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Moisés Alcaraz Jiménez

Atentado a la educación 

El atraso educativo de Guerrero tiene su origen en diversos factores. El principal es el escaso presupuesto que la federación destina a este rubro, que en estados pobres como Guerrero, que carecen de posibilidades económicas para contribuir con recursos propios a una mejor enseñanza, constituye una de las principales causas del estancamiento educativo.

En Guerrero la pobreza extrema agobia a grandes núcleos de población, principalmente de comunidades cuya dispersión y difícil acceso dificultan la llegada de los escasos servicios públicos. Son localidades donde la insalubridad y la desnutrición alcanzan niveles ya insoportables  y han creado condiciones sociales adversas para el avance educativo. La capacidad de aprendizaje siempre será menor en niños y jóvenes cuya alimentación y salud es deficiente.

Cabe precisar que este entorno social no es privativo de las zonas rurales, pues la gran cantidad de población depauperada que ha emigrado del campo a las ciudades ha creado en las zonas urbanas grandes cinturones de miseria donde se reproducen las mismas condiciones de pobreza que se viven en el medio rural.

Sin embargo, en nuestro caso no sólo la escasez de recursos para atender la demanda educativa y el olvido en que viven cientos de miles de guerrerenses propicia que nos ubiquemos entre los estados más atrasados en esta materia. Durante la última década hemos tenido en Guerrero grandes movilizaciones magisteriales y un alto activismo político de los maestros que han repercutido positivamente en los ingresos salariales de los mentores, pero que han afectado enormemente a la educación.

Hoy no queda ni huella de los “pobresores” que antes teníamos. El magisterio es ahora uno de los sectores de la burocracia gubernamental mejores pagados. Son la aristocracia de la burocracia. Qué bueno que los maestros hayan logrado en breve tiempo mejorar sus condiciones de vida, a lo cual también tienen derecho otros sectores de servidores públicos.

Sin embargo, esa mejoría salarial del magisterio no se refleja en una mejor calidad de la enseñanza, por el contrario, los incrementos salariales, diversas prestaciones sociales y otros apoyos adicionales que los maestros han logrado, han ido aparejados a un mayor incremento del deterioro educativo.

Existen maestros que siguen siendo verdaderos apóstoles de la educación y cumplen cabalmente la gran responsabilidad de formar individuos verdaderamente capacitados para desarrollar las más altas actividades profesionales. No obstante, las mafias sindicales en permanente pugna por el poder y miles de maestros que las siguen, se han apoderado de la educación en Guerrero, llámense charros del SNTE o “revolucionarios” de la CETEG, y han degradado la noble labor del maestro, además de haber afectado gravemente al sistema educativo.

El magisterio guerrerense no puede superar la etapa de profunda descomposición, principalmente moral, en la que desde hace décadas se encuentra. La gran mayoría de profesores actúan ahora sin ética profesional  y los mueve solo la voracidad economicista sin fin, la permanente y desenfrenada búsqueda del incremento de sueldo, aunque para ello tengan que cometer verdaderos atentados a la educación, a la cual han colocado como rehén de sus intereses y objetivo de chantajes y presiones.

Los maestros guerrerenses han antepuesto su propio interés económico a la enseñanza. Más del 90% de los recursos destinados a la educación, se lo llevan los maestros en salarios y continúan “luchando” no por mejorar la calidad de la educación, sino por llevarse un monto mayor del raquítico presupuesto a sus bolsillos.

Los triunfos y “conquistas laborales” del magisterio son victorias pírricas, pues éstas se han logrado no a base de hacer variar la desastrosa política educativa neoliberal que padecemos, sino a base de sangrar más al presupuesto y a costa del mayor deterioro educativo, de una grave lesión a la niñez y a la juventud y del daño irreversible a lo que debería ser el principal motor para impulsar el desarrollo económico y social de un estado pobre como el nuestro.

Priva en este medio un exceso de política y poca educación. Las dirigencias de todas las “expresiones sindicales” que actúan al interior de la SEG, se han convertido en verdaderas bandas solapadoras de la irresponsabilidad de muchos profesores, entre lo cual destaca el abandono de centros de trabajo y suspensión de clases bajo cualquier pretexto, comisionados quién sabe a donde, aviadores, escuelas cerradas por ausentismo de maestros, profesores que solo dan clases una o dos veces a la semana “porque la escuela les queda lejos” y otras irregularidades que se cometen bajo el manto protector de directores de escuelas, coordinadores, supervisores y responsables de sector corruptos que son parte de los cacicazgos sindicales.

Guerrero es de los estados donde se llega al extremo de suspender clases porque es el cumpleaños del director de la escuela. Vivimos en una entidad donde el magisterio jamás cumple el calendario escolar y el escaso número de días del año que los mentores asisten a trabajar, explica por qué Guerrero camina hacia atrás en materia educativa.

La suspensión de clases por más de una semana que de manera irresponsable hacen cada año los maestros con motivo de los llamados “juegos magisteriales”, es un verdadero atentado a la educación que no debería tolerarse ni quedar impune. Las autoridades educativas están obligadas a aplicar medidas correctivas ejemplares y no tímidos llamados en la prensa y amables exhortos para que los maestros no suspendan clases. La SEG no debe ser cómplice de estas anomalías. Se requiere sancionar estrictamente a quienes cometen este crimen en contra de la niñez y de la juventud de Guerrero.

Son muchos los motivos del atraso educativo en Guerrero. La pobreza es fundamental, pero el magisterio irresponsable, que lamentablemente ha crecido, es un factor más, y muy importante, que se suma a las causas de este atraso.

Felicidades a los maestros que sí cumplen con tan noble labor y contribuyen a formar guerrerenses de calidad y capacitados para hacer frente a un futuro a veces nada halagador.

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