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“La huelga es un instrumento de combate”, respalda el escritor Paco Taibo II a los mineros de Taxco

*Los trabajadores son los creadores de la riqueza, no los empresarios”, afirmó en la marcha por los siete años de paro el miércoles. “La clave en este país es la resistencia, hemos resistido por todos lados”, recuerda

Claudio Viveros Hernández

Taxco

El escritor y periodista ligado a las luchas y movimientos sociales, Paco Ignacio Taibo II, acudió a respaldar a los mineros en sus siete  años de lucha y de huelga.
El autor de textos biográficos sobre Miguel Hidalgo, Pancho Villa o el Ché Guevara estuvo aquí el miércoles, brazo a brazo entre la multitud en la marcha de los mineros y sus esposas, a quienes elogió por su valor y resistencia en una lucha titánica contra la empresa minera del Grupo México y sus dueños, a los que criticó por “la soberbia patronal, el abuso de poder y la presión continua de todos los días, de producir de cierta manera y en ciertas condiciones que en la mayoría de los casos es extremadamente desfavorable para los trabajadores”.
Taibo II se sumó al movimiento en Taxco, marchó entre los rayos del sol junto a todos y al frente, sin poses ni pretensión alguna, con la gente, con una Coca-Ccola en la mano y su inseparable cigarrillo al que daba saboreantes fumadas en el trayecto o lo acariciaba entre sus labios al escuchar a los mineros, los dirigentes sociales o al líder veterano Pablo Sandoval Cruz y al obispo Raúl Vera López.
Descendiente de una familia ligada a las minas, en España, detalló que el trabajo del minero es de los más duros, que no es de ahora sino de la época de la minería y la esclavitud en Egipto, en Persia, o en la época de la corona española.
Preguntó, “¿y la recompensa? La recompensa es una bola de huevones que se levantan sobre las azoteas y dicen ‘nosotros somos los propietarios, nosotros creamos la riqueza’. ¿Los han visto alguna vez trabajar? ¿Los han visto crear riqueza? ¿Los han visto producir? Y en esa lógica, compañeros, una huelga de siete años debe pesar un huevo, la mitad del otro y los dos ovarios de la esposa”. Estas mujeres se autodenominaron las Guerreras de plata.
Añadió que en lugar de dar él un mensaje, los mineros, “ustedes son los que tienen que darnos el mensaje a nosotros y contarnos cómo aguantan, porque la clave en este país es la resistencia, hemos resistido por todos lados, hemos perdido batallas por todos lados, pero no han podido con nosotros. México es un país con un pueblo combativo, resistente, del que tenemos que sentirnos muy orgullosos, yo de ustedes y ustedes de mí y del compañero, y de los compañeros, tenemos que asumir el orgullo de formar parte de un pueblo que no se ha dejado pisotear”, precisó.
En el camino recorrido, el autor de Cosa fácil y Días de Combate, obras que se llevaron al cine, expresó que la huelga es el gran instrumento de lucha y lo ha sido históricamente, porque “no trabajamos, paramos, detenemos la producción, le ponemos una piedrota a la maquinaria para impedir que siga moviéndose y esa es la única manera de decirle a las clases poseedoras, no van a pasar, esto no va a seguir, lo vamos a detener”.
Añadió que la decisión de ir a la huelga siempre va contra los miedos, a las costumbres, al desempleo, “y cómo vamos a sobrevivir”, si al parar la empresa se para el flujo del salario, pero dijo que sobre ese miedo el movimiento obrero se ha levantado y ha convertido a la huelga en su gran instrumento de combate.
La huelga, apuntó el escritor, no es fácil es dura, la huelga es terrible, la huelga es un estado no normal porque lo normal es trabajar y gozar de un salario justo, lo anormal es estar diciendo y ahora qué hago con mi vida, y ahora qué sigue, y hay un enorme trabajo de construcción y de conciencia para lograr convertir la huelga en un instrumento que dañe verdaderamente al enemigo y que fortalezca al que la practica, “si eso es así para una huelga de 24 horas, de 36, de dos semanas ¡pa su madre!… lo que es para una huelga de 7 años”.
Preguntó qué les iba a contar a los mineros, cuando todos los que han vivido esta huelga tienen un “reguero de experiencias”, de anécdotas, “de cuando tuvieron que romper por décima vez el pinche cochinito, que ya estaba más roto que el carajo, porque ya qué le sacabas, y no había una moneda escondida”.
Señaló que venimos de un país donde la justicia no es accidente, “es regla chingá, es regla”, criticó.
Afirmó que como México no hay dos, “pues si hubiera dos estaríamos en el otro, y le dejamos esta mierda de país a estos que han estado destruyendo, corrompiendo, abusando, saqueando, ¿si?”, en abierta alusión a los empresarios de las minas, y a los dueños del poder.
Su mensaje para los del Grupo México fue, “Con qué cara estos millonarios, propietarios de las minas, las empresas, se presentan ante la sociedad ¿Qué dicen?, ‘somos los creadores de la riqueza’ ¿De dónde? ¿Con qué cara se presentan ante la sociedad? ‘Somos los constructores del progreso, somos los constructores de la riqueza, somos los que creamos empleo’, ¿Alguien les va a creer esta falacia?”.
Asentó entonces que “los que trabajamos, los que producimos con las manos, con la cabeza, con el intelecto, con la manita y la plumita, con el volante, con el arado, somos los creadores de la riqueza”.
Emocionado por la experiencia en Taxco, en una lucha de los mineros y su dignidad, reveló que proviene de una región minera donde nació en medio de minas de carbón en Asturias, España, una de las minas de tradición más grandes que hay en el planeta, y en ese lugar las hazañas de los trabajadores de las minas siempre se contaban día y noche, donde su tío abuelo era periodista y hacía un periódico para el sindicato minero, Avance, y su abuelo durante la guerra civil española fue comisario político de un batallón de mineros, el Batallón Sangre de Octubre, donde “siempre viví con gran aproximación emocional”.
Como conocedor de esos ambientes, afirmó que “la mina es uno de los lugares más ingratos para el trabajo, la cadena de producción puede ser muy aburrida. Pobre güey que está teniendo que conectar el mango de una sartén con una pinche sartén, y luego el que sigue, y luego el que sigue…puuta…es una vida laboralmente muy poco creativa, muy agotadora, muy quemante, pero meterte de espalda cuando se aplica el callejón, y hay que entubar y hay que colocar la madera, y el riesgo de la explosión y los gases y la profundidad y el miedo y la soledad, el trabajo del minero es uno de los más duros que se han producido en esta sociedad”.
Las sonrisas y carcajadas, la reflexión y el fortalecimiento de la conciencia social, fue parte de lo mucho que dejó en Taxco el escritor de novela negra, quien repartió autógrafos y se tomó fotos o prodigó abrazos solidarios.
Concluyó que en una huelga de siete años, en la que decían que no hay nada que celebrar, él dijo, “no, ni madres, sí hay que celebrar, hay que celebrar siete años de resistencia”.
Como anécdota dejó a los mineros el regalo de que “cuando ustedes ya no sean abuelos, sino bisabuelos, van a tener un nietecito que va a vivir en un México libre donde no habrá explotadores culeros como los que hay ahora, y les dirá ‘mi abuelito…puuuta…era un chingón, aguantó una huelga de siete años’. Eso compañeros no se olvida. Eso es orgullo y los traen bien puestos”.

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