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CARTAS (Reflexiona sobre la segunda etapa de la reforma de la UAG)

Señor director:

Mucho agradeceré que en su prestigiado diario pudiera publicar las siguientes reflexiones surgidas a propósito de la segunda fase de la llamada Reforma Universitaria anunciada por el rector de la UAG, Nelson Valle López.

Como sabemos, de la educación depende el futuro de la sociedad. De allí que el reto del sistema educativo en su conjunto, y particularmente de la Universidad Autónoma de Guerrero, es que su quehacer, tanto docente, como de investigación y de extensión, que actualmente realiza, lo haga mejor.

Por ello, es que en tanto se coloque a la universidad en el nivel en el que debe hallarse, se puede decir que se trabaja más por el futuro de nuestra entidad federativa, del país, y desde luego por los ciudadanos (as).

Este reto no depende exclusivamente de las condiciones económicas y materiales de la enseñanza-aprendizaje, aunque se halle profundamente condicionado por ellas. Concierne al profesorado, a los investigadores, a los planes de estudio, a la población estudiantil, al personal administrativo, en pocas palabras, a la organización de la universidad.

Puesto que la reforma universitaria ha sido una aspiración histórica de aquellos sectores comprometidos con el objetivo de la regeneración de la sociedad guerrerense y de sus instituciones, baste recordar que fue el movimiento estudiantil-popular de 1960 el que sentó las bases de nuestra Alma Mater, y que esta ha sido quien a través de la formación de una conciencia abierta, tolerante y crítica, ha impulsado con todos sus defectos la vida democrática guerrerense.

Especialmente en el seno de la comunidad universitaria, el proceso de reforma es una necesidad especialmente apreciada, en ese tenor, la realización de reuniones de sensibilización, cursos y talleres emprendidos por la comisión correspondiente del H. Consejo Universitario, debe aclarar con la mayor objetividad las dimensiones de la crisis, porque si se conoce con precisión el diagnóstico es factible alcanzar entre todos los actores involucrados mejores medidas de solución.

Efectivamente la universidad que tenemos dista mucho de ser la que los universitarios aspiramos y exigimos tener, la que Guerrero necesita y la que la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) propone como modelo porque los cambios experimentados en los últimos años por la sociedad han tenido un impacto radical sobre la UAG, que como institución no se ha adaptado suficientemente bien a ellos.

Ahora bien, es voz común que la política educativa es siempre cuestión de prioridades, sobre todo cuando se transita por un largo proceso de estancamiento económico y de recursos limitados, con tales restricciones vale la pena preguntarse una vez más ¿que tipo de universidad quiere la sociedad suriana?

Nadie puede ignorar que el acceso masivo de la población estudiantil exige un replanteamiento a fondo de cuantos recursos se pueden y se quieren asignar a la UAG. Sin duda alguna tales recursos estarán en función de la disponibilidad presupuestal, pero deberán estar, también en función de que tipo de Universidad queremos.

Tanto se ha abusado del calificativo de excelencia atribuido a la institución, que en ese tenor podríamos señalar que en el pasado reciente ha estado ausente una labor planificadora adecuada, que entre otras medidas tuviera en cuenta: la demanda estudiantil que pudiera asumir, los recursos materiales y la calidad de equipamiento en aulas, laboratorios, bibliotecas, cubículos, etcétera, y desde luego las salidas profesionales, es decir, el mercado de trabajo de sus egresados.

Si a estas deficiencias agregamos un ambiente demasiado politizado, en donde, quien no se ampare bajo las siglas del grupo en el poder no es nadie académicamente, y consecuentemente, donde no hay aprecio ni mucho menos reconocimiento por el trabajo y el esfuerzo personal para la superación profesional, aún cuando a sus trabajadores les exijan la obtención de grados y posgrados de toda índoles, porque la feudalización del “saber” impide la marcha de la institucionalidad, para muestra obsérvense los problemas con los sindicatos universitarios.

Esto nos lleva a medir el grado de complejidad al que se enfrenta el proceso de reforma en su segunda fase que en estos días inicia, porque en síntesis, implica abrir una nueva vía que tratará de superar a la universidad napoleónica tradicional, burocrática y centralizada, cuyas estructuras debieran desaparecer como frutas maduras, pero, implementando estrategias acerca de que su desaparición no genere una fuente de poder para nuevas fuerzas políticas. Es tiempo de que la academia y los académicos encaucen la vida de la Universidad Autónoma de Guerrero.

 Atentamente:
Doctor. Jaime Salazar Adame

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