Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

*2015: el presupuesto, la estrategia del PRI

El PRI desconoció la autoría del Informe Prospectivo 2014-2015, dado a conocer en un reportaje periodístico la semana pasada y en el cual se traza una estrategia para usar el presupuesto del gobierno federal con objetivos electorales, pero aun así el documento refleja con fidelidad las prácticas habituales de ese partido. Sacar provecho del poder para mantenerse en el poder es lo que sabe hacer, lo único que sabe hacer.
“Al iniciar la gestión los compromisos firmados por el Candidato EPN (Enrique Peña Nieto) fueron incluidos en el PEF (Presupuesto de Egresos de la Federación), hoy es importante revisar los avances, e incorporar al presupuesto federal otras necesidades sensibles en los estados del país, pero utilizando criterios de rentabilidad electoral”, recomienda el plan. (Reforma, 22 de julio de 2014).
Para ello plantea “construir un Presupuesto Federal 2015 que tenga un enfoque predominantemente electoral, territorializado en regiones prioritarias para el partido, priorizando las acciones que resuelvan los problemas más sentidos de la vida cotidiana de los ciudadanos”. Lo anterior implica “la construcción de un presupuesto federal 2015 que incorpore temas de atención urgente en los territorios con mayor rentabilidad electoral, tales como: terminar unidades médicas en zonas claves, aterrizar programas de combate a la pobreza, infraestructura social, etc.”.
Según el plan, los responsables de ejecutar estos lineamientos son los centenares de delegados que el gobierno federal tiene distribuidos en todo el país, especialmente en los estados en los que el gobierno se encuentra en manos del PAN y del PRD.
Para saber todo lo anterior no era necesario verlo por escrito. En Guerrero los hechos antecedieron a la estrategia, pues aquí el presupuesto lleva un año aplicándose con un ostensible criterio electoral. La tormenta Manuel y el huracán Ingrid le cayeron literalmente del cielo al gobierno federal y al PRI, y de un día para otro convirtieron a todo el estado en territorio de atención urgente con una elevada “rentabilidad electoral”. La “necesidad sensible” fue hallada en la devastación provocada por las lluvias, tan grande y oportuna para extraer una renta política, que motivó quince visitas del presidente Enrique Peña Nieto al estado en el lapso de un par de meses.
Debe recordarse que durante aquellas semanas, el gobierno federal se apropió por completo del manejo de los recursos destinados a la atención de la emergencia y tomó en sus manos el control de la situación causada por las lluvias. El gobierno del estado fue hecho a un lado y el propio gobernador Ángel Aguirre se convirtió en una figura fantasmal cuya única función era acompañar a Peña Nieto. Ya desde entonces era visible la intención presidencial de impedir que Aguirre Rivero y el PRD, los funcionarios estatales y los presidentes municipales sacaran beneficio de la crisis.
Ese monopolio adquirió mayor fuerza al formalizar el presupuesto para la reconstrucción de Guerrero, con sumas gigantescas que a principio de este año alcanzaron la totalidad de 67 mil millones de pesos a ejercer entre 2014 y 2018. Con la adopción del nombre “Plan Nuevo Guerrero” para identificar ese monumental paquete de fondos públicos, apenas puede ser ocultada la intención política que estuvo detrás del diseño del rescate del estado.
Todo ese dinero es distribuido y controlado desde las oficinas del gobierno federal precisamente con la ayuda de los delegados federales como dispone ahora el manual del PRI para las elecciones del 2015. Pero aun si no existiera la orden de aplicar criterios de “rentabilidad electoral”, es obvio que tal rentabilidad se produce hasta por pura inercia en provecho del que reparte el pastel. Es el modus operandi histórico del PRI.
Con el uso electorero del presupuesto pretende el PRI contrarrestar los tropiezos del gobierno de Peña Nieto en las dos áreas de más interés para la población y de gran impacto electoral: la situación económica y la inseguridad pública. Es consciente el partido en el poder que el gobierno no ha ofrecido hasta ahora buenos resultados en esas dos fuentes de angustia social, y que por lo tanto carece de banderas reales para agitar en la contienda del próximo año. Obran en su contra además el efecto negativo que han dejado las reformas aprobadas por el Congreso, el insignificante crecimiento económico del país, la falta de empleos y los bajos salarios, y la permanencia de las alzas mensuales en el precio de la gasolina después de que se anunció que bajaría con la aprobación de la reforma energética, por mencionar algunos de los factores que serán puestos en la balanza a la hora de votar. Todo ello derribaría a cualquier gobierno democrático en cualquier parte del mundo, siempre que no utilice el poder y el presupuesto oficial para hacer ganar a su partido. No parece que el PRI pudiera triunfar en unos comicios equitativos y limpios, y el primero en estar convencido de ello es el propio PRI. De ahí que ya empiece a prepararse para hacer lo que sabe hacer muy bien.

Guerrero, difícil

El documento priista cataloga a Guerrero como un estado difícil de ganar y prevé que “si se presenta una alianza entre PRD y PAN las posibilidades de éxito son muy pocas”. Asegura que el PRI está desarticulado, con estructuras y liderazgos poco confiables, con “muy mala calificación y percepción pública (y) con grupos políticos muy polarizados”. En cambio dice que “el PRD está fuerte y estructurado”, a pesar de que afirma también que el gobernador perredista Ángel Aguirre está muy mal evaluado y concentrado en hacer a su hijo alcalde de Acapulco. El informe priísta no toma en cuenta, parece que a propósito, la derrama económica que desde hace un año ejecuta el gobierno federal, y que tendrá un efecto muy visible el próximo año cuando numerosas obras de la reconstrucción estén terminadas. Pasa por alto también la división de la izquierda con la irrupción de Morena en las elecciones. Es posible que estos aparentes olvidos tengan la finalidad de evitar que los priístas guerrerenses sean víctimas de un exceso de confianza, porque con la ayuda federal y la división de la izquierda cualquiera diría que el PRI tiene en la bolsa la gubernatura.
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