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Alejandro Téllez, artesano del papel amate que ha sido maestro y alumno de Toledo

 Xavier Rosado * Alejandro Téllez González llegó a Acapulco con el fin de vender algunos de sus pliegos de papel amate, buscando galerías de arte o centros culturales donde aprecien su trabajo, tal como lo ha hecho en casi todas las principales ciudades de la república.

Nació en 1954 en San Pablito Pahuatlán, Puebla, donde, por imitación, comenzó a los 12 años a trabajar este oficio milenario.

“La producción de papel amate no es una carrera, es una historia, de mis padres, mis abuelos, mis antepasados, tenemos 400 años en mi familia trabajando el papel. Desde que comencé, buscaba nuevas formas, nuevas técnicas, porque quería hacer mi propio producto, algo que nadie hubiera hecho”, expresó el artesano.

En su comunidad otomí, donde todo el día se escucha el machacar de las piedras de metate sobre las planchas con amate, aprendió el oficio de su madre, quien además hacía trajes bordados a mano.

Técnica ancestral

Trabajar con la corteza del árbol de amate, no es sencillo. Sólo con la paciencia y el concocimiento transmitido de generación en generación, se puede hacer lo que hace Alejandro Téllez González.

“Para hacerlo hay que arrancarle la cáscara al arbol que en mi pueblo nombran amate, así lo bautizaron, pero hay cuatro clases de árboles, Palo de leche que su color es beige; otro árbol que se llama Chaca, es más café oscuro; el otro se llama Totolcal, es como jaspeado o pinto y luego el más especial, esos son los árboles que se llaman mora, que dan el fruto que se llama la mora roja, esos dan el amate blanco, es más raro porque se da una vez al año, por eso es más caro”, explicó.

Indicó que la técnica de fabricación del papel amate, se ha modificado muy poco a través de los siglos, por lo que el método continúa siendo artesanal.

“Se corta la cáscara del árbol hasta dejarlo pelón, por eso ya se están acabando los árboles en mi tierra, porque el árbol sin corteza se muere”, precisa.

“Ya después, las tiras de cáscara se llevan a cocinar. Antes se usaba ceniza de leña para hervir el material crudo, luego ya empezamos a usar sosa caústica, gracias a un pintor que conocí en San Miguel de Allende, que se llamaba Leonel Brooks, quien ya falleció pero nos dejó esa técnica”, explicó el artesano.

El proceso continúa con la cocción de la corteza en un cazo “de los que usan los carniceros. Ya que está bien hervido, se saca, se lava muy bien, se quita el ácido y se empieza a hacer el papel sobre la base de una tabla, de la medida que uno quiera, se va extendiendo el material en tiras y ya cuando está bien extendido, se empieza a machucar con un pedazo de piedra de metlapil o metate como le llaman, igual a la que se usa para moler mas, se machaca y se le echa agua hasta que queda bien pegado y se emparejan las orillas, cuando ya está terminado, se lleva al sol para que se seque, ya cuando se seca, se levanta el papel y así queda”.

Mencionó que a San Pablito, llega gente de diferentes partes de México y del extranjero para adquirir este material.

“El papel tiene muchos usos, primero para pintar óleo, acuarelas, acrílico, pastel, vinílica o grabado, también lo usa la gente que hace muebles, forran escritorios, mesas, hacen biombos. En las imprentas hacen tarjetas de invitación, forran libros y hacen códices. Hasta hay personas que forran paredes enteras con el papel”, enlistó.

Por ejemplo, dijo que para usarlo en los muebles, se aplica en la superficie resistol blanco y después se pega el papel, después se aplica sellador, barniz o poliéster, este último debe ser lijado cuando seca, para que adquiera la textura del vidrio.

“Otro mueblero de San Miguel de Allende, me compra el papel completo y luego lo despedaza, me pide mil hojas tamaño chico nada más para romperlo, luego los pedazos los pone sobre el mueble, a mi no me gusta cómo se ve porque queda como parchado, pero a muchos americanos que van allá, sí les gusta y se los llevan”, comentó.

Proveedor de Cuevas, Toledo y Mérida

Además de haber conocido las principales ciudades de la república, desde Matamoros hasta Cancún, (sin llegar nunca a cruzar la frontera), su oficio lo ha llevado a conocer a grandes valores del arte pictórico.

“Cuando descubrí nuevas formas de trabajar el material, empecé a salir a la ciudad de México a vender mi trabajo, ahí fui conociendo a pintores y pintoras, en las escuelas de artes plásticas, casas de cultura y centros culturales.

“La primera persona que me comenzó a comprar papel en México fue un pintor que ya falleció, se llamaba Carlos Mérida, me pedía pliegos de papel amate en tamaño grande de 2.44 por 1.22 de ancho”, dijo el artesano.

Comentó que hace 10 años conoció al precursor de la generación de la ruptura, José Luis Cuevas, en la escuela de San Carlos en México a quien hasta la fecha, le provee de papel.

“Le gustó mi obra, porque yo trabajo la textura, cuido mucho la terminación del papel y ahí me empezó a pedir, unas cuantas hojas, poco a poco y ya después me pedía más y hasta me fue conectando con otros pintores”.

Acerca de la forma en que conoció al oaxaqueño Francisco Toledo, mencionó que fue por medio del pintor Javier Arévalo: “él me compraba papel amate y me dio el teléfono y la dirección de Francisco Toledo, me dijo que seguramente me iba a comprar material. Yo le hablé y le ofrecí mi producto, luego se interesó en conocerme y en conocer el papel que yo hago, por eso me dijo que fuera yo hasta Oaxaca, a conocerlo.

“Estuve como dos semanas con él en su taller, él me enseñó a usar la baba del nopal en vez de sellador.

Yo también le enseñé a hacer el papel amate, por eso digo que yo soy alumno de Toledo y que Toledo fue alumno mío”, dijo sonriente.

Creador de una técnica ecológica

Explicó que como artesano el papel amate es una herencia, sin embargo, a falta de materia prima, se dio a la tarea de crear un material alternativo, con otras fibras que no provengan de los árboles.

“Yo inventé una técnica para fabricar papel con hoja de maíz, rastrojo (la base de la mazorca), tule, cebada, trigo, sorgo, (pero no la semilla, sino la paja), con esos materiales hago papel también pero es de fibra natural”, explicó.

Alejandro Téllez González dijo que debido a la gran demanda mundial del papel amate, su pueblo, San Pablito Pahuatlán, está siendo deforestado, creando una gran catástrofe ecológica en la región.

“Yo por eso me tuve que ir a vivir a Guanajuato, porque ya ahorita los árboles se los están acabando en San Pablito, por eso también mi técnica me la están copiando y ya la llevaron a mi pueblo, a mí me duele porque me están rebasando y están diciendo que ellos la inventaron, yo lo que quiero hacer es registrar mi idea”.

Finalmente dijo que estará sólo unos días en el puerto por lo que si hay alguien interesado en sus creaciones, pueden comunicarse a la dirección municipal de Cultura, a los teléfonos: 044-7444-380045 o al 434-0178.

Y así, sin dinero suficiente para regresar a su hogar, pero con cuatro pliegos de papel amate para vender, Alejandro Téllez González espera poder encontrar en Acapulco el suficiente negocio para regresar a seguir mostrando su trabajo, artesanía que bien puede cotizarse en las mejores galerías de arte del puerto.

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