Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Rubén Padilla Fierro

Viajes ilustrativos

 La ventaja de adentrarse en todas las regiones de nuestro estado es conocer de cerca el reclamo ciudadano, los casos que a diario suceden con la población en cuanto a Justicia, Salud y Educación en el orden que quieran verse.

Lo mismo sucede en las cabeceras municipales que en los pueblos más lejanos, la queja sigue siendo la misma: falta de escuelas, imposibilidad de crecimiento, falta de mantenimiento, aprovisionamiento, orden, servicios, papelería, desatención a programas, al aumento en la matrícula, al pago puntual e incrementos a los profesores, a suplir las faltas, la omisión en la capacitación etc.

Si se trata de salud, el Instituto Nacional de la Nutrición encuentra tasas crecientes de desnutrición muy por encima de la media nacional que afectan a todo el estado y sobre todo a las zonas marginadas y a los indígenas en los tres estados del sureste: Chiapas Guerrero y Oaxaca cuyas etnias siguen siendo objeto de discriminación y olvido, como lo señalan otros estudios como el que publica El Sur, producto de la investigadora de la UAM Xochimilco al respecto de elevadas tasas de mortalidad materna.

Cifras que nos sitúan en salud con un atraso mayor a 30 años respecto a otros países tercermundistas. Y, a pesar de litros de tinta en los medios como en revistas médicas especializadas que se han empleado para dar a conocer estas cifras alarmantes, no observamos que se enciendan los focos de alerta en la instancia de salud estatal y no hay indicios de la aplicación de programas específicos para atacar e ir solucionando estos problemas de salud tan graves, en tanto la población general y la indígena en lo particular siguen siendo víctima de la desatención, de la omisión y la simulación de servicios que sólo en los anuncios espectaculares se lee: en salud, cobertura total.

En este sentido, las autoridades estatales de salud siguen aportando sólo anuncios y programas de papel, mientras grandes sectores de la población aportan la queja, los enfermos y los muertos por desatención, desinformación y abandono.

Las quejas continúan en todo el territorio estatal, los centros de salud están desatendidos y los pacientes que logran “llegar a tiempo a los hospitales generales, o son rechazados o son medio atendidos por la falta permanente de las herramientas de trabajo como de medicamentos e insumos en general, siguen en ascenso los cobros excesivos, el secuestro de pacientes y el incumplimiento de leyes y acuerdos.

En procuración de Justicia, la queja es unánime contra los agentes del Ministerio Público, por la forma de conducirse y del trato discriminatorio hacia los sectores indígenas y en pobreza a quienes lejos de atender y escuchar, son ofendidos y encarcelados aunque ellos sean quienes llevan la queja contra patrones, servidores públicos o policías corruptos, los convierten de acusadores en acusados y “venden” la justicia al mejor postor.

Una sola visita a los Ceresos además de un superficial interrogatorio a los reclusos abriría la caja de las esencias, pero no serán aromas agradables lo que emanará de ella sino el fétido olor de la corrupción.

Los sentidos de los habitantes en todo el territorio estatal están despertando y la denuncia como la queja ya se hacen escuchar sin temor; el pobre, el desamparado, el enfermo, los jóvenes y las mujeres, los grupos marginados y los indígenas cada vez se hacen escuchar con mayor fuerza.

Ahora que los vientos de la democracia están logrando cambios significativos, estas voces y estos reclamos deberán verse reflejados en las urnas, el voto deberá hablar y sacudirse de una vez por todas las vejaciones que han soportado por lustros, no dejándose seducir ni comprometer por migajas y promesas vanas y emitiendo votos razonados para llevar al poder a ciudadanos y candidatos probos, es tiempo de la revolución incruenta, aquella que se hace en las urnas.

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