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“No sirvió” este periodo vacacional, dicen meseros de playa Carabalí; “vino poca gente”

Mariana Labastida

Meseros y prestadores de servicios turísticos de la playa Carabalí consideraron que el actual periodo vacacional “no sirvió” porque es poca la gente que se ve en esa área de la bahía de Santa Lucía, además de que la mayoría de las familias que llega llevan bebidas, botanas y anafre para cocinar, por lo que son pocas los que compran alimentos en los restaurantes y a los vendedores informales.
Sin importarles lo intenso del sol, una pareja juega con su pequeña hija a la orilla del mar: él excava con ayuda de una cubetita de plástico para hacer una alberca donde su pequeña se pueda meter, mientras la niña de unos 3 años corre alrededor de sus padres huyendo de las olas que alcanzan a llegar a donde están.
El acceso a playa Carabalí es por la plaza Japón. No se ve mucho movimiento e incluso los vendedores de frutas como mango, pepinos y jícama con chile en polvo están sentados en una mesa almorzando y con toda la mercancía en las tablas; en la playa sólo los toldos de la fila de enmedio están ocupados, ni las sombrillas de la primera fila ni la tercera.
Francisco Peñaloza es uno de los meseros de la playa Carabalí; está sentado bajo un toldo, “hay poco trabajo”, responde cuando se le pregunta cómo les fue en la temporada. Otro señor mayor a don Francisco sólo se limita a hacer gestos de descontento por la pregunta.
“Estuvo bueno hace un año pero este año no, ya va para afuera y nada más queda esta semana que viene y no sirvió ni para los cobradores de sillas ni toldos”, siguió Francisco, quien señala la parte de la playa que “nunca” se les llenó.
“No más a veces piden un cóctel de camarón, unas quesadillas, pero no mucho, está muy flojo esto”, comentó el mesero.
Además por la cercanía de las tiendas de autoservicio, los visitantes llegan a la playa con todos los suministros para pasar el día, bebidas con y sin alcohol, botanas y comida.
En uno de las palapas más grande la familia Morales colocó un anafre en el que calienta las tortillas para comerse la carne asada.
En el mar, un joven da vueltas en una moto acuática con la intención de promover el paseo, que alguien se anime a rentarla, pero es ignorado los bañistas y turistas.
En donde rompe la ola, una niña con salvavidas va y viene con el agua, mientras dos jóvenes se animan a entrar y enfrentar las olas con doble protección chaleco y llanta salvavidas. Le siguen dos integrantes de su familia, una pareja ella con un salvavidas rosa que intenta poner en la cintura y él agarrándola fuerte para que no vaya a caerse pues al parecer no sabe nadar, llega donde el agua le alcanza el pecho, se queda unos minutos de pie y sale del mar.
Don Francisco ya se movió de la silla donde descansaba y va en recorrido con una carta del restaurante donde trabaja en la mano. Va ofreciendo comida y bebidas a ver si algún visitante se anima a comprarle algo y hacerle el día.

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