Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

Reflexiones sobre lo nacional, la corrupción y la ética política

 No a la guerra, no en nuestro nombre.

Así como los rezos acrecientan fe y creencia, también las relecturas de buenos escritos axiológicos fortalecen principios y valores. Al hacer limpieza de mi archivo personal, me encontré con un folleto cuyo contenido era el discurso que don Alejandro Cervantes Delgado dio en una cena, donde el grupo Amigos de Amigos de Acapulco, le otorgó la presea Miguel Alemán Valdez, en marzo de 1996.

Al releerlo, constaté que las ideas pronunciadas en esa ocasión, mantienen plena vigencia hoy en día. O díganme si no es así.

Don Alejandro comenzó diciendo que la activa participación y colaboración ciudadana es uno de los medios más efectivos para ensanchar las vías democráticas. En otras palabras, afirmaba que la política era demasiado importante como para dejársela sólo a los políticos y a sus partidos, puesto que éstos, muchas veces actúan conforme a sus intereses de grupo y no de la sociedad.

Después dio su opinión personal sobre la grave condición económica y social por la que atravesaba México en ese tiempo; exigía, como también ahora seguimos exigiendo, la adopción de un nuevo modelo de desarrollo. En palabras de él: “Un nuevo sistema económico que sea capaz de conciliar la reanudación de nuestra capacidad de crecimiento económico, con el cumplimiento del amplio débito social a cargo del Estado mexicano, y con los nuevos requerimientos que exige el entorno mundial de una economía cada vez más abierta y globalizada. Sostenemos una vez más, que la modernización no es irreconciliable con la justicia social.”

Sobre el papel y la obligación del Estado (en su acepción de sistema político) en la consecución del nuevo modelo de desarrollo, decía: “Es el Estado quien tiene la máxima responsabilidad y capacidad de asegurar la conciliación de lo económico con lo social, que en el caso nuestro equivale a hacer realidad el ya añejo objetivo de justicia social. Consideramos que las condiciones económicas, sociales y políticas de México exigen un Estado vigoroso. Pero no una intervención estatal omnipresente, autoritaria, derrochadora y mucho menos paternalista, sino selectiva en las áreas estratégicas que cubre, democrática y honesta en sus procedimientos, eficiente en sus resultados, y capaz de estimular y apoyar la iniciativa empresarial y la capacidad creativa de la comunidad, dentro de un marco de libertad y democracia, consecuente con las normas éticas que exige la moral pública”.

Sobre la última frase del párrafo anterior sostenía que, “en las condiciones actuales, el postulado moralizador es ya un acto esencialmente político, por lo que adquirirá cada vez mayor importancia y significación tanto en el discurso político como en los principios y acciones programáticas partidistas. Hemos llegado a un grado tal en el relajamiento de nuestra moral colectiva, que si no cobramos todos un mayor grado de conciencia de ello y si no actuamos todos en consecuencia para colaborar y avanzar en la superación de ésta socialmente indeseable lacra, el futuro de nuestro país –del México que entregaremos a nuestros hijos y nietos–, será más incierto… más difícil.”

Sostenía Don Alejandro en su disertación, que en México se habían trastocado gravemente los valores morales que deben de normar nuestra convivencia cotidiana, situación cuya raíz estaba en los errores y omisiones de los programas educativos que han soslayado o relegado a segundo término la concientización de la niñez y la juventud sobre los mismos. A manera de ejemplo señalaba cuatro valores:

Nacionalismo y lealtad a los intereses superiores de nuestra patria y de la comunidad en que vivimos. Sentido de responsabilidad en el desempeño de lo que se nos encomienda. Solidaridad con quienes convivimos, especialmente con los marginados y desprotegidos. Honestidad, rectitud e integridad en todas nuestras acciones.

Agregaba que a la corrupción, todos estamos expuestos y podemos ser susceptibles de corrompernos o corromper, cualesquiera que sea la actividad en que nos desempeñemos en la vida nacional, ya sea en el ámbito público, privado o social. Lo que nos permite inhibir tales tendencias es generalizar la rectitud y la probidad en el ejercicio de nuestra actividad cotidiana. De lo contrario nuestra indiferencia nos conducirá indefectiblemente al cinismo.

¡Ay, cómo nos hace falta Don Alejandro Cervantes Delgado en estas tierras del sur!

PD1. Los pocos espíritus humanos supremos, siempre se verán hostigados por las muchas mentes mediocres: Albert Einstein. En otras palabras, la que tiene más impaciencia y empeño de atemperar e inhibir a la virtud, es la propia mediocridad.

PD2. Todos debemos apoyar al presidente de la República Vicente Fox en su toma de posición pública y oficial de no a la guerra en contra de Irak.

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