Héctor Manuel Popoca Boone

Costo político e histórico

El presidente de la república Enrique Peña Nieto no solamente pagará un costo político por legalizar la privatización de los recursos energéticos que son de la nación. Dicho costo también será endosado a los políticos y legisladores del PRI, PAN y sus satélites: PVEM y Panal. Todos ellos, en conjunto, quedarán registrados en la historia de México como los que despojaron a la nación de lo que legítima e inalienablemente le pertenece.
En 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río y la mayoría de los mexicanos, pasaron a los anales patrios como los que escrituraron el petróleo a favor de México. Después, en 1960, Adolfo López Mateos, haría lo mismo con la energía eléctrica. Aseguraron la soberanía que debe tener todo país que se precie ser digno, en el concierto de las naciones. Ahora son tiempos de entreguismo económico y servilismo político. Corren fuertes turbulencias que hacen tambalear la real independencia de México.
En los últimos tiempos, los intentos infructuosos de privatizar nuestros recursos energéticos corrieron por cuenta de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón. No lo pudieron lograr porque tenían en contra al PRI, al PRD y a la mayoría del pueblo. Hoy, el PRI de Enrique Peña Nieto lo logró, con la natural adherencia del PAN y de todos los diputados y senadores respectivos, así como de la plutocracia nacional y transnacional que nos domina. No podemos omitir mencionar, para su ignominia imperecedera, el apoyo a trasmano otorgado por ciertos legisladores y dirigentes del PRD, encabezados principalmente por “Los Chuchos”: Jesús Ortega y Jesús Zambrano.
Sorprende en verdad que el pueblo haya permitido tal atraco sin movilizarse para mostrar su repudio. Quizá por la rapidez y efectividad de cómo aprobaron la legislación para la desnacionalización. Las nuevas leyes legitimadoras del atraco energético salieron de la consejería jurídica de la presidencia de la república. Dichas iniciativas fueron enviadas con la instrucción superior de aprobarlas sin chistar y casi sin quitarles una coma o punto gramatical.
El PRI y el PAN las aprobaron porque contaban con la mayoría camaral requerida para ese desacierto histórico. Por eso, obviaron cualquier debate. No oyeron razones. Siguieron con rigor las instrucciones de cómo y cuándo votar. Se impuso el “diálogo de sordos y la escucha de mudos” Tampoco deseaban perder tiempo para no dar tiempo al pueblo de reflexionar y reaccionar. El fast track y la aprobación exprés funcionaron muy bien, bajo el manto distractor del campeonato mundial de futbol.
Tristemente en Guerrero, la principal izquierda institucional no convocó a movilización estatal vigorosa para oponerse a esas reformas. Pareciera que el perredismo del sur ha quedado domeñado y domesticado. El gusto por la corrupción, el oportunismo político y el tribalismo confrontador lo explica. Ratificaron que lo único que les interesa son las posibles porciones de poder para sus facciones políticas en las elecciones del próximo año, empezando por la gubernatura. Su alejamiento de los intereses ciudadanos y de las luchas del pueblo son más que evidentes. La excepción ha sido el partido Morena, cuando viene López Obrador con declaraciones explícitas al respecto.
A pesar de la abulia civil, hay señales iniciales de descontento social y toma de conciencia popular creciente. Quizá porque empezamos a sentir algunos efectos económicos perniciosos en carne propia, como es el costo de los alimentos, el gran desempleo imperante, el aumento en gasolinas y pasajes de transportes, entre otros. No dejemos de recordar y tener en cuenta que la inseguridad pública, la violencia e impunidad de la delincuencia organizada, ha llevado en ciertas regiones del país, a levantamientos armados populares para defender vida y patrimonio familiar, ante las claudicaciones gubernamentales de sus deberes en la materia.
PD. Hace tiempo el gobierno nazi alemán masacró al pueblo judío. Hoy el gobierno israelita masacra inmisericordemente al pueblo palestino. De nueva cuenta, la bestia humana ha quedado desatada, ávida de sangre y muertes.

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