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Jaime Castrejón Diez

El gran juego

Ahora que los tambores de guerra prevalecieron y los ojos de la humanidad están puestos en el conflicto bélico, es conveniente ver los acontecimientos con un aliento más largo, tanto hacia atrás como hacia delante. A querer o no, las consecuencias del conflicto armado afectarán la diplomacia y sus instituciones en forma profunda.

En el siglo XIX hubo una gran lucha política, diplomática y militar que fue motivada por una gran rivalidad por establecer hegemonías en Asia por parte de las grandes potencias europeas. Inglaterra, Rusia, Holanda, Francia, Alemania, España y Portugal participaron activamente en esta verdadera invasión de las sociedades asiáticas.

Era la época del imperialismo y todas estas naciones disputaban posiciones de privilegio. Un participante tardío en este juego político fue Estados Unidos.

A esta incursión política la llamaron los políticos y los comentaristas de la época, “el gran juego”. De lo que se trataba era ampliar zonas de influencia, tener materias primas a precio reducido, mano de obra barata y explotar recursos ajenos. ¿Suena esto familiar? La culminación fue el establecimiento de enclaves que eran la sesión de soberanía de una parte del territorio para que se establecieran organizaciones comerciales. La más notoria de ellas fueron los enclaves americano, inglés y francés en territorio chino.

Lo que estamos viendo el conflicto de Irak, si lo vemos en un horizonte de tiempo amplio se trata de una continuación de lo mismo, pero esta vez más sofisticado y con las armas militares más peligrosas y con una población mucho mayor y una mayor conciencia de la pobreza en estas épocas. Aunado a esto la presencia de un dictador que ha confrontado a Occidente y que nunca se ha caracterizado por su respeto a los derechos humanos.

Pero también hay otros casos que es interesante analizar y que explican ciclos históricos que nos ayudarían a entender el conflicto actual. Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, un presidente demócrata norteamericano Wodrow Wilson, pensó que esta debía se la guerra para terminar todas las guerras y se formó la Liga de las Naciones. Esta se concebía como la gran mesa de diálogo para dirimir en forma pacífica las diferencias entre países, pero además incursionó en problemas sociales que azotaban a la humanidad: problemas de salud, esclavitud, prostitución, entre otros. La Liga funcionó por varios años, fue terminada por una actitud de quien había resultado ser la mayor potencia mundial: los Estados Unidos, por una actitud que en su época se le llamó aislacionismo. Al abstenerse de participar en la Liga de las Naciones, esta fue perdiendo fuerza y naturalmente la declinación de una Organización Internacional, cuando los participantes la empiezan a abandonar termina irremediablemente en su destrucción.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, otro presidente demócrata de los Estados Unidos: Franklin Delano Roosevelt y su sucesor Harry S. Truman, propiciaron con dos de sus secretarios de Estado: Cordell Hull y R. Stetinius, crear una estructura que evitara nuevamente los conflictos bélicos; así fue como nacieron las Naciones Unidas, que también incursionó en educación, salud, derechos humanos, comercio y otros.

Esta ha tenido una mayor vigencia, ha tenido una presencia más larga en el ámbito diplomático, pero con la situación actual se empieza a marcar su declinación.

Lo que terminó a la Liga de las Naciones fue el aislacionismo norteamericano, después de la guerra, de la opinión pública no quería que su país se involucrara en la política internacional. Prevalecía la idea de que internamente tenía que fortalecer su economía, su sociedad y lo externo solamente distraía atención y recursos de su meta principal.

Lo que puede terminar la vigencia de las Naciones Unidas es lo que se le ha llamado unilateralismo, el jueves 6 de marzo un editorial en el Washington Post hablaba de que para las Naciones Unidas el presente conflicto en Irak representaba una nueva forma de aislacionismo. Si las Naciones Unidas nacieron en el contexto histórico de la posguerra y en realidad bipolar, cuando esta realidad cambia a un mundo unipolar, las Naciones Unidas debieran ser el contrapeso para una sola potencia y armonizar la vida internacional.

Entre muchas cosas que pueden pasar, el conflicto de Irak puede marcar también, desafortunadamente, el fin de las Naciones Unidas y nuevamente el mundo quedaría sin un foro de discusión que pudiera se un freno para la guerra y una forma de tener contrapesos en el ámbito internacional.

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