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CARTAS (Responde Popoca a Parra Mijangos sobre la UAG)

Señor director:

Con relación a la indignación de José Luis Parra Mijangos, públicamente expresada en la edición de El Sur del viernes próximo pasado, sobre el calificativo que endoso a la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), estimo que debemos tener mayor dosis de vergüenza al saber que, hoy en día, la Asociación Nacional de Universidades (ANUIES) tiene clasificada a la UAG, con todo y su proceso de reforma universitaria, como una de las de menor nivel académico y de mayor corrupción en el país.

La dura caracterización que hice de la UAG fue en términos generales. Por supuesto que existen honrosas excepciones, pero todos sabemos que pocas golondrinas no hacen verano, ya no digamos primavera. Lo generalizado es lo que da identidad no lo excepcional.

Trafique y negociación de calificaciones, acoso sexual a las estudiantes, ausentismo estudiantil, magisterial y laboral, perversiones en el sindicalismo universitario, corrupción y mala administración de los presupuestos, prevalencia de la politiquería sobre la academia, pequeñas o medianas mafias a su interior que hacen predominar intereses de grupo a los genuinamente universitarios, entrega de títulos profesionales con laxos requisitos académicos, etc., etc. Es el pan de cada día, en mayor o menor magnitud e intensidad, en la UAG, no de la de antes de 1984, sino la de marzo del 2003.

Ojalá me equivoque, pero la actual reforma universitaria, en términos generales, es un proceso de cambio iniciado e implementado de tal forma que está orientado para que, en lo esencial, no cambie nada de la situación imperante en la UAG. Apuesto doble contra sencillo.

Lo indignante para los ciudadanos y doloroso para una buena parte de los padres de los estudiantes, es el tipo de profesionistas que, en términos generales, la UAG está proporcionando a Guerrero: duchos en la politiquería, peritos en el chantaje o presión, diestros en la simulación, ávidos de corrupción y huérfanos de preparación académica.

El ser orgullosamente universitario no implica que tengamos que practicar la política del avestruz para con las lacras de nuestra Alma Mater cual sea esta; como tampoco las penurias y hostigamientos padecidos pueden justificarlas. Por el contrario.

 Atentamente:
Lic. Héctor Manuel Popoca Boone

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