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En Altos del Camarón y Guerrero Los Guajes, inquietud ante La Parota

 Aurelio Peláez * –Nosotros, señor, aquí nacimos y aquí nos queremos morir –le dice una señora a Alberto López Rosas, cuando la comitiva del presidente municipal en gira de trabajo ayer por la Ruta del Sol es interceptada en la colonia Guerrero Los Guajes.

El alcalde regresaba de Altos del Camarón, de otra reunión con pobladores y ejidatarios, en donde el comisario Martiniano Carbajal le había manifestado la oposición de la comunidad a la construcción de la presa La Parota, que ocuparía unas 7 mil hectáreas del ejido, y afectaría a unos 3 mil habitantes del lugar.

En Altos del Camarón, López Rosas aclaró que no conoce el proyecto hidroeléctrico de la Comisión Federal de Electricidad, que el organismo del gobierno federal aún no se lo ha presentado, pero que había que dar oportunidad a que se les explicara el proyecto.

Si en Altos del Camarón aceptaron con calma las explicaciones, en la colonia Guerrero Los Guajes estaban inquietos. Y es que en la gira se saltó ese lugar, que queda entre Dos Arroyos y Altos del Camarón, y por ello los pobladores esperaron el regreso de la comitiva, ya de unos 25 autos al final de la gira, e interceptaron la camioneta en que viajaba el alcalde con regidores e invitados (que por cierto compró la administración pasada para que en ella se trasladaran en estas giras “los chicos de la prensa”, los que la bautizaron como “la mariachera”. Pero al alcalde le gustó la camioneta y los reporteros invitados a la gira van distribuidos atrás en otras unidades).

Don Daniel Mejía fue quien se puso al frente del grupo de habitantes. López Rojas bajó de la camioneta y con él algunos de sus invitados. También agentes de Gobernación, miembros del equipo de avanzada del alcalde y algunos policías.

Don Daniel le contó los temores de los habitantes de este pueblo, de unas cien familias: “Dicen que va a desparecer por la presa, que se va a inundar todo esto”, dice acariciando los cerros a lo lejos. Uno lo que vio antes de llegar fue ríos secos, algunos encharcados, e incluso López Rosas se bajó en un vado a revisar algunos pozos artesianos semivacíos y fangosos.

–Nosotros no nos queremos ir de aquí, aquí nacimos –le dijo una viejita. Y luego, como dando un paso adelante, le piden que arregle una escuela, que arregle una calle.

–No se alteren, no se inquieten –pide López Rosas, abrazando a la viejita–. Déjenme revisar el proyecto.

–Pero nos han dicho muchas cosas –le dicen.

–Pero yo hasta ahora no he dicho nada, soy la autoridad municipal, a mí me toca darles tranquilidad.

Al final acceden a esperar otra reunión y abren paso a la comitiva. Esperarán que el alcalde reciba información de la CFE, como los de Altos del Camarón, también inquietos, y como dice el comisario Martiniano Carbajal, dispuestos a no dejar que se realice la obra.

Don Martiniano, que tiene 7 hectáreas, insiste en que “sembrar es nuestra vida”, y acepta que las propuestas de compra de la CFE de sus terrenos son “ridículas”, a 70 centavos el metro cuadrado.

No van a abandonar su pueblo ni a dejar sus tierras, dice Martiniano Carbajal, y asegura que están dispuestos a defenderlas “con movilizaciones, pues no les parece convincente la explicación oficial del gran beneficio de esta presa, que abarcaría por lo menos a 13 localidades de Acapulco, Tierra Colorada y San Marcos, en una superficie de 13 mil 728 hectáreas.

 

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