Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Moisés Alcaraz Jiménez

 La amenaza del abstencionismo

Las campañas electorales que realizan los candidatos de todos los partidos se observan frías y no logran motivar a la ciudadanía. Esta situación no es privativa de Acapulco ni de los otros ocho distritos del estado, pues algo similar se palpa en todo el país.

A un mes de la fecha de los comicios son verdaderamente pocos los aspirantes a diputados que aquí en Guerrero han logrado penetrar en el interés del grueso de los eventuales votantes. Las actividades proselitistas han tenido poca respuesta de la ciudadanía, que peligrosamente parece caer en un estado de apatía que empieza a augurar un panorama de considerable abstencionismo para este 6 de julio.

Diversas razones explican este fenómeno. La primera de ellas la tendencia general en todo el país hacia una especie de crecimiento del hartazgo ciudadano ante la demagogia histórica en que han caído nuestros políticos, que siguen acumulando un gran desprestigio y pérdida de credibilidad al caer una y otra vez en los mismos vicios y errores que siempre cometen en tiempos electorales y repiten también cuando asumen los cargos públicos.

Para el electorado las campañas proselitistas que ahora estamos viendo son más de los mismo, son las mismas ofertas de siempre que nunca nadie las ha cumplido. Otras más son campañas huecas, carentes de contenido. Es la misma búsqueda del voto sustentada en la demagogia, son campañas con mensajes trillados, lugares comunes y nula innovación.

Los candidatos están ante un gran mercado electoral que los mira con desconfianza o desinterés. No se trata de una población despolitizada, todo lo contrario, estamos ahora ante una especie de ciudadanos más interesados en los asuntos públicos, a quienes los aspirantes a legisladores no logran convencer con promesas desgastadas, discursos vacíos  y mensajes claramente demagógicos.

Se trata de un importante sector del electorado al que ni las campañas más costosas lograrán sacar de su marasmo. El llamado marketing político, es decir, la propaganda engañosa con la que se pretende vender candidatos como si fueran productos chatarra, que se pensó vendría a incrementar los índices de votación, es empleado ahora por todos los partidos y ni así se ha logrado revertir las tendencias abstencionistas que siguen creciendo en todo México.

Aspectos tan detestables por lo asqueroso y nauseabundo, como el Pemexgate y los Amigos de Fox, está previsto que alejarán más a la ciudadanía de las urnas este 6 de julio. La impunidad y hasta el cinismo con el que siguen actuando personajes como Lino Korrodi y Carlota Robinson, desalientan el voto ciudadano y hacen crecer la animadversión social hacia todo lo que se relacione con la política y las elecciones.

En México hemos tenido ya la alternancia en el poder, uno de los requisitos fundamentales para hablar de democracia. no obstante, existe un gran desencanto en la población a la que se le sembraron demasiadas expectativas si votaba a favor del “cambio”. Del desencanto amplias capas sociales han pasado a la desesperanza y a la creencia de que no hay alternativas en un entorno donde los partidos y candidatos parecen compartir los viejos vicios y el desprestigio general de la política.

¿Para  qué sirven entonces la política y las elecciones? La pregunta ha surgido por todos los rincones del mundo donde se ha avanzado significativamente en aspectos de democracia y del mismo modo se ha retrocedido en materia de bienestar social.

En muchos países que han abandonado regímenes autoritarios y han entrado al ejercicio pleno de las libertades públicas, se han incrementado los niveles de pobreza. En lugares como nuestro país, tal parece que a mayor democracia corresponde mayor pobreza. Nosotros somos ahora un país más democrático, pero somos también un país más rezagado en materia social. La democracia y las elecciones nunca han sido la panacea que venga a aliviar las carencias sociales, pero en tanto no se pase de una democracia política a una democracia social, el desaliento en la población y pérdida de la credibilidad en lo político, seguirán creciendo.

Hasta ahora los mejores vendedores de votos siguen siendo los propios gobernantes. Gobiernos incapaces y corruptos disminuyen la votación hacia los partidos que los postularon. La conocida fórmula capacidad para gobernar y honradez para administrar es ahora la principal generadora de sufragios.

En Acapulco, después de autoridades municipales deficientes y el saqueo atroz a que fueron sometidas las arcas públicas durante los gobiernos de Rogelio de la O, Juan Salgado Tenorio y Manuel Añorve Baños, el PRI perdió esta importante plaza que ha reafirmado el PRD después de un gobierno, el de Zeferino Torreblanca Galindo, al que la población le dio un alto reconocimiento e identificó como eficiente y honesto.

Un panorama poco halagador se cierne sobre los comicios del 6 de julio. No se prevé un escenario catastrofista, pero la amenaza de un alto abstencionismo está muy presente. Redoblar esfuerzos para motivar a la ciudadanía con campañas de calidad, proyectos viables y propuestas creíbles por parte de los candidatos de todos lo partidos, podría revertir la tendencia negativa y atraer a los electores a las urnas.

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