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Jaime Castrejón Diez

El tripartidismo

Sin saber todavía el resultado de las elecciones, es bueno hacer un balance de este periodo electoral en que después de haber vivido la alternancia en el poder del 2000, vivimos una partidocracia extrema que provocó que nuevos partidos quisieran participar también en el reparto de las prerrogativas y tratar de establecerse en el sistema político. Es por eso que tanto partido pequeño se anotó para obtener un registro que les garantizara una cantidad respetable de dinero para mantenerse dentro de la senda política nacional.

Las encuestas mostraban muy claramente un tripartidismo marcado a pesar de los vaivenes del partido verde que a veces está aliado con el PAN y a veces con el PRI para asegurar su registro. De hecho la composición de la Cámara de Diputados no va a cambiar y creo que no cambiará porque los argumentos esgrimidos durante la campaña no fueron suficientemente claros o contundentes para que hubiera una inclinación a cambiar la forma de votar que se había manifestado en ocasiones anteriores, todo apuntaba a un mayor abstencionismo y a una cámara dividida.

Pero hay que considerar también lo que significa en la relación de fuerzas que conforma este tripartidismo; lo difícil que es para los partidos nuevos penetrar, por muchas razones, por falta de estructura, por falta de personalidades o en última instancia por falta de reconocimiento del electorado a sus plataformas políticas, que como es natural no levantaron gran interés en la ciudadanía. En primer lugar el oleaje de propaganda política en los medios de comunicación hizo que también los pequeños partidos entraran al juego, es natural que la frecuencia del mensaje era menor y que el resultado difícilmente alteraría las situaciones de los tres partidos mayores.

La campaña se caracterizó porque no hubo nuevas ideas, los tres partidos mayores mantuvieron sus posiciones, fue más un continuo pleito entre los distintos partidos confirmando sus posiciones anteriores, reviviendo la campaña del 2000. El PRI tratando de borrar su historia y tratando de pedir perdón y mostrar arrepentimiento para recuperar el electorado que había perdido. Esto se ve más en el medio urbano, sobre todo en las grandes ciudades, donde el PRI ha perdido casi toda la presencia; aún cuando conserva todavía grandes números en el voto del campo. Siempre los cambios de actitud en los rural van atrás de los cambios de actitud en las zonas urbanas.

Uno de los efectos de esta larga campaña fue mostrar que no hay un concepto claro de ideología o de concepto de gobierno, ya que dentro de los mismos partidos hubo divisiones de opinión y no queda tan claro que el PRD sea la izquierda, el PAN la derecha y el centro el PRI, sino que más bien todos son una amalgama de tendencias lo que hace difícil considerar una clara definición ideológica de ellos. Su definición más adecuada es la de que son “una olla de grillos”.

Por otro lado la alternancia en el poder tuvo cambios naturales pero no hubo nuevos liderazgos, es más se mantiene la popularidad del Presidente Fox y el Jefe de Gobierno López Obrador, más por características personales, que por ideas o por presencia política. Estas popularidades no se reflejaron hacia los partidos, cada uno de los partidos mostraron sus distintas facciones, lo que evitó que hubiera una identidad partidista que, a estas alturas de la elección, hubiera dilucidado y hubiera puesto en alguna forma la marca de lo que es una democracia post alternancia.

Esto no deja de ser un problema difícil para la sociedad porque se supone que la sociedad estaría reflejada en las distintas ópticas de los partidos y lo que se ve es que la sociedad se ha convertido en espectadora y en lugar de confrontación directa o mítines masivos, lo que se ha visto es una ola propagandística en los medios de comunicación sin gran contenido ideológico, limitados naturalmente por el formato de los medios electrónicos. Lo que podemos decir es que en este primer intento de democracia post alternancia, los que dictaron las condiciones fueron los medios de comunicación y se hizo muy clara la falta de personalidades en los partidos.

Fuera de los resultados que pudiera dar esta elección lo que podemos ver es que fue la campaña más apolítica que se ha vivido en el país en los últimos años. No se discutieron ideas, se vio la limitación de conceptos y también se vio la falta de personalidades que pudieran arrastrar la opinión publica en los distritos. Las que actuaron fueron las burocracias partidistas saliendo a buscar el voto sin ser reconocidas y muchas veces ni escuchadas por los electores.

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