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Silvia Alemán Mundo

¿Crecimiento económico infinito en una biósfera finita?

Nuestra biósfera es finita pero creo que se nos olvida. Esta bella nave en la que viajamos  en el espacio tiene un territorio finito. El territorio no crece, se mantiene con las mismas dimensiones, sin embargo, pensamos en un crecimiento económico sin fin. El número de mercancías y objetos que nuestra sociedad capitalista industrializada produce no puede seguir aumentando, tampoco pueden seguir aumentando sin freno nuestras incesantes acciones consumistas y con ello la basura.
Las sociedades campesinas, indígenas y con escasos recursos económicos son dan una lección a las sociedades urbanas y consumistas: se puede vivir con poco y sin producir tantos residuos. Sociedades que tienen escasos recursos económicos y escasos bienes materiales no quiere decir que sean  pobres, tienen en la mayoría de los casos una riqueza cultural, ética y moral importante y que es precisamente lo que asegura su reproducción y permanencia.
¿Cómo asegurar una calidad de vida aceptable y al mismo tiempo disminuir la producción de mercancías y bienes de consumo? Aquí está de por medio la idea del Producto Interno Bruto (PIB), con el cual generalmente se mide el progreso y crecimiento de una economía nacional. La idea es que entre mayor sea el PIB mejor le irá a esa economía nacional. Pero este término es impreciso, empezando por el hecho de que el PIB puede ser alto, tal vez de un 6, 8 o 12 por ciento. Pero la pregunta más importante a contestar es cómo esta riqueza material que se produce es distribuida entre la población, porque si beneficia únicamente a una élite económica, entonces aunque haya un crecimiento del 12 por ciento esta sociedad seguirá teniendo una población mayoritaria económicamente pobre. O bien los beneficios pueden ser principalmente para las empresas transnacionales y los monopolios económicos. Crecimiento económico ¿para quién?
En México tenemos una ley que parece una ley de lujo, pero que como otras leyes no tiene una aplicación práctica, esta es la ley que prohíbe los monopolios, ¿cómo podemos tener una ley que prohíbe los monopolios, cuando son los monopolios quienes tienen el suficiente dinero para comprar la ley? Un caso común y corriente en México y que no escandaliza a nadie. Esta ley de lujo se estableció bajo una base teórica correcta: la democracia económica contribuye a establecer una sociedad con justicia social. La democracia económica implica una economía basada en micro, pequeñas y medianas empresas, sin embargo, la lógica de las leyes capitalistas van en sentido contrario: las grandes empresas van absorbiendo a las pequeñas ¿Quiénes dieron en México amplia y rotunda cabida a las empresas transnacionales y los monopolios y quiénes se beneficiaron de ello? ¿Existen posibilidades de que los monopolios se rompan? Lo que sí está claro es que los monopolios implican la concentración del poder económico y político, no sólo en México sino en el mundo entero. Los monopolios son los que mandan y con ello limitan las libertades económicas y políticas de la mayoría de la gente, crean desequilibrios y algo bastante delicado es que las jóvenes generaciones no encuentran un lugar vivible y digno en el presente, ni se visualiza en el futuro.
En México tenemos la mezcla de una economía dominada por monopolios y empresas transnacionales, combinada con una cultura nacional de corrupción y simulación, una mezcla perfecta para una crisis económica, social y ambiental sin solución, ¿habrá en este contexto alguna salida para que la naturaleza sobreviva? Más bien la naturaleza se las arreglará para sobrevivir, pero la humanidad quien sabe. Pero decir que los males de México son únicamente culpa de los monopolios y las empresas transnacionales es invalidarnos como actores sociales y dueños(as) de nuestro propio destino. Gran ayuda sería regresar a la cultura de la honestidad en todos los ámbitos y el trabajo fructífero, que eso sí está en nuestras manos hacerlo realidad.
Mario Molina, investigador mexicano asentado en Estados Unidos, vino a México a un foro relacionado con la nacionalización de Pemex y sus beneficios. Los partidos de izquierda piden que Pemex y sus hidrocarburos beneficien a todos los mexicanos y que la riqueza del subsuelo al ser extraída traiga beneficios a todo el país. Los partidos de derecha tienen una visión diferente, éstos abogaban por la privatización de Pemex y que beneficie más que nada a unos cuantos. Mario Molina vino a participar en esta discusión y su intervención incorporó una nueva variable, fundamentalmente dijo que antes de que los hidrocarburos del subsuelo mexicano se terminaran se terminaría primero la atmósfera. Es decir, se debía pensar en el daño que estos hidrocarburos causarían a la atmósfera. Se trataba no sólo de explotar a más no poder los hidrocarburos disponibles, sino también de cuidar la atmósfera y el ambiente nacional y mundial.
Las preguntas más que económicas o ecológicas son filosóficas, ¿hasta dónde queremos producir y para qué? ¿Hasta dónde queremos consumir y para qué? ¿El consumo está satisfaciendo nuestro ego o una necesidad elemental? Se ha demostrado que algunas sociedades no siempre han aprovechado el plusproducto que logran en los procesos productivos. Producto que les sobra lo tiran, lo desechan, no lo acumulan. Las sociedades campesinas van con esta sintonía.
La obra de Carlos Marx gira alrededor del análisis de la lógica de la acumulación capitalista. El objetivo de la producción capitalista es obtener una plusvalía o ganancia, misma que se reinvierte en el proceso productivo para generar nueva y acrecentada plusvalía o ganancia. Si la plusvalía no se acrecienta en cada proceso productivo, qué caso tendría volver a producir bajo la lógica de las leyes capitalistas. Este proceso que fue revolucionario en los siglos  XVII y XVIII actualmente se está convirtiendo en un proceso asfixiante para la naturaleza y la humanidad. Se podría decir que la lógica de la naturaleza y la lógica capitalista no son compatibles sino excluyentes. La naturaleza y la vida para existir necesita que el capitalismo desaparezca y el capitalismo para existir necesita eliminar a la naturaleza. ¿La solución es volver al pasado, a las sociedades preindustriales, donde el excedente se tiraba? No es descabellada esta medida, es más bien lógica: si no necesitas algo, porqué no lo devuelves a la naturaleza o lo regalas, te tienes que deshacer de ello porque no lo necesitas. Es algo que te sobra, ¿para qué acumulas? Para qué acumular y acrecentar el capital económico, para qué acumular objetos. Esta es la pregunta filosófica: ¿Para qué? Sin embargo, esta pregunta pone en entredicho todas las teorías y esquemas de la lógica de producción capitalista, basada en la acumulación. Quién dará la solución a este dilema: acumular hasta morir o desacumular para vivir.
En nuestro tiempo de vida la naturaleza nos presta sus servicios, que a la vez deben ser preservados para las futuras generaciones. Somos sólo usufructuarios de los servicios de la naturaleza, de la tierra, del aire, del agua. Pretender asumirnos dueños(as) de la naturaleza y hacerla parte de la economía de mercado, es generar disturbios importantes. Por ello la propiedad ejidal y comunal tenía sentido. Eras sólo usuario de la tierra, no su dueño, y debías pasarla a las nuevas generaciones. No sólo ello, los bienes ambientales manejados en grupos colectivos ha probado su eficiencia a lo largo de la historia. Usufructuar los bienes ambientales y manejarlos colectivamente, tal parecen ser las mejores estrategias para su conservación.
En el reciente debate que se llevó a cabo el día domingo 6 de mayo de 2012, a las 8 de la noche, entre los(as) candidatos(as) a la Presidencia de la República mexicana, se puede decir, que en cuanto al problema de la crisis ambiental, aparentemente el señor Quadri es quien maneja el tema, porque propuso varias medidas de producción de energía alternativa y limpia. Sin embargo, la dialéctica de las cosas, nos dice que la solución al problema ambiental no se encuentra en la misma esfera del ambiente, o más precisamente, no sólo ahí, esta solución se encuentra fuera de la cuestión ambiental y que es en la esfera social y económica. Andrés Manuel López Obrador aparentemente no maneja el discurso del desarrollo sustentable de manera explícita, sin embargo, da al clavo en este tema sin hacer la liga de manera explícita. López Obrador repite una y otra vez la necesidad de establecer una justicia social, lo que significaría una redistribución de la riqueza, tan concentrada en pocas manos en estos tiempos, lo que conllevaría a disminuir el dominio de las empresas trasnacionales y los monopolios y que hace necesario dar mayor peso a los mercados campesinos, a los mercados regionales y locales para el florecimiento de la micro, pequeña y mediana empresa. En este aspecto López Obrador  coincide con Ulrich Beck, un pensador alemán, quien menciona que la solución al problema ambiental es la equidad social.  Beck señala que la crisis ambiental a quien más afecta es a la gente con escasos recursos económicos y que la contaminación sigue a los pobres. En relación a este punto, el señor Quadri mencionó que son los campesinos pobres quienes ocasionan la deforestación, pero primeramente, Ulrich Beck preguntaría y ¿por qué hay campesinos(as) pobres, qué causas lo están generando? Desde mi punto de vista, se debe fortalecer la generación de una diversidad de tecnologías limpias, sin embargo, tan o más importante es construir una sociedad económicamente justa y equitativa, a fin de que la crisis ambiental tenga una solución sostenida.

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