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Héctor Manuel Popoca Boone

Revisar el TLCAN

El viernes y sábado de la semana pasada, se llevó a cabo una asamblea más de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario del país (AMSDA), en Culiacán, Sinaloa. El debate que ahí se suscitó fue intenso e interesante. Se trataba de fijar la posición de la AMSDA sobre la renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN).

Algunos secretarios estábamos por la renegociación, otros por la negativa, otros más estaban a la expectativa. Entramos de lleno al debate nacional sobre el agro mexicano. Parecía que no íbamos a arribar a consenso Se esgrimieron razones, fundamentos y estadísticas por ambos bandos. Todos valiosos y enriquecedores. La posición se fijaría por mayoría por medio de una votación. Al final de las cuentas optamos, por unanimidad, una posición intermedia: la revisión del TLCAN para dilucidar mejor y con mayores elementos qué es lo más conveniente: la solicitud de la renegociación ante las instancias correspondientes o la utilización de mecanismos y procedimientos ya establecidos en el TLCAN para salvaguardar la agricultura mexicana.

Cuando me tocó intervenir a favor de la renegociación, esgrimí los siguientes razonamientos:

El TLCAN a diferencia del TLC de la Unión Europea no contempla programas compensatorios para las naciones menos favorecidas. Gracias a ello, los países menos desarrollados, como Portugal, España y Grecia no fueron avasallados por los países fuertes como Francia o Alemania.

Al firmar el TLCAN existían ya, fuertes asimetrías entre las agriculturas de EUA y Canadá respecto a la mexicana; mismas que se agravaron más por los fuertes subsidios que el gobierno federal de EUA ha otorgado a sus empresas agropecuarias y granjeros; y que recién los ha legalizado y garantizado por 10 años más.

Los EU han violado sistemáticamente lo estipulado en el TLCAN al cerrar sus fronteras a los productos agropecuarios mexicanos cuando afectan económicamente a sus granjeros y empresas; pretextando cualquier anomalía real o ficticia en materia de sanidad, calidad e inocuidad vegetal o animal.

En los años que a operado el TLCAN, los productores rurales mexicanos han perdido más del 40 por ciento del poder adquisitivo de sus ingresos anuales.

La tasa media de crecimiento (TMC) de la producción nacional de granos básicos ha estado por debajo de la TMC de la población.

La TMC de las importaciones es mayor que la TMC de las exportaciones agroalimentarias; por lo que, año con año, somos más dependientes del exterior en este aspecto.

Las exportaciones agroalimentarias mexicanas están concentradas en unas cuantas unidades productivas agropecuarias. El resto, la inmensa mayoría, están en condiciones de sobrevivencia o de abandono pleno. En México, los favorecidos con el TLCAN son miles y los desfavorecidos son millones en el sector rural.

Durante la vigencia del TLCAN, lejos de generarse empleos, se han perdido muchos en el sector y se ha disparado la migración del campo a la ciudad y al país vecino del norte.

No hemos podido resolver el problema de la desnutrición nacional, por el contrario, esta se ha agravado.

La estabilidad relativa de las variables macroeconómicas del sector no se ha traducido en una estabilidad decorosa en los ingresos en los bolsillos de los campesinos mexicanos que han sufrido una depauperización continua y recurrente. Lejos de abatirse, hay más pobreza en el medio rural.

El minifundio, que es lo predominante en la tenencia de la tierra nacional, no ha tenido opción de progreso como la tiene el minifundio europeo.

No únicamente debíamos de revisar el TLCAN, sino toda la política agropecuaria nacional porque mientras este inmersa en el modelo neoliberal de crecimiento económico difícilmente la llevaremos a la consecución de mejores estadios de prosperidad, progreso y bienestar para la mayoría de los hombres y mujeres del campo.

Por todas las razones anteriores y otras más, me pronuncié por la renegociación del apartado agropecuario del TLCAN. Otros colegas contra argumentaron de que todo dependía desde la perspectiva en que se analizan las cosas; en otras palabras, de cómo le va a cada cual en la feria. Efectivamente no ha tenido el mismo impacto negativo en la agricultura comercial del centro-norte del país que en la agricultura campesina del sur-sureste. En esta última ha sido mayor. Algunos ven el vaso medio lleno de agua, otros lo ven medio vacío, me decían. Pero en este caso también importa mucho saber quiénes se están tomando el líquido.

PD1.–Entre el mundo del dinero y la guerra representado en Davos, Suiza; y el mundo de la pobreza y la esperanza representado en Porto Alegre, Brasil, me quedo con este último.

PD2.–En verdad les digo que por razones de poder, los federalistas entusiastas de ayer, son los centralistas recalcitrantes de hoy y viceversa.

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