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Es el Día de las Madres y en el centro de Acapulco todos somos hijos

Xavier Rosado * Es la víspera del 10 Día de las Madres y en el centro porteño todos somos hijos.No importa la edad, condición sexual o estrato social. En las caras de la multitud que pulula al mediodía se nota esa innegable condición. Desde el joven que mira indeciso un aparador hasta la dependienta de la tienda de perfumes que con su mejor sonrisa trata de jalar la atención de los clientes que atiborran la tienda de departamentos en la que trabaja.

Todos saben, sabemos, que estamos aquí por una sola razón: buscar el regalo perfecto para agasajar a nuestras madres en su día.

Y para hacerlo, se nos ofrece una amplia variedad de opciones.

Con ese pretexto se lanzan a las calles en un frenesí consumista para conseguir un aparato eléctrodoméstico, una sala, una estufa, una flor o una tarjeta en fin, un regalo que represente una manifestación de cariño y reconocimiento que dure para todo el año.

A las mamás siempre les va bien en su día, es la fecha en que son (o deberían ser) atendidas por su familia, en la que les llevan el desayuno a la cama, les hacen el quehacer, las llevan a comer a un restaurante y les cambian el comedor.

En Acapulco esta feria consumista es igual a la del resto del país. En 10 de mayo no se encuentra una mesa disponible en los restaurantes, lujosos o baratos, todo está a reventar.

Como buenos mexicanos, todos llegan a las tiendas de muebles el mismo día, a comprar lo primero que se ajusta más que nada, a su presupuesto y luego a las necesidades de la madre, pocas son las personas que planean con anticipación este momento.

En la avenida Cuauhtémoc, por ejemplo, se instala una larga fila de camionetas, unas 15 de esas pequeñas tipo Nissan con sus redilas para llevar la sala, estufa o lavadora a colonias acapulqueñas y muchas veces a otras, más allá de la bahía, San Isidro, La Venta, Tres Palos, La Sabana, El Cayaco y Coyuca.

Estos vehículos son manejados por unos verdaderos mercaderes de la mudanza, que se rigen por una tirante ley de la oferta y la demanda, en la que saben, cobrarán más en días como estos.

“Pues por lo regular cobramos unos 200 pesos por llevar un mueble dentro de la bahía, más allá dependiendo del lugar, hasta 500 pesos, pero en el Día de las madres, tenemos qué cobrar más porque hay mucho trabajo y pues no nos damos abasto ¿qué tanto más? pues más o menos el doble”, dice Florentino Cruz Ruiz, uno de los mudanceros.

Y es que las compañías muebleras que están en el centro no se hacen responsables por el flete de los artículos que se adquieran ahí, al menos que se pague un porcentaje que también, según la época, representa hasta un 40 por ciento del costo de los productos, por lo que el cliente se ve abandonado en la banqueta, con su paquete.

“Le compramos esta sala a mi jefa que nos costó mil 500 pesos, pero ahora quieren otros 300 para llevarla aquí nomás a la Progreso, no se vale que hagan eso porque pues uno ya viene con el dinero contado que ¿qué voy a hacer?, pues se va a ir ahorita mi hermano a la colonia para que nos preste su camioneta mi primo, ahí le damos nada más para su gasolina y ya no nos sale tan caro, pero si no tuviéramos esa opción, pues ya nos chingamos con otros 300 varos”, dice José Luis López Segura, uno de los consumidores.

En toda la avenida Cuauhtémoc, hasta el Zócalo también se nota la efervescencia comercial del 10 de mayo, todas las boutiques tienen ofertas y promociones para las madres, las librerías, tiendas de telas, de regalos, hasta las ópticas aprovechan la ocasión.

“Con amor para Mamá: Dos armazones por el precio de uno”, se lee en una óptica en una calle aledaña al Zócalo.

En las bancas cercanas al kiosko y a un lado de la catedral, también se han instalado algunos comerciantes con flores y con regalitos como tarjetas de felicitación, corazones tejidos con un “te quiero mamá”, tazas, vasos y vasijas con flores artificiales.

Aún con los costos elevados por encima de su precio habitual, las calles se encuentran llenas de compradores ávidos, buscando con ojos azorados el objeto que, sin afectar tanto el presupuesto, muestre a las madres, todo el amor que se siente por ellas.

Una vez más, después del Día de Reyes y de San Valentín, se instaló el tianguis –ahora del 10 de mayo- en el predio que se otorgó temporalmente a los comerciantes ambulantes en la esquina de la Costera y Antón de Ulloa.

Los locatarios que antes inundaban con su mercancía en estas fechas las calles del centro como Belisario Domínguez, Parián, Matamoros, 5 de Febrero y Melchor Ocampo, ahora se les permitió instalarse en este terreno, para regatear los mismos artículos de otras temporadas ahora con el pretexto del Día de las madres.

Es específicamente un tianguis de regalos y otras baratijas, se venden peluches, muñecas, flores artificiales, posters y tarjetas, ropa, accesorios, artículos de ferretería, ranitas de la suerte, juguetes y comida.

Aquí, el consumidor de escasos recursos, podrá, hasta con 5 pesos, llevarle un recuerdito a su madre, para que no pase el día desapercibido.

Este es el ambiente que se vive en el Acapulco tradicional por el Día de las Madres, no se podrán quejar tampoco las protagonistas de todo el furor masivo que ocasionan para festejar su día. Aunque del otro lado de la ciudad, de la Gran Plaza para allá, sean otras las historias.

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