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Vivir en un departamento de 500 mil dólares, en un desarrollo en Acapulco

Aurelio Peláez * ¿Qué significa vivir en un departamento que vale 500 mil dólares? Según el gobernador René Juárez, eso es de alguna forma parte del desarrollo de Acapulco.

A los lugares donde vivirían los ricos en Acapulco se les llama desarrollos. Estos desarrollos generan empleos: de mucamas, meseros, vigilantes, jardineros, y durante su construcción, albañiles, chalanes, cocineras, y algún técnico del Conalep.

Ayer se colocaron dos primeras piedras para el inicio de dos desarrollos. Una en la zona Diamante, que son ex ejidos de nativos de Acapulco; otro, en Brisas del Marqués, extensiones en donde inversionistas construirán villas para familias que se habrían ganado su derecho a vivir ahí “por trabajo y mandato divino”, según dijo Juárez Cisneros, que hasta donde se sabe vivió y creció pobremente en La Laja.

Uno de reportero va y ve. Orden de trabajo: el gobernador estará en tal y cual lugar y pondrá una primera piedra de un desarrollo.

Según relató Juárez Cisneros, hace 13 años se decidió que Acapulco tenía que crecer para la zona Diamante. Expropiaciones de terrenos de por medio y va. Le escucha el rico empresario Manuel Arango, propietario del desarrollo Playamar Diamante 2, un condominio de 500 departamentos, cada uno a costo de 500 mil dólares, frente al mar.

Los reporteros pasan y ven en los departamentos. Caminan por ahí, husmean. A que esta madre no te la compras con un crédito del Infonvit, si te lo dan, se dicen. Entre ellos se pasean tolerantes los inversionistas, el puro cubano en los labios y el sombrero Panamá cubriéndoles del sol. A lo mejor es la última vez que conviven.

René Juárez dice, ahí ante los empresarios del grupo Parque Reforma, en la zona Diamante, y luego ante los del Palmetto, en Brisas del Marqués, que tales inversiones son posibles por la seguridad y la paz social generada por su gobierno, porque antes hubo desencuentros que habrían alejado a las inversiones.

Ahí, frente al mar, ni el sol calienta. Como testigo de ambos encuentros con empresarios está el alcalde Alberto López Rosas, quien recibe elogios del gobernador por su trabajo, y por haber sido su colaborador cuando él fue alcalde de Acapulco.

López Rosas aprovecha y anuncia ante estos empresarios que su cabildo promovió crear la figura de procurador de la inversión, de la cual estará al frente Antonio Palazuelos, cuya función será “destrabar” el trabajo de los empresarios que invierten su capital, de alguna manera, en Acapulco.

“Nuestro trabajo será no estorbar”, dijo en Brisas del Marqués Juárez Cisneros. Antes, se respalda con trazar vialidades, apoyar con servicios de drenaje, agua, seguridad, a los nuevos desarrollos. Fuentes de empleo, se arguye. Inversión donde no hay “ejecuciones ni ajustes de cuentas”, afirma López Rosas. Vivir, al final, en una casa de 500 mil dólares.

Afuera, los albañiles miran a la comitiva de periodistas y funcionarios con desdén, con desaire. Quizá sea la última vez que los vean.

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