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El menor de los sobrevivientes de El Charco, ahora en la cárcel

 Francisco Cristino Crecencio, originario de la comunidad de Ocote Amarillo, en la región mixteca de Ayutla, vivió en 1998 la represión, sólo porque el 6 de junio estuvo presente en El Charco, en una reunión de indígenas de varias comunidades para mejorar sus condiciones de vida, a la que llegaron guerrilleros del ERPI que se quedaron a dormir con los indígenas en la escuela, y fueron atacados por tropas del Ejército.

Los militares que rindieron el informe sobre los hechos de la madrugada del 7 de junio de 1998 en El Charco, acusaron a este niño (entonces de 14 años) de haber participado en el enfrentamiento con el Ejército, disparando un fusil AK-47, cuerno de chivo. Decían que este niño no se rindió, y que sólo dejó de disparar cuando cayó herido en un brazo.

En realidad, era una historia fabricada con fines represivos, pues es imposible que los militares supieran con precisión lo que supuestamente estaba haciendo Francisco, si los hechos ocurrieron antes del amanecer y todavía estaba oscuro.

Herido de bala en un brazo, Francisco Cristino Crecencio fue trasladado al hospital de la marina armada en Acapulco, donde estuvo como detenido. Apenas comenzó a recuperarse, y sin haber sanado totalmente, fue trasladado al Consejo Tutelar para menores infractores de Chilpancingo.

Fue permanentemente hostigado en el Consejo Tutelar y sometido a un régimen de reclusión plagado de irregularidades. En un principio no se le dio la atención médica necesaria para que recuperara el movimiento del brazo herido, fue sometido a interrogatorios, y se le impedía recibir visitas, incluso de su padre.

Este 2 de febrero de 2003, fue detenido en Coyuca de Catalán, en la Tierra Caliente, con otros dos mixtecos. Los tres están acusados del homicidio de otro indígena, que ese día fue asesinado a navajazos y arrojado al río Balsas.

Está encarcelado lejos de su familia, a muchas horas de distancia de su pueblo, Ocote Amarillo, de donde salió con otros mixtecos, a buscar trabajo como jornalero a las empresas que empacan melón para exportar, en un medio totalmente extraño donde sólo se habla un idioma que los mixtecos no entienden.

Un policía judicial le dijo a Francisco que su situación es difícil, porque ya tenía antecedentes de guerrillero del ERPI, informó el coordinador de la Organización Independiente de Pueblos Mixtecos Tlapanecos, Arturo Campos Herrera.

“No queremos que con el pretexto de un asesinato en la Tierra Caliente traten de confundir las cosas para involucrar a Francisco con grupos armados, sólo porque estuvo en El Charco”, dice Campos Herrera.

Explica que muchos niños mixtecos van a las reuniones de los adultos solamente a escuchar, pero eso no significa que se les pueda involucrar en algo, y ese fue el caso del menor de los sobrevivientes de El Charco. (Maribel Gutiérrez)

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