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Con circunspecto estilo dirige Julio Levinas a la OFA e interpreta obras de Cortinas y Piazolla

Xavier Rosado * Con un lleno total y con una nutrida ovación, el público acapulqueño agradeció la presencia del director huésped de la Orquesta Filarmónica de Acapulco (OFA), Julio Levinas, quien en su repertorio hizo un homenaje a compositores latinoamericanos como César Cortinas y Astor Piazzola.

Después de haber ensayado durante dos días, Julio Levinas manifestó, antes del concierto, que logró compenetrarse con los 74 miembros de la filarmónica y reconoció el alto valor artístico que logran en conjunto.

Con la puntualidad que caracteriza los conciertos de la filarmónica, el programa comenzó a las 21 horas con la Segunda Obertura Signor Bruschino de Gioacchino Rossini, en la que se escuchó en su mejor momento la sección de cuerdas de la OFA.

Después siguió la Sinfonía número uno en do mayor Opus 21 de Ludwig Van Beethoven, en la que se notó el estilo conservador y sobrio del director para conducir la ejecución de los instrumentos de la filarmónica.

Levinas, originario de Uruguay dijo que había escogido la obertura de La última gaviota del compositor uruguayo César Cortinas y la Serie de tangos sinfónicos 1963 de Astor Piazzolla para la segunda parte del concierto porque deseaba recuperar la música contemporánea de Cortinas, su paisano de Montevideo y resaltar las pocas composiciones de Piazzola para sinfónica.

“Me permití presentar la obertura de La última gaviota porque además de ser un compositor uruguayo, la de Cortinas es una carrera que se quedó trunca muy temprano, ya que si hubiera seguido, Cortinas sería considerado como uno de los más grandes compositores mundiales”, dijo el director.

En el descanso a medio programa, se escuchaba como siempre la disonancia de los músicos que afinaban o ensayaban ciertas evoluciones en sus pautas, fue el preludio a la armonía que vendría cuando unieron sus interpretaciones bajo la batuta de Levinas.

Un aspecto relevante para la interpretación de Cortinas y Piazzola es que varios músicos de la sección de vientos no regresaron al auditorio después del intermezzo porque las partituras no requieren de estos instrumentos.

La música se volvió a escuchar después de una señal del director de un estilo preciso y circunspecto.

En el repertorio incluyó a Astor Piazzola porque además de ser un intérprete de la música popular argentina, también escribió música para orquesta sinfónica, por lo que, aclaró que “prácticamente se estrenó” en Acapulco la Serie de Tangos Sinfónicos 1963.

Una de dos cosas: o al público acapulqueño le fascinaron los dos primeros movimientos y no pudieron contener las ganas de aplaudir al concluir el primer Alegreto y el segundo Moderato de la serie de Piazzola o aún no comprenden que por respeto a la concentración de los músicos, no se debe aplaudir entre movimientos.

Pero bueno, quizá extrañaron el carácter autoritario del director oficial de la filarmónica, Eduardo Alvarez quien al escuchar estos desplantes fuera de lugar hace una señal con la mano para detener los aplausos.

Al concluir el concierto y aunque tanto interpretaciones como dirección fueron altamente profesionales, el público resintió la extrema formalidad del director y titubeó para ponerse de pie al aplaudir, aunque algunos sí lo hicieron y otorgaron a Levinas un reconocimiento a su labor.

Pero como se comentó al final entre los asistentes, extrañaron la espontaneidad y el afán didáctico de su director de casa, por lo que el concierto no tuvo el éxito de otras ocasiones.

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