Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Como antes

RECUADRO SEMANAL  

Guerrero es un estado plural por voluntad de sus ciudadanos, pero los políticos de todos los partidos –con sus muy honrosas excepciones– siguen moviéndose con las prácticas y reflejos propios del régimen de siempre, el del PRI.

Véase si no el caso que terminó con la destitución del delegado de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa), Inocente León Pineda.

Hasta antes de la intervención del gobernador René Juárez Cisneros, las reacciones que suscitó la información aparecida en el diario Reforma no pasaron del ámbito de la política municipal. Pero hete aquí que el señor gobernador decide que León Pineda, a quien con un lenguaje impropio de su investidura llamó “delegadete”, es un enemigo del desarrollo del estado. “Que se largue”, pidió en el mismo tenor.

De ahí le siguió el alcalde de Acapulco Alberto López Rosas, luego los empresarios vinculados al turismo que firmaron un desplegado de la OCVA y, last but no least, el Congreso del Estado.

Pero, como dijo la priísta Alma Clarissa Rico en la reunión del grupo ACA (ver El Sur del jueves), el señor Inocente León era el menos responsable del estudio sobre la contaminación de las bahías de Acapulco y Zihuatanejo, del cual seguramente supo como cualquier otro lector del periódico Reforma, como señaló en su artículo de ayer Arturo Martínez Nateras.

Llama la atención, además, que así el alcalde López Rosas como su director de Ecología Miguel Balleza, siempre que se referían al tema se lanzaban contra “declaraciones irresponsables”, “señalamientos dolosos”, cuando no se trataba de ningún dicho del funcionario defenestrado, sino de un documento de la oficina del director general de Inspección y Vigilancia de Impacto Ambiental y Zona Federal Marítimo Terrestre de la Profepa, José Iturriaga de la Fuente.

El Congreso, aunque ya encarrerado tras la línea del gobernador, también pidió la renuncia de este funcionario quien, en el punto de acuerdo leído por el diputado del PRS Heriberto Noriega Cantú, comparte con León Pineda los adjetivos de “irresponsables”, “alarmistas”, “criminales” e “ignorantes”.

Iturriaga no es, sin embargo, un improvisado ni –como tal vez llegó a pensar la bancada perredista cuando votó por su destitución– un funcionario simplemente foxista.

En su currículum encontramos que es licenciado en Economía de la UNAM y licenciado en Historia de la Universidad Iberoamericana. Trabajó 28 años (1966–1994) en la Conasupo, donde fue, entre otros cargos, subgerente general del sistema de tiendas y subdirector comercial del organismo matriz. Estuvo comisionado dos años en la entonces Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi) como director general de Comercialización Rural (1979-80).

De 1995 a 2000 fue director general de Culturas Populares en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Desde 2001 es director general de Impacto Ambiental y Zona Federal Marítimo Terrestre en la Profepa.

Fue presidente de la Sociedad Mexicana de Gastronomía y Enología (1994-1996), y es autor de 24 libros (y coautor de otros seis) y de nueve prólogos, todos sobre temas mexicanos, entre ellos Grandes ríos de México, El agua y sus senderos, El Popocatépetl ayer y hoy y El medio ambiente de México a través de los siglos (en prensa); en coautoría: Selva de palabras: Los Tuxtlas; prólogos a La Sierra Madre y Eternal México.

Junto con León Pineda, a este funcionario Noriega Cantú lo calificó de “agente de ventas de los destinos que le compiten a Acapulco y Zihuatanejo”.

¿Y quien es Inocente León Pineda?

En su currículum oficial sólo aparece la siguiente leyenda: “A partir del 1° de abril del año 2001, me desempeño como Delegado en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, en el Estado de Guerrero”.

Y por una carta aclaratoria publicada aquí en El Sur, para decir que se llema Inocente, y no Vicente como publicamos, sabemos que estudió la carrera de abogado en la Escuela Libre de Derecho de la ciudad de México, y estudió una maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Americana de Acapulco (UAA).

Este es el funcionario cuya destitución lograron, juntos, el gobernador de Guerrero, el alcalde de Acapulco y el Congreso del Estado.

A mí nadie me quitará de la cabeza que la caída de León Pineda nada tiene que ver con el informe –no declaración, no señalamiento– sobre la contaminación de nuestras dos principales bahías. Simplemente fue que, puesto en la delegación de la Profepa a instancias del mismo gobernador –estamos por confirmar si efectivamente fue recomendado por Ernesto Rodríguez Escalona, como nos han dicho– León Pineda no pudo, sin embargo, evitar las clausuras de la aeropista de Huamuxtitlán y del parque industrial de El Ocotito, porque no cumplían las normas de impacto ambiental las que son presentadas por Juárez Cisneros como dos de las principales obras de su gobierno.

Mejor que se vaya ese delegadete, tal vez dijo el gobernador, y de paso, como en los viejos tiempos del PRI, se llevó en el camino en su misma estrategia al alcalde de Acapulco y al alicaído Congreso que, extrañamente, ahora que tendría más posibilidades de cumplir su papel de contrapeso del Poder Ejecutivo, está más lejos que nunca de esa responsabilidad que le asigna la Constitución.

Ahora que ya se fue León Pineda –porque es claro que Iturriaga no se irá–, ¿que harán el gobernador, el alcalde y el Congreso para enfrentar el problema de la contaminación en las bahías de Acapulco y Zihuatanejo? Porque sí hay contaminación ¿o no?

Por lo pronto, el secretario del Medio Ambiente, Víctor Lichtinger, confirmó que en coordinación con otras dependencias se está elaborando un estudio sobre la calidad del agua de nuestras bahías, bajo la consigna de que si queremos teneer un turismo de calidad necesitamos playas de calidad. Este análisis se hará público antes de la temporada de la Semana Santa, y también están participando los funcionarios del ramo de los ayuntamientos de Acapulco y Zihuatanejo.

Por cierto, sólo el diputado perredista de Zihuatanejo, Víctor Buenrostro, llamó en tribuna la atención al hecho de que parte de la contaminación de la bahía se debe a que la pasada administración priísta favoreció a un grupo de inversionistas que deforestó el cerro del Vigía, mientras que el regidor del Frente Cívico de Acapulco, Rubén Padilla, hizo muy bien en preguntar qué hicieron con los recursos destinados al saneamiento de la bahía los alcaldes del mismo partido del gobernador.

Es muy bueno que todos defendamos al estado de Guerrero. Pero los acaldes perredistas de Acapulco y Zihuatanejo debieran aprovechar la oportunidad para pelear por recursos públicos para el saneamiento de las bahías, exigir que hagan su parte las empresas asentadas en ambas ciudades y convocar a la sociedad a una auténtica cruzada por la limpieza de nuestras dos bellas ciudades.

Guerrero ha sufrido mucho por culpa de sus caciques locales. Lo menos que pueden esperar los guerrerenses es que los políticos que vienen de otros partidos, y que llegaron a sus puestos cargando la esperanza de miles de votos ciudadanos, no levanten una cortina de plantas de mezcal (parafraseando a Monsiváis) alrededor del estado, para que nadie de afuera moleste a nuestros caciques. Esta, creo, es la mala enseñanza que nos deja el caso León Pineda. Ya veremos si fue sólo concederle algo a un gobernador que se le ve débil en muchos sentidos, o parte de una estrategia de largo alcance. (Juan Angulo

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