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El asesinado el domingo en la Jardín, por problemas de drogas, asegura la PGJE

 * Le dieron cinco balazos de 9 milímetros en la cabeza * Rubén Rivera Hernández, Brando Solano Ayala y Fernando Bello Solís, los detenidos * Faltan otros dos, afirma la madre del muerto * La víctima, empresario molinero, era adicta, dice el delegado de la Procuraduría, Efrén Suástegui

 Alfredo Mondragón * La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) presentó a tres presuntos distribuidores de droga como copartícipes de la ejecución del empresario molinero Alfredo Bello Navarrete, ejecutado de cinco balazos en la cabeza la madrugada del 4 de mayo, y cuyo cuerpo fue encontrado amordazado, atado de manos y pies, cerca de La Frente del Diablo, en la calzada Pie de la Cuesta.

Rubén Rivera Hernández, de 28 años, alias El Pelos; Brando Solano Ayala, de 21 años, alias El Bote, y Fernando Bello Solís, de 29 años, alias El Topo, habitantes de la colonia Jardín Palmas, vendedores de cocaína y adictos, según la policía y familiares de la víctima, aceptaron haber sido copartícipes pero dijeron que los ejecutores “están prófugos”.

En conferencia de prensa, el delegado de la PGJE, Efrén Suástegui Mayo, dijo que los tres detenidos están confesos y que el crimen se debió a que el empresario “era adicto a las drogas” y esa noche sostuvo un altercado con sus ejecutores durante una compra de enervantes, en una tiendita de droga ubicada en alguna parte de la colonia Jardín.

Al término de la conferencia, la madre del empresario, Adela Navarrete Salas, se acercó a los reporteros y acusó al comandante de la Policía Judicial del Estado en ese asentamiento, Ricardo Camacho Mondragón, y a uno de sus agentes al que sólo conoce como El Vaquero, de “proteger a los dos narcotraficantes” que ejecutaron a su hijo, quienes están prófugos y la extorsionan.

Adela Navarrete también sospecha de la Policía Preventiva porque un comandante de apellido Escalante fue quien avisó a sus familiares que su hijo estaba muerto, cuando aún no habían reportado su desaparición.

Bello Navarrete, de 30 años, poseía siete molinos y distribuía masa a las tortillerías de las colonias aledañas a Pie de la Cuesta. Su cuerpo fue encontrado en la calle Chico Zapote de la colonia Jardín Palmas frente a la tortillería Don Pepe, amordazado, atado de manos y pies, con cinco balazos de calibre 9 milímetros en la cabeza.

–Delegado, ¿cuál fue el móvil del crimen?

–El móvil, en términos concretos, es que refieren los involucrados que la víctima era adicto a las drogas y acudió a comprar droga a una casa. La mercancía le fue negada y provocó un incidente entre ellos. Primero fue golpeado por uno de ellos, posteriormente amordazado, atado, subido a un taxi marca Volkswagen y llevado a las inmediaciones de la colonia Jardín Palmas, donde le dispararon con una 9 milímetros.

–¿Es decir los homicidas tienen vínculos con el narcotráfico?

–Nosotros sólo referimos la circunstancia de cómo fue privado de la vida. Lo otro correspondería a otra autoridad”, (es decir a la Procuraduría General de la República).

–¿Se aseguró el arma y el vehículo?

–El arma, no. Tenemos los cascajos, la ojiva que se le extrajo en la necropsia; el vehículo continúa en la investigación. Fueron detenidos en diferentes lugares: colonia Jardín, colonia Juan R. Escudero y Pie de la Cuesta, pero faltan más personas por detener.

–¿Todos dispararon?

–No, son personas que tienen un grado de participación, pero la prueba química de radisonato de sodio resultó positiva en Rubén y Brando.

–¿Quién los identificó o cómo dieron con ellos?

–Es una serie de pruebas indiciarias; no hay una prueba suelta sino un conjunto de pruebas concatenadas entre sí. Todos son adictos a sustancias psicotrópicas.

Rubén Rivera, originario de Acapulco, tiene 28 años, está desempleado, con segundo año de secundaria y vive en unión libre.

Brando Solano, también de Acapulco, tiene 21 años, con sólo primaria, está desempleado y vive en unión libre.

Y Fernando Bello, originario de este puerto, de 29 años, con estudios de secundaria y soltero.

La versión de los detenidos

–¿Cómo te llamas?

–Rubén, me dicen El Pelos, yo sólo fui testigo.

–¿Qué grado de participación tuviste en el asesinato del molinero?

–A mí nada más me dijeron que le abriera la puerta y se la abrí en la casa en donde estábamos cuidando con él en la Jardín Mangos. Nada más llegaron, me dijeron que cuando llegara ese tipo que le abriera la puerta, entró y fue donde lo agarraron.

–¿Cómo lo llevaban?

–Yo nada más vi cuando lo tumbaron, eran dos, lo amarraron y lo sacaron para afuera.

–¿Te dieron dinero?

–No, yo no sabía nada de esto.

–¿Quiénes son esos dos que lo llevaron y lo mataron?

–Yo nada más sé que se llama Felipe; el otro no lo conozco.

–¿En esa casa venden coca?

–No, no sé… ellos.

En ese momento el multidenunciado comandante ante Derechos Humanos como torturador de detenidos, Silvino Rafael Salinas Orbe, irrumpió en la entrevista que efectuaban reporteros a los detenidos e inmediatamente los metió a los separos, y pidió: “Señores de la prensa, por favor, que no se comente, por eso se caen las investigaciones”.

La versión de la madre

Apenas se retiraban los reporteros de las instalaciones de la PGJE, cuando una mujer concedía una entrevista a reporteros de televisión. Era Adela Navarrete Salas, madre del ejecutado:

–…El Vaquero estaba dentro de la casa drogándose (donde mataron a su hijo); hubo una persona que lo señaló.

–¿Qué le hizo El Vaquero?

–Es judicial, nos está extorsionando, a cada rato nos está pidiendo dinero, que para la gasolina, para moverse, que se anda investigando. Pero se dedica a extorsionar. Yo le pido al procurador que limpie su corporación y que saque a los malos elementos.

Agregó: “Mi hijo desapareció desde el sábado a las 10 de la mañana. Cómo es posible que a las 12 ya nos estaban avisando los preventivos de Pie de la Cuesta, un comandante Escalante, que lo conocía, nos fue a decir que estaba un individuo tirado. Cómo es posible, si todavía no habíamos reportado su desaparición”.

–Señora, a su hijo lo involucran en la compra de estupefaciente y que ese fue probablemente el móvil por el cual fue asesinado –dijo una reportera.

–Mire, exactamente no le puedo decir porque yo no radico aquí, lo único que pido es justicia, porque la muerte que tuvo no era para que se la dieran así.

–La PGJE dice que este pudo ser el móvil.

–Mandó a los trabajadores a comprar lo que vendía ahí, droga, y le mandaron a decir que fuera su patrón. No sé qué le dirían a mi hijo que fue.

–No se la quisieron vender.

–No, a mi hijo lo estaban esperando, hay un testigo, que no puedo dar su nombre, que vio perfectamente cuando lo estaban matando en esa casa.

“Fue gracias a la intervención del comandante regional Alfredo Camacho Millán que se esclareció la muerte mi hijo, porque el del Jardín (Ricardo Camacho Mondragón) no estaba moviendo ni un dedo. ¿Dónde está la justicia? Estaba protegiendo a las personas que estaban vendiendo droga, a los que mataron a mi hijo”, dijo.

–¿Quiénes lo mataron? –preguntó un reportero.

–Esos asesinos, El Pelos, esos tres que están detenidos, faltan otros dos y el taxi.

–¿De qué manera daba protección ese comandante a esas tres personas –preguntó otro.

–El comandante del Jardín, porque a los tres días de que a mi hijo lo habían matado dentro de esa casa, ya se estaba vendiendo droga.

–¿Quiénes vendían droga? –preguntó uno más.

–Las personas que están detenidas.

–¿Cuánto tiempo llevan vendiendo droga ahí? –siguió el reportero.

–Ya tienen mucho tiempo y protegidos por la judicial del Jardín; yo lo único que pido es justicia.

–Señora, lo que usted está diciendo es que el comandante de la Judicial de El Jardín tuvo conocimiento de quiénes mataron a su hijo y que son narcos, pero que los protegió.

–Sí, señor, exactamente.

–¿También dijo algo de la Policía Preventiva?

–A mí se me hace muy raro, porque a la hora que desapareció mi hijo nos fueron a avisar a la casa que estaba uno tirado en el lugar donde encontraron a mi hijo. El comandante de la Preventiva de apellido Escalante conocía perfectamente a mi hijo, y cómo sabía que él era si todavía no habíamos reportado su desaparición.

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