Convergencia. Muy obvia su presencia, se retiró luego de que avisado de que estaba ahí, el propio Walton salió a saludarlo. “Pásale acá adentro, acá te platicamos cómo va todo”, le dijo el candidato.

Perredistas dieron también marcación personal al ex regidor de ese partido, Horacio Bahena, quien hace dos semanas se adhirió a la campaña de Convergencia. Según tips que el propio equipo de campaña de Irma Figueroa dio a periodistas, a Bahena lo siguieron hasta la propia casa de campaña de Walton.

Después de votar, Walton estuvo en su casa de campaña. Sonrió al conocer la declaración de González Hurtado. “Los traemos preocupados”, dijo el empresario, quien en la campaña presentó una queja ante el IFE en contra del alcalde Alberto López Rosas y funcionarios de su gobierno, por su presunto apoyo a las candidatas perredistas. Entre sus cercanos, la votación que recibirán es una incógnita. “Si mal nos va quedamos en segundo lugar”, asegura.

Javier Larequi, el dirigente municipal de Convergencia, también saca sus cuentas de la asistencia de ciudadanos a urnas, siendo ya las 2 de la tarde. “Va como el 25 por ciento, muy bajo”. Y es que en el equipo de campaña de Walton se tenía la idea de que una mayor votación sería favorable a su candidatura.

Entre los atenuantes, uno que no emociona tanto, contado por el mismo Larequi: “No vemos operativos del PRI”.

En el edificio del PRI hay una movilización austera. Nada aparatoso como en otras campañas, cuando, seguro el triunfo, todos se querían dejar ver ahí por los candidatos, futuros alcaldes o diputados. Por la tarde había medio centenar de personas. En el edificio despachó Vicario poco después de haber llegado de Huitzuco, donde a temprana hora votó en su pueblo, Chaucingo. Ahí se reunió con el comité municipal, y luego recibió al candidato en el distrito 10, Jorge Ochoa Jiménez.

Al salir, poco después de las tres de la tarde, tranquilo, adelantaba que “vamos a dar la sorpresa, vamos bien”. Al PRI llegaba además otra versión atípica: en la colonia Jardín, sus representantes en una casilla habían sido agredidos por representantes de Convergencia. Una más, que los panistas perseguían por la ciudad a perredistas que transportaban acarreados. “Y dicen que los del PRD van a robar urnas”, contaba el senador.

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