Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

Revisar nuestras premisas

Es impostergable que ante nuestra realidad económica, claramente dependiente, tengamos que hacer una reflexión. Es claro que vivimos una idea aceptada por los gobiernos emergentes en vías de desarrollo que buscaban una estabilidad y no veían otra alternativa. Era la aceptación de las ideas de la dependencia como punto de partida para el desarrollo económico. Dentro de estas ideas, estando ligados por los Tratados de Libre Comercio aprobados por nuestros gobiernos y metidos en ésta nueva realidad, debemos revisar nuestra posición y ver el punto de partida.

El llamado consenso de Washigton, que dio origen a nuestras posiciones actuales, se había planteado por recomendaciones de los organismos internacionales Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y las presiones de las potencias económicas internacionales que habían logrado a través de la emergencia de una sociedad mundial unipolar, establecer puntos de acuerdo que sirvieran de una especie de plan maestro de gobierno que llevara a las economías más débiles a una posición de mayor fuerza.

Los puntos que fueron planteados eran los siguientes: uno, disciplina fiscal; dos, concentración del gasto público en lo que menos entusiasmaba al mercado: salud y educación de las masas; tres, reforma fiscal; cuatro, tasas de interés positivas; cinco, tipo de cambio competitivo; seis, políticas comerciales no proteccionistas; siete, apertura frente a la inversión externa; octava, privatización de las empresas públicas; nueve, desregulación de la actividad económica; diez, seguridad jurídica de los inversionistas.

Como vemos todos estos planteamientos vienen de lo que Habermas llamó en Alemania el neoconservadurismo, en Inglaterra las políticas de Margaret Thatcher, y en Estados Unidos la posición del Presidente Ronald Reagan que se llegó a llamar Reaganomics.

De todas estas características o condiciones que eran base importante para la aprobación de los créditos necesarios y posteriormente para lo que se llamó los blindajes económicos, que en alguna forma nos sacaron de crisis, como la crisis bancaria de la época de la presencia zedillista, han metido al país en una configuración de la que ya no hay marcha atrás. Algunas de estas condiciones no se han cumplido, como es el caso de la reforma fiscal, pero el resto de los puntos del llamado Acuerdo de Washington, todos han sido cumplidos.

La reforma fiscal se ha convertido en una de las principales preocupaciones del actual gobierno y se ha detenido por diferencias políticas partidistas y eventualmente con las presiones de un mundo unipolar, veremos que se irá cediendo. En este contexto debemos  preguntarnos ¿si al cumplir las reformas fiscales y tener un gobierno mejor financiado, el camino para el desarrollo y la estabilidad económica se habrá abierto, así como el viejo anhelo de la igualdad y la justicia social?

De hecho esta reforma no es posición partidista porque los cumplimientos a estas distintas condiciones que se imponían por el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, empezaron a ser aceptadas e implementadas por gobiernos priístas como fueron los de Miguel de la Madrid, de Carlos Salinas y de Ernesto Zedillo; estos acuerdos que generaron las instituciones internacionales fueron también aceptados  y promovidas por el actual gobierno de Vicente Fox.

No hay realmente una interpretación partidista a las necesidades de la reforma fiscal, son parte de este conjunto de diez puntos que los organismos internacionales han impuesto a los países y que en el caso nuestro casi hemos cumplido. Es interesante que un gobernante como el de Lula Da Silva en Brasil, que en tres ocasiones anteriores había competido por la Presidencia de la República y había luchado precisamente contra la mayor parte de estos puntos impuestos por el modelo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en la cuarta ocasión, cambiando su  postura radical y aceptando las condiciones de los organismos internacionales logró su presidencia y en los primeros pasos que ha dado lo hemos visto aceptar estas condiciones y generar un gobierno que cae dentro de lo que Habermas llamaba el neoconservadurismo. Es más, posiblemente este sistema quedará establecido claramente en los ejercicios políticos de los distintos países de la región latinoamericana sin excepción y que el componente ideológico de los distintos partidos se vaya diluyendo ante el pragmatismo de la necesidad de desarrollo económico en poblaciones crecientes y con recursos limitados.

468 ad