Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

* El acoso contra Martha Obeso

El año pasado, dos días antes de la entrega post mortem de la medalla Sentimientos de la Nación a Armando Chavarría Barrera, una rosa blanca amaneció pegada en la puerta de la casa de Martha Obeso Cázares, viuda del diputado asesinado el 20 de agosto de 2009.
Era una amenaza, y no era la primera que recibía. A lo largo de estos cinco años Martha Obeso ha sido víctima de un descarado hostigamiento cuya pretensión ha sido orillarla a abandonar la búsqueda de justicia por el homicidio de su esposo. El primer incidente ocurrió sólo unos meses después del crimen, cuando un equipo de agentes de la ciudad de México, proporcionado para su seguridad por el entonces jefe del gobierno capitalino Marcelo Ebrard, fue secuestrado con violencia y obligado a salir de Chilpancingo y del estado. En otras ocasiones ha sido seguida por individuos de apariencia patibularia que manifiestan un extraño control de las calles de la capital, quienes al menos en un caso llegaron al extremo de detenerla y amenazarla directamente. También por vías no violentas ha recibido Martha Obeso mensajes que la apremian a desistirse de exigir el esclarecimiento del asesinato y hundirse en una resignación pasiva.
A las rosas se les atribuyen muchos significados, pero no hay ninguna duda del siniestro mensaje que contenía aquella flor blanca usada como pasquín fúnebre. Por esas fechas Martha Obeso desarrollaba una intensa actividad pública para conmemorar el cuarto aniversario del homicidio, lo que la llevó a visitar varias veces el Congreso del estado para reunirse con los diputados. Sus gestiones fructificaron en una memorable sesión del Congreso, lograron recordar la impunidad que rodea el caso y recuperar ante la opinión pública el nombre de Chavarría, paulatinamente olvidado hasta por quienes fueron sus más cercanos. No pasó inadvertido todo ello para quienes desde las sombras trabajan con empeño para impedir que el homicidio se aclare.
No hubiera tenido ningún sentido que Martha Obeso acudiera a las autoridades para denunciar el hecho, y no lo hizo, como tampoco lo hizo en los episodios anteriores. Sin embargo, el acoso contra la esposa de Chavarría es un asunto de interés público y responsabilidad del gobierno, motivo por el que se aborda en este espacio.
Aun en el infierno cotidiano que sufre el estado, no son insignificantes esas agresiones, que reaparecen conforme Martha Obeso intensifica las acciones para demandar justicia. Hasta ahora, con un criterio mezquino las autoridades se han mantenido al margen, como simples observadoras, como si esos hechos no fueran competencia suya o como si no hubiera motivo de alarma en ese patrón de hostigamiento.
En un mes se cumplirán cinco años de la ejecución de Armando Chavarría. Es ya improbable que el declinante gobierno de Ángel Aguirre Rivero esclarezca y castigue el homicidio como se comprometió en su campaña a hacerlo, pero no por eso debe arriarse la bandera de la justicia, ni en este ni en cualquier otro de los muchos casos que se han acumulado en Guerrero. Pero entre tanto, el gobierno podría intervenir en esta otra serie de acontecimientos inquietantes que vulneran la integridad de la familia del diputado asesinado.
Quizás es momento de que Aguirre –que no puede desconocer de dónde provienen las amenazas– analice si puede permitir que esas agresiones continúen y si puede darse el lujo de dejar expuesta a Martha Obeso a ese riesgo constante. Es posible que estemos hablando frente a una insensible y muda pared, pero el gobierno debe poner fin a su indiferencia en este singular y delicado punto que suma una infamia a la infamia del asesinato de Armando Chavarría.
Reforma energética: la gran tomadura de pelo

Hace algunos meses la publicidad gubernamental empezó a advertir que la prometida reducción de las tarifas del gas, la luz y la gasolina no serán inmediatas, como los comerciales del propio gobierno ofrecían al principio para justificar la reforma energética. En el tema del gas natural, decía la publicidad del gobierno federal, la reducción se concretará después de que la producción se incremente y de que como consecuencia de tal abundancia los precios sean presionados a la baja. Lo mismo sucederá con la tarifa de la luz, que según esos spots tendrá que bajar porque bajará el precio del gas que la Comisión Federal de Electricidad emplea para producir el fluido. Es decir, el panorama color de rosa que el gobierno de Enrique Peña Nieto pintó para conseguir el asentimiento social a la reforma, que de todos modos no alcanzó, empieza a teñirse de negro y a mostrarse como siempre fue.
La explicación de los matices que el gobierno introdujo en su publicidad, y los condicionamientos que aparecen en el discurso oficial ahora que las leyes secundarias fueron aprobadas en el Senado y se discuten para ser aprobadas en la Cámara de Diputados, confirman que las promesas sólo eran promesas sujetas a la veleidad del mercado, no certezas ni compromisos. En consecuencia se puede asegurar que las reducciones en el costo del gas, la luz y la gasolina prometidas por la reforma energética, no llegarán nunca.

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