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Silvestre Pacheco León

 CRONICA MUNICIPALISTA

  El Cerro Viejo

 Si la altura de los cerros fuera el dato determinante para calcular su edad, hay razón para se le conozca como Cerro Viejo porque es el más elevado entre los siete que resguardan la ciudad de Zihuatanejo.

El Cerro Viejo va paralelo a la costa y se levanta a escasos dos kilómetros de la bahía con una altitud que supera los 200 metros sobre el nivel del mar.

El cerro pertenece al ejido de Agua de Correa y sus faldas constituyen el límite natural de la ciudad.

Eminentemente rocoso y muy empinado, es rico y diverso en flora y fauna, atractivos para el ecoturismo y lugar donde aún pueden verse ejemplares como las chachalacas.

Los habitantes originarios de Agua de Correa, de Mata de Sandía, de Valle Verde, cuentan historias de cuevas y grutas con tesoros cuyas entradas se localizan en los acantilados, de lagunas con aguas cristalinas en la cima del Cerro Viejo.

A muchos nos consta que al pie del cerro, seco y plomizo la mayor parte del tiempo, abunda el agua que suele correr como torrente en las épocas lluviosas bajo frondosos y gigantescos árboles de huje.

Quien se anima a caminar cuesta arriba para admirar desde lo alto la ciudad con su bahía, se encuentra amplios jardines naturales de cactáceas y todo lo que ofrece la selva baja, tropical donde seguramente crecieron y se explotaron hasta su agotamiento ejemplares de cedro rojo y roble.

Por el lado que cada quien quiera verlo, el Cerro Viejo es emblemático de Zihuatanejo y quizá el único que conserva bosque original.

Después de la primera semana de lluvia cambia el deprimente color plomizo del estiaje en variados tonos verdes y abundante follaje.

El Cerro Viejo, el más alto, el más empinado, el más pedregozo y el más conservado, está cambiando aceleradamente víctima también de la irresponsabilidad oficial, de la ambición de particulares y de la indolencia de la población.

La explotación y saqueo de sus piedras va dejando huellas indelebles en su piel como heridas que jamás sanarán. Socavones y caminos que no pueden pasar desapercibidos van creciendo como enfermedades curables pero crónicas.

Hace una semana, una madrugada cualquiera los vecinos del Cerro Viejo se abanicaron ante estruendos que parecían explosiones. Contaron hasta cuatro detonaciones, como las que emplean los pedreros para facilitar el manejo del material pétreo.

Por su parte, la mancha urbana hace rato que rebasó la avenida de los hujes que en el Plan Director de Desarrollo Urbano está como límite al crecimiento de la ciudad.

La colonia El Calechoso que debe su nombre al arroyo que baja del cerro, fue la primera en fundarse con toda discreción pero con absoluta confianza por la cercanía de sus líderes con las autoridades estatales y municipales.

Pero ha sido desde el año pasado, en ésa transición que ha marcado el cambio de partido en el gobierno municipal, cuando con mayor decisión y amplitud va desapareciendo la capa vegetal y emergiendo como los hongos con la lluvia, un sinnúmero de casas, caminos, fraccionamientos, cuyas consecuencias ambientales están afectando ya a toda la ciudad.

En el origen del problema que afecta la vocación y el uso del suelo en esta zona aparece nuevamente la actitud poco apegada a la ley del organismo responsable del crecimiento urbano de la ciudad.

No hay datos que hablen con certeza sobre la fecha en que sucedió, pero los ejidatarios afectados con la expropiación de sus ejidos para la fundación de la ciudad han demostrado que mañosamente el Fideicomiso Bahía de Zihuatanejo se tomó una superficie mayor de la expropiada e indemnizada y ahora que prácticamente el organismo ha comercializado toda el área que administra, ha reconocido su voracidad pero dice no tener medios para reparar el daño, situación en la que los ejidatarios han encontrado justificación suficiente para apoderarse de una amplia franja de terreno cuya vocación está lejos de ser urbana pero de todos modos encuentra siempre inversionistas que saben de las ventajas que tiene hacerse de una propiedad inmobiliaria en destinos como Zihuatanejo donde por mal que vaya la economía siempre hay demanda de suelo para vivienda.

Los problemas de erosión del suelo, de acarreo de material sólido por parte de las avenidas pluviales con destino a la bahía, la generación de desechos contaminantes por los asentamientos irregulares se van incrementando, sin dejar de lado el hecho de que siendo la colonia El Hujal la del sector pudiente de la sociedad de Zihuatanejo, las invasiones que ahora viven arriba de sus residencias, los ha incomodado con razón debido a que su propiedad inmobiliaria se está desvalorizando.

Para la sociedad de Zihuatanejo está claro que el origen del problema es la absoluta falta de autoridad que permite a funcionarios, dependencias públicas y a particulares violar la ley con toda impunidad.

Si el gobierno federal y estatal fuera garantía de vigilancia, cuidado y respecto de los recursos naturales, si se aplicara la ley contra quienes cambian el uso del suelo sin autorización, si el gobierno municipal educara a la población en el sentido de que nadie puede construir nada sin contar con la licencia respectiva, otra realidad viviéramos.

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