Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

La oferta extrahotelera: un negocio que beneficia a muchos y molesta a pocos

 Aurelio Peláez * La guía de turistas responde sin titubear: “Cuartos si hay, cuántos son, si tiene auto los llevo”. “Por qué zona de la ciudad”, se les pregunta. “Por donde quiera, ahorita tengo uno de mil 400, para cuatro”. Entre la avenida Costera, en La Diana, cerca de los estacionamientos, la oferta extra hotelera espera clientes.

Por la zona de paseo turístico pasean chavos, personas de mediana edad, con una baraja de trípticos en la mano: de paseos en yates turísticos, de restaurantes, de bares, de centros recreativos, y en corto, de departamentos que se rentan para la temporada de Semana Santa, actividad que o resuelven el problema de alojamientos de parte de las miles de familias que vacacionan en el puerto, o que termina en litigio ante la Procuraduría Federal del Consumidor, donde hasta ayer había 19 quejas por este servicio, o en la Procuraduría del Turista, en la que se habían presentado 35.

La avenida Costera, cuyo proyecto es habilitarla como un paseo turístico por parte del gobierno municipal, es más bien una franja de oferta de servicios turísticos diversos, desde los discutidos tiempos compartidos, por el día, hasta la invitación para el paso a las discotecas de table dance, por la noche.

La glorieta de La Diana, ayer, era el cruce de las más diversas ofertas de servicios para vacacionistas en Semana Santa: venta de periódicos, lava parabrisas, chicleros, guías de turistas, haciendo su aparición entre alto y alto, agazapados en tanto bajo los escasos árboles del lugar.

Lo de la oferta extra hotelera funciona más o menos así. Lo más prudente, algún potencial turista lee en su lugar un anuncio en el periódico en donde se anuncian departamentos o bungalows que se rentan por día, semana o mes, teléfono de por medio; lo segundo, es llegarle directamente a Acapulco –generalmente en viaje en auto con toda la familia– y buscarle en los hoteles, que si no están llenos, son caros.

Luego, al buscar hotel o estacionamiento, ser abordado por algún guía de turista con un: “Busca hotel, señor”. Y el hotel bien puede ser tal, aunque algo escondido y lejos del mar, o bien un departamento habilitado para la semana.

Una competencia desleal, se dice desde algunas asociaciones de hoteleros, que promueven el control de este servicio, argumentando además que puede tener resultados poco agradables al cliente.

O quizá, porque se calcula que esta oferta de acuerdos extra hoteles, podría representar el 30 por ciento de la ocupación que se da durante las temporadas vacacionales. Por ahí se quedan los 4.5 millones de turistas que al año visitan Acapulco, que frecuentan los 30 mil cuartos del padrón oficial de servicios, y los 17 mil de vivienda vacacional, donde se incluirían la oferta extra hotelera. Todo esto dejando una derrama de mil 550 millones de dólares al año.

Y al final de esta oferta extra hotelera, como el hilo de la trama, el infaltable guía de turistas, ese que te mira con desconfianza, a ese que se mira con desconfianza.

De concursos en playas

-Pa’tras, Pa’tras…

Acapulco es una fiesta de playa. A lo largo de la misma algún concurso de baile convocado por algún consorcio refresquero, de brandys, cremas bronceadores o de un tequila que se vende en lata de refresco.

Edecanes, animadores especializados en armar los reventones de las discotecas, convocan a los bañistas a participar en los concurso de baile. Va de premio algún producto de la empresa, un cilindro, una camisa, una gorra y dicen que hasta condones.

Aquí es donde uno se entera que no todo el turismo es chilanguiza:

–Aplausos para esta chava que viene de León, a ver ahora, uno de Tepito, uno de Tepito…

No hay ninguno de Tepito al mediodía ahí por Playa Tamarindos. Sube en cambio una de Monterrey, empiezan los aplausos y de nuevo la música.

-Pa’delante, pa’delante…

Entre tanto gentío, los anuncios de Playa Limpia colocados a lo largo de la bahía apenas y se notan, o se ven como algo natural. Dice por ahí uno que sí supo que se decía que algunas de las playas de Acapulco estaban contaminadas, pero que de todos modos todos los años jalaba con su familia para este puerto. Otros más cuentan que lo mismo se dice del Distrito Federal, o bien, de plano, porque Acapulco es lo que queda más cerca para salir de vacaciones.

Es Jueves Santo y algunas familias acaban de llegar. Bajan de los camiones rentados para el viaje en masa, con los de la colonia o bien con las diversas ramas de la familia, con hieleras bien repletas de cerveza. ¿Hotel? Pues algunos se van a quedar aquí en el camión, dicen. ¿Algunos o todos? Algunos. El paquete también incluye cuarto, contestan. Aquí los guías de turistas ni le insisten mucho, acaso con la oferta de boletos para el viaje en los yates de paseo nocturno, uno menos, desde que se averió el Aca Tiki.

No obstante, según dice un empleado de la dirección de Turismo municipal, del módulo de La Diana, aún hay cuartos “económicos”, desde 120 pesos por persona, en algunos hoteles del Acapulco Tradicional. “Sí hay, todavía hay”, aunque no se le oye convincente. Sobre la mesa del módulo, un montón de folletería de restaurantes, yates y discotecas. De ningún hotel en particular.

 

468 ad