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El Estado consideraba enemigo a Genaro porque al pueblo le simpatizaba: Consuelo Solís

* La viuda de Vázquez Rojas ha mantenido durante 31 años la ceremonia luctuosa del luchador social

Aurelio Peláez, enviado, San Luis Acatlán * Por 31 años doña Consuelo Solís ha mantenido constantes los actos de ceremonia luctuosa de su esposo, Genaro Vázquez Rojas, el comandante de la guerrilla de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) en Guerrero.

Incluso en el quinto aniversario, cuando les fue impedido a ella y a sus hijos –Francisco, América, Consuelo, Genaro, Ulises y Roque, que radicaban en la ciudad de México–, pasar por la carretera a San Luis, se vio obligada a dar un largo rodeo por Jolotichán –en el tramo Marquelia-San Luis– en parte de la sierra, para llegar a la cabecera municipal en donde se encuentra el panteón, donde están sepultados los restos de su esposo.

Fue un trayecto nocturno por veredas y cerros agrestes, teniendo como acompañantes distantes a los helicópteros del Ejército, que también durante los primeros años mantuvieron una vigilancia especial sobre San Luis Acatlán los días previos al 2 de febrero.

Paradójicamente, a la entrada del panteón se lee la leyenda: “Aquí terminan los combates de la vida”.

En los años anteriores, los actos frente a la tumba de Vázquez Rojas, las caminatas por las calles de San Luis Acatlán, eran vigiladas de cerca por militares. Esto fue durante los 15 primeros aniversarios. También el recelo de los miembros del partido gobernante, el PRI, que miraban esta movilización como una intrusión, pese al arraigo de la familia Vázquez en la comunidad.

El escenario de estos festejos comenzó a cambiar hace algunos años. En 1999, el entonces presidente nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador, visitó la tumba de Vázquez Rojas. Este año su hijo Genaro es el alcalde de San Luis Acatlán, y el acto contó, además, con la presencia del presidente del PRD estatal, Martín Mora; del presidente del Consejo estatal de ese partido, Adolfo Plancarte Jiménez, y del diputado local electo por ese distrito, Mauro García Medina. Llegó además el ex guerrillero y asesor del presidente Carlos Salinas, Adolfo Orive, ahora asesor del presidente de Ecuador, Alejandro Gutiérrez.

Como en los últimos años, el acto luctuoso inició en la preparatoria 14, que lleva el nombre de Vázquez Rojas. De ahí hubo un recorrido hacia el Zócalo y después el regreso al panteón. Al frente de la marcha caminaba doña Consuelo Solís. Tras ella lo hacían unas 500 personas, mayoritariamente alumnos de la preparatoria y maestros de la misma escuela.

Pero como hace 30 años, el PRI, ya fuera del poder, aún se mantiene receloso y alejado de esta ceremonia, como si la guerrilla de los setentas fuera un episodio histórico ajeno a San Luis.

Recuerda doña Consuelo, entrevistada luego de que se dejaron flores en el panteón, que en ocasiones hubo más y otras menos asistentes. “Al principio fueron familiares y algunos amigos que estaban dispuestos a padecer el hostigamiento o la represión en caso de que se presentaran”, dice. Aunque eso nunca ocurrió.

La vigilancia del Ejército tenía un fundado temor. Disuadir, intimidar las simpatías que generaba el comandante Vázquez Rojas, aún muerto, asesinado, según cree ahora doña Consuelo.

Esa certeza de que fue asesinado, luego de que el comandante guerrillero resultó herido con cuatro compañeros más en un accidente vial en Michoacán, fue la que le llevó a interponer una demanda ante la Fiscalía para la atención a los delitos del pasado, para que se investigara a los militares que estuvieron involucrados en ese hecho.

Y es que vivo, detenido, Vázquez Rojas mantendría el riesgo de que la guerrilla y las simpatías que esta tenía entre la población, se mantuvieran, o peor aún, aumentaran.

En el momento del accidente, doña Consuelo, Berta, una de sus hijas adoptivas, y Genaro hijo se encontraban secuestrados por el Ejército como presión a Vázquez Rojas para que se entregara. Sobre él había además un gran cerco militar para detenerlo, “vivo o muerto”, recuerda su viuda.

Se presume, hay evidencias que el comandante de la guerrilla no falleció en el accidente, que fue asesinado “por órdenes” del presidente Luis Echeverría, tras ser consultado por los altos mandos del Ejército en torno al destino del jefe de la guerrilla.

Vázquez Rojas había sido informado además del secuestro de su familia por parte del Ejército. A la sazón, Vázquez Solís tenía siete años de edad, lo que no fue obstáculo para ser objeto de la tortura. El luchador social no pudo, no supo ya de la liberación de los miembros de su familia, tras su muerte.

“Al cuerpo de él me lo entregaron cuando ya le habían realizado la necropsia, sin mi autorización. Estuvo en el hospital militar. Cuando llegó ahí, al personal médico lo alejaron, y sólo quedaron militares. Por eso creo que ahí se dio la orden de asesinarlo”, dice doña Consuelo.

Era un riesgo para el estado que permaneciera vivo, asegura. “El Estado lo consideraba un enemigo porque el pueblo guerrerense simpatizaba con él, y porque despertaba la simpatía de muchas organizaciones del país”.

Originario de San Luis Acatlán, el trabajo político de Vázquez Rojas había iniciado en la ciudad de México, en donde como profesor, fue fundador y dirigente de la Federación de Estudiantes Socialistas de México. En este carácter, participó después como delegado en la lucha por la autonomía universitaria, en los años sesenta, y posteriormente en la disputa electoral del poder al PRI, fundando la Asociación Cívica Guerrerense, que después devino en la ACNR.

Doña Consuelo es originaria de Hidalgo, también maestra de profesión, y en ese carácter conoció a Vázquez Rojas.

Ahora, a 31 años de su fallecimiento, cree que la lucha que dio éste formando la guerrilla de la ACNR a fines de los setentas, creó las bases para que la democracia en el país fuera una realidad.

Fue una lucha, dijo, contra la pobreza y a favor de la educación y la salud de los guerrerenses y los mexicanos. Cree, tiene fe que parte de ese esfuerzo sea continuado por su hijo Genaro, el único de los seis que regresó a radicar a Guerrero y que participa en la política.

Al término de la marcha, por la tarde, hubo un acto cívico luctuoso en la plazoleta de la presidencia municipal, organizada por maestros y alumnos de la preparatoria. Ahí, al inicio, en un breve mitin, Martín Mora, el dirigente del PRD estatal, afirmó que la guerrilla de Vázquez Rojas sentó las bases para que la democracia en el país fuera una realidad, pues ante el cierre de las alternativas para la participación política, ciudadanos de aquella época tuvieron que escoger la vía armada.

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