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Alarmista, declarar que las bahías están contaminadas, dice el arzobispo

* Se está atendiendo la necesidad de tener bien purificadas las aguas que van a dar al mar, afirma

Ossiel Pacheco * El arzobispo de Acapulco, Felipe Aguirre Franco, calificó de “alarmistas” las noticias de que las aguas de las bahías de Acapulco y Zihuatanejo están contaminadas y son perjudiciales para los bañistas, y opinó que “nosotros mismos estamos perjudicando al turismo”.

Entrevistado ayer al término de la misa dominical que ofició en la catedral de Nuestra Señora de la Soledad, el prelado católico dijo que es falso que todas las aguas negras de Acapulco, Zihuatanejo y de los litorales sean vertidas al mar, porque “nos consta que hay un procesamiento de las aguas contaminadas para que no lleguen así a las bahías”.

Sostuvo que los hoteles que están al borde de la bahía tienen procesos para tratar sus aguas negras, “de lo contrario no podríamos vivir nosotros con tanta visita y con tantos hoteles, pues estaría demasiado contaminada”.

Con esto, dijo que no pretende “tapar el sol con un dedo o que estemos disimulando las necesidades que hay de un mayor saneamiento de las aguas que llegan a la bahía”.

Pidió no propalar “estas noticias alarmistas” que no están de acuerdo con la realidad, porque “nosotros mismos estamos alejando al turismo, estamos diciendo no vayan a Acapulco. Al contrario, debemos invitarlos a todos a visitar Acapulco y decir qué estamos haciendo para que se purifiquen más las aguas”.

Recordó que el pasado 13 diciembre, en la institucionalización del Día de la Bahía, exhortó a amar, defender y cuidar las bahías, pues ha sido “un hermoso regalo de Dios y alimenta a Acapulco; lo mismo los litorales de Zihuatanejo, de Ixtapa, que alimentan a toda nuestra gente”.

Aguirre Franco pidió no ver a las bahías como un lugar donde hay que sacar medios para vivir, sino “démosle vida a nuestros litorales, a nuestra bahía tengamos cuidado de no contaminarle para que tengamos también un medio de vida que Dios nos ha dado”.

“Sé que tiene necesidades, ustedes ven que nuestro turismo también no está muy educado. Los domingos, especialmente después de que llega el turismo nacional, quedan muy sucias nuestras playas; es cuestión de una educación nacional e internacional, pero ello implica un esfuerzo grande”, dijo.

Descartó calificar los diagnósticos difundidos por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que asientan que las aguas de las bahías de Acapulco y Zihuatanejo son perjudiciales para los bañistas; “yo respeto las gafas que se pusieron esos señores que dicen eso, pero yo tengo otro punto de vista diferente”.

–¿Cuál es su punto de vista?

–Que sí se está atendiendo la necesidad de tener bien purificadas las aguas que van a dar a la bahía y que hay una preocupación grande. Que no están alarmantemente saturadas de contaminación nuestras bahías. Esa sería una exageración. Es una necesidad, sí, porque cada día crece más y más Acapulco; qué bueno que tenemos muchos turistas, pero es necesario que haya mayor educación de parte nuestra para saberlos recibir.

–El gobernador pidió la destitución del delegado de la Profepa, ¿la Iglesia respalda esta exigencia?

–No, no, no. Yo eso se lo dejo a él, que diga lo que crea conveniente, yo no soy la policía de Dios. Yo respeto lo que digan las autoridades.

Interrogado respecto al ataque que prepara Estados Unidos contra Irak, el arzobispo de Acapulco recordó que el papa Juan Pablo II en su conferencia general de los miércoles habló sobre este peligro y de la belicosidad entre algunos pueblos y en algunos gobernantes, que puede ser el detonante de una guerra en la que todos resultarán derrotados.

“No habrá vencedores, aquí el derrotado lo seremos todos; pero ha dicho una palabra muy dura el Santo Padre: dice que sería una vergüenza para la humanidad no detener una guerra fratricida en estos momentos, cuando no puede ser la solución el uso de las armas mortíferas, porque aquí se busca destruir completamente a los pueblos, para que no haya ninguna persona que después busque revancha”, alertó.

Resaltó que se trata de una guerra a muerte, pues “eso de que el hombre quiere destruir al hombre es una ferocidad inaudita, y una vergüenza para la humanidad que todavía en estos tiempos no seamos capaces de reflexionar que hay otros caminos más razonables, más humanos y por tanto más cristianos”.

Señaló que el papa Juan Pablo II exhortó a impedir el enfrentamiento entre las naciones, pues “sería una vergüenza desatar una guerra en estos momentos, porque estamos en peligro, y debemos orar mucho para que reflexionen los gobernantes que quieren declarar una guerra, y los países que están deseosos de este enfrentamiento, para que lo eviten por todos los métodos posibles”.

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