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Ovacionan de pie al saxofonista Abel Sánchez Abarca en el concierto de la OFA

 Xavier Rosado * La Orquesta Filarmónica de Acapulco tuvo otra noche exitosa al presentar en su quinto concierto de temporada al músico acapulqueño Abel Sánchez Abarca.

El especialista en saxofón, flauta y clarinete proporcionó uno de los solos mejor recibidos por la audiencia, desmintiendo así el dicho de que “nadie es profeta en su tierra”, porque sus paisanos, apreciaron las suaves y fluidas notas de Abel Sánchez, regalándole una ovación de pie y provocando que se saliera del programa de la noche tras el inusitado encore del público a medio concierto.

La filarmónica comenzó su programa con una de las últimas piezas del prolífico compositor de Durango, Silvestre Revueltas, Sensemayá¸obra que transportó a la audiencia al universo selvático maya, creado por este músico mexicano.

A las 21:13 horas comenzó el concierto con Sensemayá, dirigida por Eduardo Alvarez, quien con su presencia, marcó el preludio al goce musical.

Al comenzar la música, los sonidos de los cornos y trombones, simulando una marcha de animales por la selva, todos quedaron hipnotizados, transportados de inmediato al mundo imaginario de la música.

Las flautas y clarinetes se unieron a la armonía; entraron las percusiones y las claves, que hicieron que la procesión salvaje se oyera más de cerca, después las cuerdas, breves notas de violines, como aves que vuelan acompañando a los elefantes, rinocerontes y tigres y después los platillos, en un clímax que marcó una enorme desbandada frenética del reino de la jungla.

Al concluir la pieza el aplauso fue ensordecedor, el director Eduardo Alvarez lo agradeció con una reverencia y lo compartió con su cuerpo de músicos, alargando su batuta hacia ellos para que se pusieran de pie.

Para continuar con el concierto, el director salió brevemente del escenario para regresar después de unos minutos con el solista de la noche, Abel Sánchez, quien fue recibido con aplausos y gritos afectuosos.

Siguió el concierto para saxofón Opus 109 de Glazunov y Petiot, acompañado únicamente por la sección de contraltos y cuerdas de la filarmónica.

Las notas del saxofón se unieron a aquellas breves tonalidades de las violas, violines, cellos y contrabajos, pero en un afortunado momento, todos los demás músicos marcaron un largo silencio para dejar que las notas del saxofón fluyeran semejando latidos del corazón.

Al concluir el número, el solista salió del escenario acompañado del director, sin embargo, regresó solo, para recibir un par de ramos de flores y el aplauso de los 800 presentes, hasta que se ubicó una vez más en el proscenio para convocar a su compañero Alonso Hernández, quien movió su pesado contrabajo para acompañar al saxofonista en la obra jazzística de Wayne Shorter, Footprints.

“Tengo que cambiar de boquilla y de canal musical para interpretar esto que espero les agrade”, dijo el solista en una ocasión sin precedentes para la OFA.

Así, sin mayores recursos técnicos que los instrumentos y sus intérpretes, el público guardó silencio para escuchar la festiva pieza de Shorter, que deleitó a presentes quienes mostraron también su gusto por el jazz.

Después del intermedio, el concierto concluyó con la Sinfonía en re menor de César Franck, quien nació en Bélgica en 1822 y murió en París en 1890, un músico que por su genio y su armonía, ha sido equiparado con la fuerza creativa de Beethoven.

Dicha sinfonía, culminada después de dos años de trabajo, en 1888, es una de las obras póstumas del compositor en las que transporta al público, en sus tres movimientos, de un compás lento, a un allegro non troppo, y otra vez a un lento y después, de un allegro,a un allegretto jugando con los matices y con el cromatismo de la pieza.

El concierto concluyó a las 22:43 horas, dejando plenamente satisfechos a los asistentes al grado que la intensa lluvia al salir, resultó un estímulo más para la inspiración que transmitió la OFA a través de sus interpretaciones.

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