Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

* Jaime Castrejón Diez *

 La partidocracia

Los pleitos y fricciones entre grupos por las nominaciones para las candidaturas al Congreso de la Unión, para las jefaturas de las delegaciones del DF y en algunas estados las candidatures a las gubernaturas, vimos un fenómeno que empieza a ser normal: las inconformidades y los jaloneos. La militancia de los partidos y, también podemos decirlo, de muchos de los líderes partidistas se sintieron atropellados y en algunos casos dieron el salto a otras organizaciones políticas. Esto no es privativo de uno de los grandes partidos, los tres; tanto el PRI, el PAN como el PRD vieron que se agudizaban las contradicciones internas, que dentro de los partidos políticos es un mal augurio, pero es peor augurio para la ciudadanía.

Se hace necesario reflexionar sobre la estructura y acción  de los partidos politicos. Como en toda organización que pasa por una etapa caudillista, al institucionalizarse la tendencia de la conducción del partido, a pesar de su estructura y de su reglamentación, se vuelve autoritaria en parte porque la nomenklatura se siente heredera del caudillo o se autonombra guardián de la ideología. En estos casos las decisiones se centralizan y no reflejan precisamente el sentir de la militancia sino, por el contrario, reflejan el autoritarismo que se ha centralizado ya sea en los caudillos o en quienes han sido las camarillas alrededor de estos caudillos.

Los teóricos en partidos políticos desde Michels en el siglo XIX, que hablaba de las grandes confrontaciones internas en la repartición de lo que él llamaba “los bienes selectivos”; que en nuestro caso son las candidaturas, las posibilidades de tener una posición de elección popular y claro como son limitadas las opciones la forma de distribuirlas se convierte en el centro de la atención y a veces del conflicto de la militancia. Especialmente en el caso mexicano en que existen vacas sagradas o quienes consideran que son los únicos capacitados para defender la causa. Así vemos que hay personajes que regresan con frencuencia a las Cámaras, siempre como plurinominales.

Duverger en su trabajo sobre partidos politicos toma una posición muy similar, él los llama los incentivos selectivos. Es decir, la militancia; especialmente la larga militancia en un partido tiene un incentivo, el coronar finalmente la militancia partidista con una posición de elección popular por la que han trabajado arduamente por otros y después, llegado su turno, esperan la recompensa.

Vimos que el efecto de las nominaciones fue generalizado en la mayor parte de los distritos y de las delegaciones, se mostraron inconformidades, se habló de grandes alianzas, en el PRI del madracismo contra gobernadores y contra el grupo de Beatriz Paredes. Dentro del PAN la gran discrepancia que hay entre el partido doctrinario y el foxismo y los estragos que ha causado el “fuego amigo”, sin tener muchas posibilidades de amalgamarlo en una sola corriente. Finalmente el PRD que también muestra los efectos del caudillismo y por primera vez el voluntarismo de su conducción nacional. Tuvo una característica, imponer el punto de vista central y cobrarse viejas rencillas.

Esto afecta nuestra forma de vivir, recordemos la gran lucha que ha librado la ciudadanía a lo largo de más de un siglo por encontrar la democracia; estamos llegando a un periodo democrático, pero empezamos a ver que los partidos politicos son un grave obstáculo para lograrlo. La democracia puede ser directa o indirecta; la directa es cuando cualquier ciudadano puede ir a registrarse y competir por una posición de elección popular y la democracia indirecta el individuo no tiene acceso directo a la postulación sino tiene que ir a través de un mecanismo en el cual el partido politico es el dueño de la candidatura y entonces la lucha se hace en dos etapas, primero dentro del partido  y después en la elección general, pero esto tiene un resultado, nuestra democracia después de tantas luchas está resultando ser una democracia indirecta. Esta se fortalece por la legislación y por las instituciones electorales.

Esta democracia indirecta ha ido formando dentro de los partidos politicos una oligarquía que decide en función de sus propios intereses y criterios, las candidaturas no basadas en la representación popular o capacidad para desempeñar el puesto, sino fincada en intereses grupales de fortalecer los caudillos internos hacia futuras elecciones. Después de un siglo la democracia encuentra un ultimo obstáculo: los partidos politicos.

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