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“Las playas están sucias”, dicen niños a López Rosas, a quien antes halagan

  * Alumnos de primaria le obligan a emplearse a fondo  

Aurelio Peláez * A Alberto López Rosas, el niño Saudi Sánchez le hizo una primera pregunta políticamente correcta: “¿Qué se siente ser alcalde?” El alcalde, cómodo en esa pregunta, le responde que por supuesto, es una gran responsabilidad. Pero luego suelta otra pregunta: “Qué pasó con los programas de levantamiento de basura en las colonias”. López Rosas, como sorprendido, dice que esos programas concluyeron hace un mes, pero que se volverán a realizar.

El alcalde se reunió ayer por la mañana con una docena de alumnos de quinto año de la primaria Manuel M. Acosta, ubicada atrás de la catedral. El encuentro fue concertado por la directora María del Carmen Cueva, quien dijo sentirse “satisfecha como guerrerense” de la labor del edil.

El encuentro es parte de un programa para que los alumnos conozcan el trabajo de alcaldes y diputados, y la sede la oficina de la presidencia municipal. Los alumnos primero ven, escuchan la explicación de López Rosas de su labor, y luego se abre un silencio. Como que ambos bandos se retiran después de un encuentro cortés. Incluso, hubo un leve reclamo de la directora porque a su escuela no se le invitó a formar parte del cabildo infantil, niños que por cierto, irán a un encuentro nacional a Quintana Roo. López Rosas promete integrar a algunos de ellos a ese grupo.

Pero luego, como mostrando tablas en caso de ser llamados al cabildo, una de ellas, Sryshyeni Guadalupe Lozano, pregunta al alcalde sobre su programa para la atención de niños de la calle y del problema de las drogas. Saudi Sánchez también le pregunta sobre el programa de ayuda a los adultos. Uno más, Carlos Levi, le inquiere sobre cuál es el programa más importante del ayuntamiento. Las plantas tratadoras de aguas negras, le dice éste. “¿Pero las playas están sucias?”. López Rosas se ve obligado a emplearse a fondo. Explica que una cosa es el agua del drenaje y el otra el que de las lluvias que baja en los ríos a la bahía. Es un discurso y un ejercicio de cortesía parlamentaria para el que no llegó preparado, por niños aún lejanos de tener el derecho de votar y ser votados.

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