Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Camacho Peñaloza

Un enfoque democrático de seguridad

*El hombre que está nadando contra la corriente conoce su fuerza. Woodrow Wilson

La política de seguridad es la más anacrónica de las políticas del Estado mexicano sustentada en la idea del monopolio de la fuerza por parte del Estado, de hecho la formación de los ejércitos, las guardias rurales y las policías ha estado enmarcada por la victoria de caudillos y facciones que disputan el poder a los grupos gobernantes, los cuales después de los conflictos por el poder se convierten más bien en un recurso para la preservación del poder y en guardias del grupo gobernante.
Ya hemos dicho aquí que ese es el principal problema de la seguridad pública, que el mecanismo de reclutamiento de los policías y la definición de los objetivos de la misma están en función de intereses del poder y no de las necesidades de seguridad pública de la sociedad.
Por eso el perfil de los prospectos a policías o integrantes de los ejércitos se centra en que sepan manejar una pistola o arma, sean obedientes y entiendan que los intereses y necesidades de sus jefes están por arriba que los de la sociedad y ciudadanía, perfiles que casi rayan en lo delincuencial.
No por nada las policías brillan por la incomprensión de los derechos humanos, de las garantías constitucionales y de la idea de que están al servicio de quien les paga, la sociedad, al grado de que muchos forman parte o pasan a formar parte de la delincuencia organizada.
Este enfoque de poner al servicio del poder la política de la seguridad pública es el que hace que los policías sean distantes a la sociedad y cercanos a sus jefes tanto que muchos de ellos sirven de guardaespaldas personales y familiares.
Ahora que la inseguridad pública se ha salido de control se pretende afrontar el problema con este mismo enfoque, es decir desde los intereses y necesidades del poder, desde la idea del monopolio de la fuerza, que ya ha demostrado con creces su inefectividad.
En Guerrero como en otros estados del país la inseguridad pública ha puesto en jaque al Estado tanto que ya se habla del Estado fallido, de la crisis de ingobernabilidad, sumiendo a la población en un miedo crónico que la mantiene permanentemente en una velada sicosis de la que no se salvan los gobernantes y funcionarios que acostumbran utilizar para sí seguridad privada a los elementos que deberían cuidar la seguridad pública.
Este nivel de seguridad ha desbordado el modelo autoritario de la seguridad, el del monopolio de la fuerza, el de la utilización de los elementos de seguridad pública para la seguridad privada de los funcionarios que detentan el poder político, modelo que desde su lógica no podrá solucionar el problema de la inseguridad.
Este desbordamiento del enfoque de la política anacrónica de la seguridad pública, la que generó el distanciamiento del policía de la sociedad, por lo que ahora se ha creado la estrategia denominada de “aproximación social”, coloca en una posición de incapacidad al gobierno en la búsqueda de soluciones.
Las vías de una solución al problema de la inseguridad pública están en el enfoque democrático, en el que se hace un análisis del problema y se diseñan las estrategias de manera conjunta entre sociedad y gobierno. Ya se ha hecho célebre aquel planteamiento de que el gobierno no puede solo.
Se requiere una política o modelo de seguridad pública ciudadano o democrático en el que el eje de su definición sean los intereses de la sociedad, las definiciones ciudadanas del esquema de operación, supervisión y evaluación, en que el problema de la inseguridad sea abordando de manera interinstitucional, con la participación de la sociedad porque la inseguridad pública, la delincuencia organizada el gobierno no va a poder resolverlas solo.
El pasado 22 de julio presenté una propuesta de punto de acuerdo para solicitar al gobernador del estado la comparecencia del secretario general de Gobierno y del secretario de Seguridad Pública para que den cuenta a la soberanía guerrerense el estado que guarda la seguridad pública en el estado y de los programas y acciones emprendidos por el gobierno para generarla.
Han sido ya meses de intensos episodios de inseguridad en el estado que ya hasta pareciera que nos estamos acostumbrando a ellos que sería lo peor para el estado que así fuera, pues no podemos permitir que la violencia, la inseguridad y la presencia de la delincuencia organizada se haga una costumbre.
Acapulco, Chilpancingo y Chilapa han sido en las últimas semanas escenarios de la crisis de inseguridad que estamos viviendo en Guerrero y el país, y ya es hora de que el gobierno deje de insistir en enfrentar la inseguridad desde una posición aislada sin el concurso de todas las instituciones públicas y sociales. Necesitamos sentarnos sociedad y gobierno a revisar la política de seguridad pública para construir una ciudadana y democrática.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A todos, que hay que entrarle a aprender a ver con democracia las soluciones a los problemas, que ya demos muestras de dejar de andarle haciendo al Llanero Solitario, porque así nomás no le ayudamos a Guerrero.

468 ad