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Celebran y bailan en Tlapehuala la música de Guerrero, Michoacán y de Estados Unidos

Gregorio Urieta, corresponsal, Tlapehuala * La realización del Séptimo Encuentro de Dos Tradiciones Musicales en esta localidad, se transformó en una verdadera fiesta popular gracias a la disposición de los asistentes y a la entrega de los músicos invitados, locales y foráneos, que aun no se reponían del impacto logrado en Zitácuaro, Michoacán, en donde se presentaron el pasado viernes por la noche.

Lindajoy Fenley, coordinadora general del evento y Directora de Dos Tradiciones, A.C., era toda felicidad. No obstante que mostró pesar por la muerte de Plutarco Ignacio, músico de Cantón de Guerrero que muriera el pasado siete de febrero víctima de la diabetes. Lo recordó y ofreció que el próximo año se le hará un homenaje al músico que participaba desde el segundo Encuentro, iniciado en Ciudad Altamirano y en Cutzamala.

Lindajoy tenía por qué estar alegre: no menos de trescientos asistentes aguantaron de principio a fin la que parecía interminable fila de músicos calentanos de Guerrero y Michoacán, mas los estadunidenses originarios de Washington, Port Townsend, Louisianna, y otros lugares de ese país. Eso mismo impidió que los tlapehualenses conocieran más la música tradicional estadunidense, pues apenas unas dos o tres participaciones de los invitados, dejaron insatisfechos a los asistentes que querían escuchar más la llamada música folk de los “gringos”.

Aun así, los asistentes se llenaron de sones y gustos, de música “country” y zapateados, de fuegos artificiales y pozole, ofrecido este último, por las autoridades municipales.

Fueron casi tres horas, que se prolongaron a pesar de que las participaciones fueron reducidas, dado el número de grupos invitados. Inició Zacarías Salmerón, sobrino de Isaías Salmerón –considerado el pilar de la música calentana y que fuera maestro del propio Zacarías y de Juan Reynoso. Después de Zacarías, Los Huesitos, dos músicos de Tlapehuala que se ganan la vida tocando en las cantinas y que ya forman parte del paisaje cotidiano de la localidad tocando gustos, sones y música popular.

Después de ellos, vinieron Bartram Levy y Alan Jabbour, integrantes del grupo Sandía Hot, con sones de Appalalacchia, en Colorado State. Fueron ellos los que prendieron el ambiente y se comenzó a ver a algunas parejas de visitantes bailando al son de la música de los Montes Apalaches del sur.

Siguieron Andy Stewart y Mary Jo, originarios del estado de Louisiana, los que tocaron música más alegre que llevó a algunos asistentes a bailar en los pasillos del palacio municipal.

La actuación de don Juan Reynoso

El platillo fuerte de esa noche lo fue el Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares, Juan Reynoso Portillo.

El músico calentano contemporáneo más famoso bajó trabajosamente las escalinatas del pasillo del edificio municipal. Lentamente, con trabajo, ocupó su lugar abajo del templete, en donde se colocó con su hijo Javier, el guitarrista y primera voz, Cástulo Benítez, su compañero de mil batallas y Efrén Enriquez, tamborilero. La debilidad y lentitud de movimientos de Juan “El Guache”, desaparecieron como por arte de magia al tocar su violín, ejecutándolo con una velocidad propia de un músico joven, cantando y haciendo segunda voz a Cástulo.

Sácale una vuelta al toro rabón, La Tortolita y El gusto federal, pusieron a bailar a varias parejas en el templete, los pasillos, atrás del presidium en donde se ubicaba el alcalde y los regidores. Quizás en consideración a su edad, los asistentes no pidieron más música a don Juan, aunque también el anunciante ya lo urgía; para un reportero de Arcelia, a Juan Reynoso “en Tlapehuala le tienen envidia porque es más famoso que Isaías Salmerón”. Quizás, pero cierto es que fueron más los que se levantaron a bailar cuando él tocó y, allí presente, su esposa Esperanza no se aguantó y dijo: “No es por nada, ¡pero qué bien toca don Juan!”

Angel Tavira es originario de Corral Falso, municipio de Ajuchitlán y nieto del afamado coplero creador de los versos de San Agustín, Juan Bartolo Tavira. Para tocar, Angel se ata el arco del violín a su brazo, pues perdió la mano al estallarle una cohetón, según cuenta alguien. A él lo acompañaron sus hijos hombres y como primera voz, su hija Margarita Tavira, quien radica en Iguala. Esta, se llevó las palmas y le pidieron otra canción que se convirtió en otras dos, cantadas en un estilo propio, un poco alejado de lo calentano. De la misma forma se escuchó la ejecución del violín en su padre Angel.

Tocó el turno a Paul Anastasio, de Washington. Paul es alumno de Juan Reynoso, de quien aprendió a tocar la música calentana. Paul Anastasio le ha escrito los arreglos en hojas pautadas a por lo menos cien canciones ejecutadas “de oído” por Juan Reynoso. Ha regalado varias decenas de violines en escuelas y a los que se dedican a tocar la música regional. El tocó música country haciendo dúo con Roger Bellow, con quien ha grabado dos discos a pesar de se ser de lugares distantes de Estados Unidos. Roger reside en Carolina del Sur y Paul en Washington. Anastasio se llevó palmas cuando interpretó un son calentano tratando de imitar el estilo de Juan Reynoso y los asistentes aplaudieron a Rogers cuando cantó Sin un amor,             en español.

Por primera vez en este festival estuvo presente la que pudiera ser la raíz de la música calentana: la música de la región lacustre del lago de Pátzcuaro, música purépecha, interpretada por Pedro Dimas y su grupo, los que tocaron pirecuas y sones de aquella región michoacana, ejecutando una vihuela, violín, guitarra y contrabajo. Vestidos a la usanza tradicional de esa región, llamaron la atención del respetable que los aplaudió de buena gana.

Se diferenciaron inmediatamente, a pesar de ser del mismo estado, del grupo San Lucas, apoyado económicamente por el gobierno de Michoacán de Lázaro Cárdenas Batel, y el Grupo Carácuaro, de Serafín Ibarra. Estos se oyeron más calentanos y gustó mucho la participación de Serafín Ibarra, considerado un valor significativo en la música tradicional de violín.

El Encuentro en Tlapehuala, finalizó cuando los músicos Pedro Ignacio, hijo del recién fallecido Plutarco Ignacio, subió al templete con el estadunidense Paul Anastasio y tocaron tres sones y gustos calentanos, acompañados con la tamborita por un alumno de Plutarco Ignacio, quien enseñaba música en la Casa de la Cultura de Tlapehuala.

Siguieron los fuegos artificiales, cohetones y chispas de colores que iluminaron el cielo de la “capital del sombrero calentano, del pan de vaqueta, del gusto y del son de Tierra Caliente”.Gregorio Urieta, corresponsal, Tlapehuala n La realización del Séptimo Encuentro de Dos Tradiciones Musicales en esta localidad, se transformó en una verdadera fiesta popular gracias a la disposición de los asistentes y a la entrega de los músicos invitados, locales y foráneos, que aun no se reponían del impacto logrado en Zitácuaro, Michoacán, en donde se presentaron el pasado viernes por la noche.

Lindajoy Fenley, coordinadora general del evento y Directora de Dos Tradiciones, A.C., era toda felicidad. No obstante que mostró pesar por la muerte de Plutarco Ignacio, músico de Cantón de Guerrero que muriera el pasado siete de febrero víctima de la diabetes. Lo recordó y ofreció que el próximo año se le hará un homenaje al músico que participaba desde el segundo Encuentro, iniciado en Ciudad Altamirano y en Cutzamala.

Lindajoy tenía por qué estar alegre: no menos de trescientos asistentes aguantaron de principio a fin la que parecía interminable fila de músicos calentanos de Guerrero y Michoacán, mas los estadunidenses originarios de Washington, Port Townsend, Louisianna, y otros lugares de ese país. Eso mismo impidió que los tlapehualenses conocieran más la música tradicional estadunidense, pues apenas unas dos o tres participaciones de los invitados, dejaron insatisfechos a los asistentes que querían escuchar más la llamada música folk de los “gringos”.

Aun así, los asistentes se llenaron de sones y gustos, de música “country” y zapateados, de fuegos artificiales y pozole, ofrecido este último, por las autoridades municipales.

Fueron casi tres horas, que se prolongaron a pesar de que las participaciones fueron reducidas, dado el número de grupos invitados. Inició Zacarías Salmerón, sobrino de Isaías Salmerón –considerado el pilar de la música calentana y que fuera maestro del propio Zacarías y de Juan Reynoso. Después de Zacarías, Los Huesitos, dos músicos de Tlapehuala que se ganan la vida tocando en las cantinas y que ya forman parte del paisaje cotidiano de la localidad tocando gustos, sones y música popular.

Después de ellos, vinieron Bartram Levy y Alan Jabbour, integrantes del grupo Sandía Hot, con sones de Appalalacchia, en Colorado State. Fueron ellos los que prendieron el ambiente y se comenzó a ver a algunas parejas de visitantes bailando al son de la música de los Montes Apalaches del sur.

Siguieron Andy Stewart y Mary Jo, originarios del estado de Louisiana, los que tocaron música más alegre que llevó a algunos asistentes a bailar en los pasillos del palacio municipal.

La actuación de don Juan Reynoso

El platillo fuerte de esa noche lo fue el Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares, Juan Reynoso Portillo.

El músico calentano contemporáneo más famoso bajó trabajosamente las escalinatas del pasillo del edificio municipal. Lentamente, con trabajo, ocupó su lugar abajo del templete, en donde se colocó con su hijo Javier, el guitarrista y primera voz, Cástulo Benítez, su compañero de mil batallas y Efrén Enriquez, tamborilero. La debilidad y lentitud de movimientos de Juan “El Guache”, desaparecieron como por arte de magia al tocar su violín, ejecutándolo con una velocidad propia de un músico joven, cantando y haciendo segunda voz a Cástulo.

Sácale una vuelta al toro rabón, La Tortolita y El gusto federal, pusieron a bailar a varias parejas en el templete, los pasillos, atrás del presidium en donde se ubicaba el alcalde y los regidores. Quizás en consideración a su edad, los asistentes no pidieron más música a don Juan, aunque también el anunciante ya lo urgía; para un reportero de Arcelia, a Juan Reynoso “en Tlapehuala le tienen envidia porque es más famoso que Isaías Salmerón”. Quizás, pero cierto es que fueron más los que se levantaron a bailar cuando él tocó y, allí presente, su esposa Esperanza no se aguantó y dijo: “No es por nada, ¡pero qué bien toca don Juan!”

Angel Tavira es originario de Corral Falso, municipio de Ajuchitlán y nieto del afamado coplero creador de los versos de San Agustín, Juan Bartolo Tavira. Para tocar, Angel se ata el arco del violín a su brazo, pues perdió la mano al estallarle una cohetón, según cuenta alguien. A él lo acompañaron sus hijos hombres y como primera voz, su hija Margarita Tavira, quien radica en Iguala. Esta, se llevó las palmas y le pidieron otra canción que se convirtió en otras dos, cantadas en un estilo propio, un poco alejado de lo calentano. De la misma forma se escuchó la ejecución del violín en su padre Angel.

Tocó el turno a Paul Anastasio, de Washington. Paul es alumno de Juan Reynoso, de quien aprendió a tocar la música calentana. Paul Anastasio le ha escrito los arreglos en hojas pautadas a por lo menos cien canciones ejecutadas “de oído” por Juan Reynoso. Ha regalado varias decenas de violines en escuelas y a los que se dedican a tocar la música regional. El tocó música country haciendo dúo con Roger Bellow, con quien ha grabado dos discos a pesar de se ser de lugares distantes de Estados Unidos. Roger reside en Carolina del Sur y Paul en Washington. Anastasio se llevó palmas cuando interpretó un son calentano tratando de imitar el estilo de Juan Reynoso y los asistentes aplaudieron a Rogers cuando cantó Sin un amor,             en español.

Por primera vez en este festival estuvo presente la que pudiera ser la raíz de la música calentana: la música de la región lacustre del lago de Pátzcuaro, música purépecha, interpretada por Pedro Dimas y su grupo, los que tocaron pirecuas y sones de aquella región michoacana, ejecutando una vihuela, violín, guitarra y contrabajo. Vestidos a la usanza tradicional de esa región, llamaron la atención del respetable que los aplaudió de buena gana.

Se diferenciaron inmediatamente, a pesar de ser del mismo estado, del grupo San Lucas, apoyado económicamente por el gobierno de Michoacán de Lázaro Cárdenas Batel, y el Grupo Carácuaro, de Serafín Ibarra. Estos se oyeron más calentanos y gustó mucho la participación de Serafín Ibarra, considerado un valor significativo en la música tradicional de violín.

El Encuentro en Tlapehuala, finalizó cuando los músicos Pedro Ignacio, hijo del recién fallecido Plutarco Ignacio, subió al templete con el estadunidense Paul Anastasio y tocaron tres sones y gustos calentanos, acompañados con la tamborita por un alumno de Plutarco Ignacio, quien enseñaba música en la Casa de la Cultura de Tlapehuala.

Siguieron los fuegos artificiales, cohetones y chispas de colores que iluminaron el cielo de la “capital del sombrero calentano, del pan de vaqueta, del gusto y del son de Tierra Caliente”.

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