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Destaca José Agustín la literatura confesional de Muriel Salinas

 Xavier Rosado * “Muriel es una grata adición a las letras femeninas mexicanas, la lectura de su libro fue una sorpresa gratísima porque pone en manifiesto la voz femenina, pero una voz muy interna, muy íntima”, opinó el escritor acapulqueño José Agustín del libro Espejo de una mujer rota de la autora Muriel Salinas.

Dicho trabajo publicado por el Instituto Guerrerense de la Cultura e integrado a la colección Letras Surianas fue presentado el viernes en el auditorio Juan García Jiménez de la Casa de la Cultura de Acapulco, por editores y escritores guerrerenses.

Estuvieron en el presidium, el escritor José Agustín, la directora de la revista Hojas de amate, Gela Manzano, el jefe de redacción de Milenio Acapulco, Roberto Ramírez y la escritora Judith Solís.

Muriel Salinas fue la protagonista de la noche, presentando un libro de gran calidad narrativa, escrito en primera persona que desnuda su intimidad y con un diálogo interno pleno de una fluída y sensible prosa.

José Agustín dijo que aunque no había tenido noticias de Muriel, calificó al libro como “impresionante” por su composición, en la que incluye ocho relatos: “el primero de ellos muy corto, como un prólogo al libro que es la quintaesencia del mismo, en el que predomina la voz femenina, vista desde adentro”.

Dijo que estaba sorprendido de ver el talento narrativo de la escritora, con historias “en las que no hay ingenuidad, que se dicen las palabras con aparente sencillez, pero que esconde un afortunado manejo de la prosa, hay un tono, un estilo literario uniforme”.

“Con su obsesión por los espejos Muriel intenta verse a sí misma, penetrar más allá de lo visible. El espejo representa la posibilidad de encontrar la esencia, la realidad de los personajes, pero su visión no es complaciente, no se ve al espejo para acicalarse, sino que trata de reconocer las distintas facetas de la realidad humana, como decía Rimbaud ‘yo soy otro’ o Cristo ‘somos legión porque somos muchos’”.

Agregó que con dicha obsesión, la autora busca llegar al fondo de las cosas, lo que implica una valentía, “un tono de literatura confesional, que descubre distintos aspectos de las mujeres, que tocan el fondo de la esencia, de la realidad”.

“Me sorprende que Muriel trata de ver al género femenino con el máximo rigor y con una sabia resignación, una tristeza muy humana, muy sensible, con un alto nivel poético, porque hay mucha poesía en el libro”, opinó el autor de Dos horas de sol.

Dijo que en momentos el libro le recordó las Memorias del subsuelo, de Fedor Dostoiveski, por su búsqueda de fibras íntimas y a la obra máxima de James Joyce, Ulises, por su diálogo interno y por su fuerza, sin inhibiciones, con un fin catártico.

“No es fácil escribir con la ductibilidad con la que lo hace Muriel, llevándote a la narración que en realidad son paisajes del alma.

“Yo veo dos logros muy palpables en este libro, que bien pueden formar parte de cualquier antología de letras mexicanas, por su gran capacidad narrativa: Sueños de agua que es un cuento terrible por la forma en que relata el machismo mexicano y sobre todo porque la narración está hecha desde la perspectiva de una niña. Otro es Qué felicidad la vida, narrado desde un estado de la muerte, donde una mujer está viendo hacia atrás su vida previa a la muerte, la violencia, la desolación están planteadas con una eficacia extraordinaria”, dijo el autor de La tumba.

Para concluir su participación, José Agustín dijo que Muriel Salinas es una autora muy hecha, muy capaz, que cae muy bien en las letras mexicanas, que retrata el mundo de la mujer desde una perspectiva femenina.

“Este es un libro que un hombre jamás podría escribir y yo como hombre le doy una gran bienvenida, porque me encantan las mujeres”, concluyó el escritor.

Gela Manzano calificó a la edición de este libro, como “una gran aventura” en la que ayudaron a las gestiones correspondientes, el gran talento de la taxqueña.

Por su parte Judith Solís y Roberto Ramírez, coincidieron en que la escritora comienza con su libro, una nueva generación de creadores guerrerenses, elevando la percepción de las letras femeninas como manifiesto de su pensamiento y sentimiento.

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