Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

CARTAS (En defensa de la bahía de Acapulco)

Señores director:

Les envío copia de la carta que publicó el diario Reforma el 22 de febrero pasado, que considero pertinente dar a conocer en estos días. Gracias por colaborar en la defensa de Acapulco. Un saludo. Manú.

 Señor director:

Como muchos chilangos de origen para los que Acapulco es el puerto natural, porque en el Golfo el paisaje no es tan bello ni el clima tan paradisiaco, toda mi vida vine con frecuencia, a veces por meses, hasta que en este siglo decidí huir del DF y mudarme  a la bahía.

Vivo en la playa misma y nado todas las mañanas, salvo algunas de luna llena cuando el océano se agita, se rebota y se ensucia con lo que existe en el fondo, como sucede en todas las playas del mundo. Deberían, no hay duda, dragar periódicamente la bahía como es también usual en muchos puertos. Pero a los dos o tres días en luna menguante, mi playa vuelve a ser la misma por semanas y meses: transparente y tibia de noviembre en adelante hasta la temporada de lluvias.

En estos tres años no he tenido una erupción en la piel o irritación en los ojos, ni me he enfermado de nada, como sería el caso si la bahía estuviera tan atrozmente contaminada como dice Reforma. La “información” de un cretino delegado de Profepa, al que ya despidieron por sospechoso de servir los intereses de otras playas ha provocado ataques y  choteos malintencionados que han dañado mucho a Acapulco, ya que grupos enteros de visitantes cancelaron ¡pobres! su visita invernal, perjudicando no sólo a los grandes hoteles sino a mucha gente que vive del turismo.

Por otra parte, le participo, señor director, que oteo la bahía y veo muchos cardúmenes en ella. No lo va usted a creer, pero el día de mi cumpleaños en diciembre, vinieron delfines hasta las boyas. Uno de mis nietos contó 20. Y por supuesto la pesca comestible local es abundante. Los pescadores a veces sacan sus redes aquí en esta playa para deleite de extranjeros que saben comer, italianos o franceses de Canadá que pasan meses aquí. Cuando no vienen los pescadores, mando a comprar al mercado municipal, que no es, claro, el colmo de la asepsia, pero me vale, sabrosas mojarras o sierra para el ceviche. En los supermercados la globalización manda que se venda sólo pescado congelado foráneo so pretexto de salud. Perfecta no es la bahía de Acapulco y si usted envía un reportero de buena fe, ya no digamos un amarillista, sin duda encontrará escurrimientos no debidos aunque rápidamente expulsados por la corriente, por ejemplo en el área de sus apasionados lectores de Las Brisas, o alrededor del Club de Yates.

Pero hay en Acapulco conocedores del maravilloso sistema natural de corrientes que con mucho gusto podrían explicarle por qué una bahía como esta no puede estar constantemente contaminada como dicen sus ignorantes detractores, gente que no la conoce ni la disfruta como su amiga, que lo saluda y le agradece la publicación de la presente.

 Manú Dornbierer

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