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Luisa Romero Martínez, piloto acrobática cuya audacia nadie ha podido igualar en México

Nelly Bello * Aunque es médico veterinario, desde hace nueve años Luisa Romero Martínez de Bisbal tiene un pasatiempo poco común: es piloto de avión y desde hace nueve años lleva a cabo arriesgadas acrobacia y peligrosas rutinas.

Sin embargo la piloto recordó que en el primer contacto con los aviones hace once años fue difícil porque muchas veces se bajó con nauseas y mareos.

“Cuando llegué a Laport, Texas a tomar mi primer curso, pague mis diez horas, mi hotel; no había vuelta pa’trás me arrepentí en el primer vuelo porque me bajé mareada y con ganas de volver el estomago, pero tenía nueve vuelos más en la siguiente semana y nada más me daban náuseas, afortunadamente después del tercer día me empecé a sentir mejor y el cuarto y quinto día los disfruté muchísimo”.

En 1993 inició su carrera en los aviones, pero dos años después empezó con la acrobacia, por lo que actualmente tiene mil 600 horas totales de vuelo, y 800 horas de vuelo acrobático, “lo que pasa es que los vuelos acrobáticos son muy cortos, mis rutinas no pasan de 15 minutos, porque es muy agotador para el piloto”.

Aunque es una piloto experta en maniobras acrobáticas, dijo que volar es su pasatiempo porque de tiempo completo se dedica a su profesión como médico veterinario en una granja avícola y porcícola en Tehuacán, Puebla. “Vendo huevos y pie de cría de cerdos, ése es mi negocio”.

Romero Martínez señaló que en México no hay mujeres que se dediquen a las acrobacias, a diferencia de Estados Unidos donde “tengo varias amigas que están en la categoría, es limitado, es un deporte donde el porcentaje de mujeres que estamos en el medio de la aviación es alto, de diez pilotos, cuatro o tres son mujeres”.

Su participación en la Aeroexpo

La piloto mexiquense participó el pasado domingo en la exhibición aérea con la que clausuró sus actividades en el puerto la Aeroexpo. Llegó desde el viernes por la tarde para preparar su rutina de vuelo.

Al bajar del avión CAP232 –de fabricación francesa– saludó al presídium formado por el secretario de Comunicaciones y Transportes Pedro Cerisola Weber, el gobernador René Juárez Cisneros y el alcalde Alberto López Rosas, así como a los organizadores de la Aeroexpo.

Aún emocionada por la experiencia en el aire con gravedades negativas y positivas, dijo que la sensación de controlar las dimensiones del avión, la altura, ancho, profundidad del espacio son agradables. “Te puedes mover, claro con las limitantes del avión pero es una capacidad de hacer lo que tu quieres”.

Informó que un avión acrobático –que puede costar 150 mil dólares– tiene características especiales de inestabilidad, pues un avión comercial tiende a regresar a la estabilidad y nivel, pero el CAP232 “donde lo pongas se queda, es inestable, tiene un timón vertical muy grande para los movimientos, quien conoce poquito de aviones ve las diferencias, es como un camión de carga y un volkswagen”.

Entrevistada por varios reporteros, dijo que el CAP232 es un avión francés, de fuselaje totalmente de madera de balsa y alas de fibra de carbón, “por eso cuando la gente se acerca les pido que no lo toquen porque lo pueden perforar o lastimar”. Explicó que es la misma compañía que hace los aviones CAP10, que volaban el matrimonio francés Capconecson y que hace un par de años tuvieron un accidente, pero “son excelentes aviones”.

Señaló que México es un país del continente americano más caro para el mantenimiento de su avioneta pues Estados Unidos le resulta “más económico” porque la gasolina es más barata, los hangares, servicios, piezas también, “aquí todo te lo venden por lo menos al doble, los hangares son muy caros”.

Explicó que por eso optó por mantener el avión con otras personas en Estados Unidos, “somos varios los que lo volamos y decidimos tenerlo como vehículo norteamericano porque no tienen que lidiar con las autoridades para sacar las licencias, es más costoso y problemático pero no imposible”.

Un deporte que no existe en México

Luisa Romero, compite en Estados Unidos y Canadá pues “desgraciadamente ese deporte no existe en México”.

Dijo que como su interés máximo es volar, prefiere los campamentos de entrenamiento porque puede tener más horas de vuelo y mayor convivencia con los pilotos. Detalló que en una competencia hace tres vuelos de cuatro minutos, mientras que en el entrenamiento “convives con los pilotos una semana y son tres vuelos de 15 minutos diarios, hay más participación y puedo aprender más”.

Lamentó que en México no haya competidores hombres del nivel que ella representa en las competencias aéreas o “al menos yo nunca los he visto”. También dijo que hay pocos aviones acrobáticos en México y quienes los tienen “es para la pirueta dominguera, para hacer un barril, sin seriedad por el deporte”.

Indicó que ha tratado de ser promotora de las competencias con aviones acrobáticos “pero es muy difícil” por el grado de dificultad y la poca capacidad de algunos pilotos para soportar los cambios en el aire. “Normalmente el piloto cuando se trepa a un avión de acrobacias en el primer vuelo sale volviendo el estomago y mareado”.

Recordó que en su primer experiencia, hace 11 años en Laport, Texas para tomar el primer curso para pilotear se arrepintió luego de la primer clase. “No había vuelta pa’trás… afortunadamente después del tercer día me empecé a sentir mejor y el cuarto y quinto día los disfruté muchísimo”.

Indicó que en el año dedica 20 horas para volar su pequeño avión rojo, “no vuelo mucho, no entrenaba desde mayo del año pasado por actividades de mi negocio hasta hace un mes que me invitaron a participar en el show, me puse a entrenar”.

Señaló que para una competencia necesita practicar por lo menos un par de meses antes y estar volando casi a diario por las maniobras de gravedades negativas a las que el cuerpo no se adapta, “y por tres días que no vuele uno gravedades negativas hay que empezar poco a poco porque puede uno lastimarse el oído interno u otro daño físico”.

Sobre la preparación física que debe tener un piloto acrobático, la piloto indicó que “curiosamente la gente piensa que uno debe tener condición aeróbica, pero creo que es mejor la condición anaeróbica , posiblemente hacer pesas y digo posiblemente porque yo no hago, yo hago lo opuesto corro mucho, corrí maratones, pero es cotraproducente la condición aeróbica con la acrobacia aérea porque lo que es ideal para la acrobacia es tener la presión sanguínea un poquito alta y para las carreras debes tener baja la presión”.

Consideró que es más la condición física personal o hereditaria de una persona pues “tengo amigos que son muy pasivos, no hacen ejercicio, fuman, toman y vuelan divinamente, es más una cuestión personal, hay individuos que soportan mucho las gravedades y otros que no, independiente de su condición física”. –¿Cómo mujer que tan difícil ha sido participar en las competencias?

–Afortunadamente igual que los hombres porque en Estados Unidos no hacen diferenciaciones son muy parejos y la gran ventaja que tengo en este deporte es que no se necesita fuerza, se necesita mucha precisión, velocidad en el movimiento de los controles pero no se necesita físico”.

Luisa Romero aseguró que en los nueve años como piloto acróbata no ha tenido ningún accidente, solo pequeños incidentes, pues “me considero una persona muy conservadora en mis vuelos y tomo muchas precauciones, cuando se trata de un avión que no es para acrobacias no las hago”.

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