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Culpan familiares del joven muerto en Texas al pollero y piden justicia

* Según un sobreviviente, el pollero les cobró mil 500 dólares, les quitó todo el dinero, los encerró en el tráiler y se despidió: Me saludan a San Pedro * Los jóvenes se van, porque un peón gana 63 pesos en las meloneras 10 horas al día, dice el padre del inmigrante muerto 

Gregorio Urieta, corresponsal, El Nanche Colorado * Uno de los polleros, presuntos responsables de la muerte de 19 indocumentados de origen latino, en el interior del contenedor  de un tráiler, en el condado de Victoria, estado de Texas, EU, es Juan Mejía Soñánez, que radica en Texas, pero es originario de El Aguaje, comunidad cercana a ésta, perteneciente al municipio de Ajuchitlán del Progreso.

Según la versión de un sobreviviente del vagón de la muerte, originario de El Aguaje, contada al padre del joven José Luis Ramírez Bravo, Fructuoso Ramírez, en Ciudad Mier, Tamaulipas, el presunto pollero les cobró mil 500 dólares –el costo del pasaje– les pidió el resto del dinero que llevaban, les cerró la puerta del contenedor del tráiler en que viajarían, y les dijo: “Adiós, me saludan a San Pedro”. Más tarde morirían 19 de los 73 pasajeros y uno más después en el hospital.

De El Nanche Colorado fueron cuatro las personas que salieron a Estados Unidos: José Luis Ramírez Bravo, Socorro Ibáñez, Miguel Alvarez Lara y Marcelo Ibáñez. De El Aguaje fue Salvador Jiménez.

Marcelo Ibáñez fue quien organizó el viaje y presuntamente es pariente del pollero que esperaría a “los pollos” en Ciudad Mier, Tamaulipas, para pasarlos a bordo del tráiler. En el vehículo iba también Alejandro Díaz Fajardo, originario de Poza Rica Veracruz, y hermano del sacerdote Quirael Díaz Fajardo –párroco de la iglesia de Poliutla, municipio de Tlapehuala– y a quien se debió la localización de los padres de José Luis Ramírez Bravo.

Salvador Jiménez, de El Aguaje, fue uno de los sobrevivientes y fue él quien le contó lo anterior a Fructuoso Ramírez, por teléfono.

Salvador se encuentra hospitalizado y detenido en Texas. Desde allá habló con Fructuoso, quien es su familiar, luego de que Fructuoso habló con el cónsul de México en Houston, Texas, Eduardo Ibarrola Nicolín, quien ha ofrecido “todo el apoyo de la Cancillería” para traer los restos mortales del joven José Luis Ramírez.

Fructuoso Ramírez es el padre de José Luis Ramírez Bravo. Vive actualmente en Santa Rosa Primera, comunidad colindante con Santa Ana del Aguila, municipio de Ajuchitlán.

Allí reside en una casa de lámina de cartón y vive de la cría y venta de chivos, aunque tiene una huerta de mango en El Nanche Colorado. En en Santa Ana vive en unión libre con otra mujer, pues se ha separado de su esposa, Bonfilia Bravo, la madre de José Luis.

En ese domicilio, ubicado a un costado de la carretera hacia El Aguaje, El Nanche, e Ixcapuzalco, entre otras comunidades, se obtuvo la información para localizar el paradero de Fructuoso Ramírez, y un guía, un pequeño de 11 años, llevó al corresponsal hasta El Nanche. Antes de esa localidad, está El Aguaje, de donde son otros inmigrantes que salieran el mismo día, 9 de mayo, hacia la frontera con Estados Unidos, aunque no precisamente hacia el mismo destino.

El Aguaje es una comunidad grande, de grandes extensiones de tierra casi toda en producción de mango y melón, gran parte rentada a empresarios que cultivan melón de exportación contratando mano de obra a la que pagan apenas 63 pesos por jornadas de 7 de la mañana a 5 de la tarde. Pertenece a lo que es llamado el Valle del Escondido, en donde inicia por el este, el valle de la región de Tierra Caliente.

El Nanche Colorado está ubicado al noreste del municipio de Ajuchitlán, en los límites con el municipio de Arcelia; al igual que El Aguaje, es un pueblo lleno de vida. Todas sus tierras están sembradas y el agua de la presa Vicente Guerrero abunda, e incluso es sumamente desperdiciada ante la ausencia de una cultura de aprovechamiento del líquido que, desperdiciado, sólo sirve para dar vida a grandes extensiones de huizacheras que lucen verdes y frescas.

En El Nanche Colorado se encontró a Fructuoso Ramírez. Con el dolor reflejado en el rostro, estaba sentado en el corredor de su casa, una construcción de concreto con un corredor amplio con techo de teja sobrepuesta al concreto. En su brazo derecho llevaba pegada una cinta adhesiva, producto de la aplicación de suero. “Es que tiene un gran dolor por su hijo, y se sintió mal”, informó el pequeño guía. Un grupo de mujeres lavaba trastos y ponía a cocer algo en  una olla grande, de barro, y recibía a las pocas visitas que llegaban a “acompañar”.

Se juntan todas ante el corresponsal al que ven con desconfianza, aun después de haberse identificado y sólo cambian su actitud cuando se les comenta que el alcalde de Ajuchitlán, Esteban Vergara Chamú, los está buscando y está muy interesado por localizarlos y apoyarlos en el traslado del cuerpo de su hijo hasta su casa. La madre del joven indocumentado muerto no habla. Tiene un rostro inescrutable e inexpresivo, como ausente, que no refleja dolor por la pérdida del hijo de 21 años.

–Don Fructuoso, se ve que aquí no tienen grandes carencias, ¿a qué se debe que su hijo se haya ido a Estados Unidos?

La respuesta del campesino es lenta. Suelta las palabras a cuentagotas: “Pues, es como todos los hijos: cuando crecen quieren hacer su vida. Y eso quería, hacer su vida, tener sus cosas…”.

Cuenta que era la segunda vez que su hijo salía al norte, en donde reside otro de sus hijos, Mario, quien vive en el estado de Virginia y quien se ha estado haciendo cargo de los trámites para el traslado del cadáver.

“Si, hay trabajo; ¿pero que puede hacer uno con 63 pesos al día? Y bien matados, de las 7 de la mañana a las 5 de la tarde, nomás si compramos un pollo, casi allí se va todo. Eso es lo que tenemos de este gobierno, de que no alcanza para nada lo que uno gana…Al peón no lo hace valer”.

Cuenta que José Luis terminó la secundaria en la comunidad de El Escondido. No sabe si tenía novia, pregunta y le dicen que sí; que no tenía ningún vicio y que su pasión era jugar futbol y Volibol. Al contar eso, la voluntad del padre se quiebra y sus ojos aumentan el color rojo.

“Lo que hizo el pollero fue un crimen, fue algo pensado, con toda la mala intención”, dice y asegura que un familiar suyo, de El Aguaje, sobreviviente que iba en el mismo tráiler, le contó por teléfono que cuando el pollero los subió al tráiler, “les quitó los mil 500 dólares, les pidió más dinero, todo lo que llevaban, y les dijo: adiós, me saludan a San Pedro. ¿Qué más puede uno pensar de eso?, que fue hecho con el afán de matarlos.

“Yo le pregunté al mismo familiar: oye, dime qué pasó ¿Ese amigo tenía pendientes acá? ¿A quién quería matar o qué, porqué les hizo eso?”.

Y es que su hijo muerto, conocía al coyote que los pasaría. Se llama Juan Mejía Soñánez, es originario de El Aguaje y está casado con una mujer de ese mismo lugar. Radica en el estado de Texas. Mejía Soñánez los esperó en Ciudad Mier, Tamaulipas, y allí subió al tráiler a 70 personas, 18 de las cuales murieron en el mismo contenedor. De El Nanche salieron el 9 de mayo hacia Arcelia, y de allí abordaron el autobús que los llevaría hasta Laredo, Tamaulipas y de allí hasta Ciudad Mier.  

En El Nanche y El Aguaje, fueron reclutados por Marcelo Ibáñez, quien los enganchó y los llevó a la frontera, junto con otros cinco inmigrantes, cuatro de los cuales se separaron al llegar a la frontera. “Allá el pollero tenía contacto con alguien de un tráiler robado y allí los echaron”, se lamenta Fructuoso Ramírez.

Ahora sólo pide al gobierno que se haga justicia, que lo que el pollero hizo fue un crimen y que se pague “como debe ser. Hago un llamado a las autoridades competentes porque eso no es justo. Si se deja eso así, ¿qué pensaría el pueblo?”

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