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Jaime Castrejón Diez

Migración y petróleo

Como reguero de pólvora se extendió la presentación en una subcomisión de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de una recomendación que han llamado Halliburton, en honor de la empresa petrolera que dirigió el vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney. En este proyecto de enmienda habla de tratar el asunto migratorio solamente si se excluye también el tema de la participación de inversionistas norteamericanos en la industria petrolera mexicana.

Ante esta finta –que no es otra cosa– hay que bajar el tono y ubicar en su lugar lo que esto significa. Esto es una simple proposición que difícilmente pasará la Cámara de Representantes y probablemente nunca llegue al Senado. Sin embargo, el efecto psicológico y la desconfianza que siempre ha tenido el mexicano hacia los Estados Unidos sobre el tema petrolero, se activó.

Esta actitud de los 24 representantes republicanos, y hay que insistir que son el grupo más conservador y caracterizado en los mismos Estados Unidos como la Derecha Cristiana (Christian right). En este caso es el gesto, no el hecho consumado y llevado hasta sus últimas consecuencias, el símbolo de lo que hay que analizar para entender la posición diplomática que se pudiera tomar ante los Estados Unidos.

Para hacerlo, es necesario hacer un marco complejo porque hay tres partes sobre esta actitud, que pudieran haber influido en la elaboración de este documento. En primer lugar se trata de un manotazo hacia México por la forma en que México no respondió automáticamente hacia los Estados Unidos, el apoyo de Vicente Fox sobre los eventos de septiembre 11 fue tardío. Aunado a la postura de México en el Consejo de Seguridad que abiertamente estuvo del lado de Francia y Alemania que de los Estados Unidos.

El segundo aspecto de esta actitud va más relacionado con la política interna de los Estados Unidos. Hay que ver que sale del ala más conservadora de la Cámara de Representantes y este aparente endurecimiento será explotado en la postura de los republicanos conservadores en las elecciones del 2004. Es en realidad una carambola de tres bandas, le pega a México, pero el destino final es realmente el proceso electoral en que va en juego la reelección del presidente Bush en los Estados Unidos.

El tercero es algo que también ha sido estudiado por muchos expertos en distintos países y es lo que llaman la sed de petróleo. Desde la Segunda Guerra Mundial, el petróleo ha sido determinante. La lucha entre Japón y los Estados Unidos se hizo bélica, pero antes había una lucha comercial por el petróleo de Indonesia y también por el hule de Malasia. Lo que se dio en la posguerra fue el auge de los productores árabes de petróleo y las confrontaciones con los Estados Unidos. La primera guerra del golfo y esta guerra de Irak que, a querer o no, se tiene que considerar el factor petróleo como uno de los factores decisivos en la toma de decisiones.

Esta pretensión de los Estados Unidos no es nueva, desde las negociaciones bilaterales  para el Tratado de Libre Comercio, Karla Hill que actuó como representante del grupo negociador de los Estados Unidos planteó una contrapropuesta en el sentido de una ley de población que resolviera el problema migratorio, agregándole la apertura de Pemex a la inversión por parte de los Estados Unidos. En aquella ocasión fue rechazada y periódicamente se han visto nuevamente intenciones y también periódicamente han sido rechazados.

Es natural que la política energética de los Estados Unidos sea central en estas aproximaciones hacia una política general, hay que recordar que los Estados Unidos es una nación relativamente chica con relación a los 5 mil millones de habitantes de la tierra y consumen 30% de la energía. Hay un estudio de Naciones Unidas donde se ve claramente que el consumo de electricidad es más alto en los Estados Unidos que en todo el resto del continente americano y también con relación a Asia o Europa, Estados Unidos consume más electricidad que cualquiera de los continentes. Su política energética gira alrededor del petróleo, ya que gran parte de su producción eléctrica se basa en plantas termoeléctricas que normalmente utilizan petróleo.

Es necesario también que seamos conscientes de que en época de globalización un incidente de esta naturaleza no vaya a provocar un resurgimiento del nacionalismo que no permita a quienes tienen la obligación de desempeñar la función diplomática encontrar las mejores soluciones para México. Esto pudo haber sido simplemente una provocación para medir la reacción del nacionalismo mexicano al que siempre han temido los conservadores norteamericanos.

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